Sí, eso mero que creen: estoy resfriada OTRA VEZ (creo que es la tercerca vez en lo que va del año). Pensé que el dolor de cabeza que, para variar, era sólo en media cabeza, que tenía el sábado por la noche se me pasaría con irme a dormir. Nones pues. Me desperté con el mismo dolor, y lo tuve que aguantar casi todo el domingo, porque la primera aspirina que me tomé no me hizo ni cosquillas.
Como es de esperarse, estar con la mitad de la cabeza doliéndome, no contribuye a que desarrolle un humor precisamente festivo y alegre. Así que ni hablar de ir a felicitar a la mamá mi sufrido novio por su cumpleaños porque hubiera estado aturdida toda la visita o hubiera acabado lanzando pastel al primero que me dijera algo...y en mi planeta eso es algo malo. De todas formas, me dí un atracón de torta.
Eso y una aspirina me tenían más o menos reaccionada para las 11:00 de la noche, hora en que ya no tenía ganas ni siquiera de entrar a internet, además que mi computadora estaba ocupada (como odio prestar mi computadora y poner mis hermosos archivos en riesgo de caer en manos de mis hermanitas, en especial el principio del "libro" que sólo mi sufrido novio y mi hermanita Ara pueden ver). Así las cosas, no me quedó otra más que volver a una viaje costumbre, arraigada desde mi más tierna infancia (en cuanto descubrí que podía leerme sola y no necesitaba ir tras mi mamá con mis libritos): meterme a mi cama y leer hasta que se me cayeran los ojos.
La víctima de la noche fue un librito que le regalamos a mi mamá en su cumpleaños y que casi había olvidado que existía. "Diez Negritos" es una de las más famosas obras de Agatha Christie y, después de leerla, puedo entender por qué es tan popular.
En una palabra, es escalofriante. Tomen a diez personas muy distintas reunidas en una casa de veraneo en una isla, agréguenles una serie de acusaciones de asesinato sobre todos los presentes, sazónelo con una canción infantil bastante sádica y ¡Voilá! ¡Éxito!
Excelente libro, de veras. De los pocos policiales que no pude descubrir quién era el asesino hasta que no vi el final, me dejó fría de la impresión.
Como es de esperarse, estar con la mitad de la cabeza doliéndome, no contribuye a que desarrolle un humor precisamente festivo y alegre. Así que ni hablar de ir a felicitar a la mamá mi sufrido novio por su cumpleaños porque hubiera estado aturdida toda la visita o hubiera acabado lanzando pastel al primero que me dijera algo...y en mi planeta eso es algo malo. De todas formas, me dí un atracón de torta.
Eso y una aspirina me tenían más o menos reaccionada para las 11:00 de la noche, hora en que ya no tenía ganas ni siquiera de entrar a internet, además que mi computadora estaba ocupada (como odio prestar mi computadora y poner mis hermosos archivos en riesgo de caer en manos de mis hermanitas, en especial el principio del "libro" que sólo mi sufrido novio y mi hermanita Ara pueden ver). Así las cosas, no me quedó otra más que volver a una viaje costumbre, arraigada desde mi más tierna infancia (en cuanto descubrí que podía leerme sola y no necesitaba ir tras mi mamá con mis libritos): meterme a mi cama y leer hasta que se me cayeran los ojos.
La víctima de la noche fue un librito que le regalamos a mi mamá en su cumpleaños y que casi había olvidado que existía. "Diez Negritos" es una de las más famosas obras de Agatha Christie y, después de leerla, puedo entender por qué es tan popular.
En una palabra, es escalofriante. Tomen a diez personas muy distintas reunidas en una casa de veraneo en una isla, agréguenles una serie de acusaciones de asesinato sobre todos los presentes, sazónelo con una canción infantil bastante sádica y ¡Voilá! ¡Éxito!
Excelente libro, de veras. De los pocos policiales que no pude descubrir quién era el asesino hasta que no vi el final, me dejó fría de la impresión.