Rulito:
Ayer la veterinaria nos dijo que sufrías, que hiciéramos lo que hiciéramos, ya no te recuperarías. Al fin y al cabo, 16 años son muchos para un perrito.
Te había prometido que no lo haría, que no te pondría a dormir sólo por mi comodidad. Te dije que dejaría que te fueras solo, por tu propia voluntad cuando estuvieras listo, pero esta última semana te he visto sufrir y decaer en unos días a las mil dolencias que ni tú ni yo quisimos aceptar por años. Sabes que no me hago problema de cuidarte, pero verte sin poder pararte siquiera es más fuerte que yo. Te dejo dormir sabiendo que lo hago por tu bien y sabrás perdonarme.
Hoy te irás a descansar y aunque me parte el alma ser yo, tu mamá, la que lo decida, ambos sabemos que tuviste una buena vida. Seamos honestos, sospecho que hiciste más que muchos perros. No salvaste vidas, o fuiste un perro policial o esos típicos estereotipos de héroes caninos, pero tuviste muchas aventuras. Anoche, mientras tratabas de dormirte en mis piernas, nos pusimos a recordar, y entre lágrimas por tu última noche, pude reírme pensando en tus locuras de años pasados.
La memoria me funciona mejor con un bolígrafo y papel, es la mejor manera de no olvidarte. Algún día, tu papá y yo le contaremos a nuestros hijos sobre ti, el mejor perrito del mundo, el más aventurero y el más leal. Tendré estas notas para cuando olvide los detalles, pero lo importante no se me olvidará nunca.
Mamá siempre te querrá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario