martes, 30 de agosto de 2011

Suerte

¿Qué relación hay entre mi calzado y mi felicidad? Al parecer, ninguna, verdad? Pues en mi enloquecido mundo, tienen una relación directa. Día que uso tacones, mi jefa grita. Día que uso zapato plano, las cosas salen mal y mi jefa reniega (y a veces grita), día que descaradamente voy con tenis, todo tranquilo en el frente.
Puede que, claro, también se deba a que no vi a mi jefa ni a mi compañera de trabajo la mitad del día porque estaba sacando mi carnet, así que no tenía con quién renegar. A eso, agréguenle que, con tal de no verlas, estaba más que feliz de tener que hacer filas e ir de aca para allá con el trámite (que, debo admitirlo, fue bastante rápido). En cualquier otra circunstancia, odio hacer trámites y papeleos y mucho más ahora que me paso la vida transcribiendo esas cosas. De hecho, estoy llegando al punto en que lo único que me provoca un abogado son ganas de matarlo de forma lenta y dolorosa. Pero ahora, prefiero estar clavada en la fila(y respirando aire puro) que clavada en mi silla de la oficina (y respirando humo de segunda mano de todos los cigarrillos que fuma mi jefa...un punto más en contra de mi trabajo).
El caso es que, al parecer, mis tenis mugrientos pero muy muy cómodos, están imbuidos de toda mi buena vibra y mi ración de suerte. Tal vez debería ponermelos más seguido en la oficina, así no saldría día sí y día no con dolor de cabeza y ganas de matar a alguien.

domingo, 28 de agosto de 2011

Más mal

Ni siquiera puedo ser enteramente feliz los fines de semana, porque básicamente no puedo tener un fin de semana. Sí, tengo el club los sábados en la tarde, pero los sábados en la mañana sigo clavada en la oficina. El anterior fin de semana me tocó limpiar, o sea, limpiar el baño, lavar las tazas, ponerle cera a los muebles y aspirar la alfombra. Mi alegre compañera de trabajo contribuyó sentándose en su escritorio con un montón de papeles. Yupi.
El anterior sábado salí brincando de alegría porque al fin era hora de irme, no crean, y mi sufrido novio estaba afuera esprándome con su mamá y salteñitas. Ayer, sábado, salí arrastrando los pies porque jamás en la vida tres horas me parecieron tan largas y miserables. Cada día me despierto de peor humor y me amargo más a medida que pasa el día. Ni el domingo puedo tener paz porque todo me recuerda que al día siguiente tendré que volver al trabajo. Y, en mi opinión, levantarse cada día rogando por alguna catástrofe o contratiempo de cualquier tipo para no tener que ir a un trabajo por demás frustrante, se puede considerar como indicio de profunda desesperación.
Empiezo a sospechar que estoy volviendo a caer en la manía de deprimirme, pero esta vez es más serio que de costumbre. Sólo recuerdo haber estado deprimida una vez en mi vida, pero en esa ocasión era como 7 años más joven que ahora, más inocente y en esa época tenía algo que me gustaba hacer para salir de esa: estaba estudiando y me dije a mí misma, con toda la severidad que podía reunir, que no iba a ir lloriqueando por ahí cuando tenía cosas más importantes que hacer, como aprobar mis materias con las mejores notas. Sí, andaba triste y como un zombie, y pasé varias noches llorando, pero estudiar era importate para mí, lo hacía todos los días y estaba sobrecargada de trabajo para pasar más tiempo sintiendo autocompasión.
Lastimosamente, ahora no tengo algo así para aferrarme a eso y no dejarme hundir. El trabajo es agotador, monótono y frustrante, vivo nerviosa y pensando en la huida, así que no es lo ideal para "distraerme", más si se considera que soy miserable justo por ese trabajo. Podría decir que tengo el coro o el Club, pero ni canto toda la semana, ni veo a los chicos más que una tarde, y esperar a que lleguen esos días, no hace más que ponerme de peor humor porque me recuerdan qué tan lejos están.
A veces, pienso que debería tratar de ser más fuerte, pero, realmente, no está en mí aguantar muchas huevadas sin reaccionar, y menos si siento que van en contra de lo que soy (o de lo que creo que soy): vestirme de daminta y usar tacones, hacer un trabajo para lo que no se requiere nada de imaginación y no poder corregir la cantidad de cosas mal escritas que me toca transcribir...sólo para empezar, esa no soy yo, ni de lejos.

viernes, 26 de agosto de 2011

Mal

Creo ser una persona razonable, sé reconocer mis errores y, tarde o temprano, me disculpo. Siendo, como soy, mi más severo juez, sé cuando me equivoco y cuando no. Por lo mismo, me molesta que se me achaque completa la culpa de algo en que todos fallaron en su momento.
Si mi jefa es exigente y se vanagloria de que todo lo que se hace en la oficina es revisado por ella en persona, debería haberse fijado en que el tamaño de la hoja del documento estaba mal, ¿verdad? Si mi compañera pusiera un poco de atención a lo que hace, se habría fijado en su hoja era muy chiquita, ¿verdad? Siendo así, no entiendo del todo por qué un documento, que supuestamente ha sido revisado dos veces, sale desconfigurado y es mi culpa.
Momento, ya sé por qué: Porque sigo siendo lo bastante ingenua para pensar que todos hacen su trabajo como yo. ¡Qué tonta!

miércoles, 24 de agosto de 2011

Parentescos locos

Tengo una hermana que no es mi hermana. Solía tener un hermano, pero ya se murió de puro viejito y nuestra madre, mía y de mi hermana, lloró mucho por el pequeño Rinti. Mi hijito, Rulito, se parece mucho a su tío Rinti, pero esa es otra historia. Mi hermana, Marce C., llegó para una corta visita, así que nos reunimos a tomar uno juguito, comer pasteles y quejarnos de la vida en general.
Hablamos de muchas cosas, ninguna que pueda repetir pero todas, como la gran mayoría de nuestras charlas, únicas y memorables. Entendí, una vez más, como es que siendo tan distintas, nos llevamos bien desde el principio y, a pesar de las muchas cosas feas que pasaron a nuestro alrededor, pudimos mantener nuestra amistad y mutuo cariño: hay cosas más importantes que nos unen y las que nos podrían separar nunca pesaron lo suficiente para lograrlo (no, ni siquiera un chico pudo lograrlo).
Debe ser una de las pocas Géminis (sin contar la señora madre de mi sufrido novio) con las que me llevo bien y no tienen rasgos de locura con tendencia bipolar o hipócrita. Extrañaba a mi hermana, y mucho. Verla me alegró un día por demás desesperante.

martes, 23 de agosto de 2011

Fines terapéuticos de los zombies

¿Sufre de estrés laboral? ¿Siente que podría matar a sus compañeros de trabajo o a su jefe con gran alegría? ¿Ha comenzado a considerar seriamente distintos métodos de asesinatos? ¡No mate a nadie (de la vida real)! ¡Tenemos la solución a su problema!
Tome su computadora (de preferencia, una de velocidad decente), agarre su mouse e instale "Left4Dead2". DEsvíe toda su frustración e ira silenciosa acumulada hacia los montones de bytes con forma humana que encarnan a los zombies, elija el arma más acorde a su personalidad y ¡Voilá! Tendrá garantizadas varias horas de sangre y muerte que lo dejarán relajado y contento.
¡Pruebe ahora!

Atención: Meli y Left4Dead2 no se hacen responsables de posibles dolores musculares en brazos, cuello y espalda de los jugadores tras varias horas seguidas de uso del producto. Gracias.

domingo, 21 de agosto de 2011

Realidades y realidades

Como se habrán dado cuenta, actualiza mucho menos desde que entré a trabajar. No es por falta de ganas, se los aseguro, simplemente sucede que la vida se ha vuelta tan monótona (si se pasan por alto los disgustos del trabajo que, por cierto, no es algo que me guste recordar) que no vale la pena ir contándola. Ser "adulto" es agotador, me recuerda a cada momento por qué nunca quise crecer.
Hace un momento, volvimos con mi sufrido novio de una accidentada y muy entretenida visita al parque de diversiones local. Sólo me subí a esa atracción de las tacitas que giran sobre sí mismas, que bastó para dejarme el estómago revuelto y la cabeza dando vueltas. Reí como loca, eso sí. Pero, por alguno de esos misteriosos caminos del pensamiento, dos charlas que tuve en la oficina con dos personas distintas, regresaron a mi mente.
La primera fue con mi compañera de trabajo, la que es estudiante de Derecho pero anda más perdida que yo (que ya es mucho decir, por cierto). Conversábamos cierta mañana sobre las durezas de nuestro trabajo, y, como de pasada, le comenté que lo más duro me parecía que era la total falta de imaginación que se requiere. Fue como haber dicho que las vacas vuelan: mi compañera me miró extrañada y dijo algo como "Es que esto no es para imaginar nada". Con razón es como es y le va como le va.
La siguiente charla fue con mi jefa, después de un día especialmente duro en que ambas, mi jefa y mi compañera, pusieron a prueba mis nervios con sus gritos y sus errores. En algún momento, mi jefa dijo algo como "Salgo de aquí (la oficina) y regreso a la realidad y me olvido de todo". Y yo que creía que la realidad era ese trabajo...
Lo cierto es que, viendo las cosas con algo más de calma, ambas tienen un poco de razón. Cierto, en ese trabajo no hay campo para imaginar nada, ni tiempo, si nos vamos a eso. Al principio, trataba de pensar en las historias que podría haber detrás de cada documento, pero tras mil veces de copiar lo mismo una y otra vez, una pierde el hilo y el interés en los dramas ajenos. No hay campo para imaginar nada, porque la ley es así, fría y seca.
Por otra parte, salgo de ahí y regreso a casa (la mayoría de los días). Enciendo la compu, tomo un té caliente, y me siento a leer el libro de turno, a escuchar la música de todas las películas que cuentan las historias que amo (en cuanto más fumadas, mejor), y por algunas horas corro por los pasillos de Hogwarts con una varita en el bolsillo, viajo en naves intergalácticas con un sable láser en la cintura, recorro la Tierra Media o los Siete Reinos de Poniente con un arco en la espalda, canto en los mejores teatros y un montón de otras cosas. Y sí, por un momento me olvido del trabajo, me olvido del martirio en que se ha convertido levantarme cada día sabiendo lo que me espera y que no tengo manera de huir.
Si aplicamos el razonamiento de mi jefa, ¿cuál es la realidad? Estar en la oficina es como estar atrapada en un mal sueño, incluso en los mejores días cuento cada minuto que paso ahí, rogando porque el tiempo pase un poco má rápido. Salgo de ahí y me olvido de todo porque estoy de vuelta en mi "realidad" que, irónicamente, tiene mas de fantasía que de otra cosa. Y sí, mi "realidad" es lo único que me mantiene cuerda.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Transtornos

Siempre que hablamos con mi amigota Marce de ese extraño "transtorno" que tenemos en común de hablar con las vocecitas en la cabeza que son increíblemente diferentes a lo que somos (y con una increíble tendencia a hacer y decir idioteces si una deja que hablen en voz alta), lo llamamos "tripolaridad", como lógico derivado de "bipolaridad". Las dos sabemos que nuestro pequeño problemilla no se llama así (el nombre más aproximado sería "personalidad disociativa", o algo así), pero suena mucho mejor así.
El caso es que, tras estas semanas de infierno...trabajo, he comenzado a pensar en que mi Jefa sufre de alguna clase no especificada de transtorno bipolar. No encuentro otra manera de explicar que se pase media hora de la mañana gritándonos, y en la tarde me felicite por mi desempeño laboral diciéndome que está muy satisfecha. No es lógico. Al final no sé si soy un desastre y una bruta, o una super eficiente oficinista que pronto ascenderá a super asistente de notario.
No es que sea una genia, pero la mayor parte de las cosas ahí son mecánicas, una vez que le agarras la lógica, no hay mucho donde perderse. Supongo que por eso lo detesto tanto, las cosas que no te exigen un poco de creatividad, no tienen mucha gracia para mí.
De todas formas, la idea esencial es una muy sencilla: ODIO que me griten.

domingo, 14 de agosto de 2011

Feriado

Dudo que haya sido porque sintió compasión por mi resfrío (aunque sospecho que mi capacidad para no parar de estornudar no se debe al resfrío, si no a mi alergia a la oficina, pero eso es otra historia), el caso es que mi jefa nos dio dos días de feriado. Eso significa que tengo hasta el miércoles para quitarme los estornudos, el moqueo y la tos y, de paso, descansar un poco. Ya sé que tres semanas de trabajo en realidad no es tan terrible, pero si trabajas con alguien que parece un poquitín bipolar, pueden resultar anímicamente agotadoras.
Hoy me dormí hasta tarde, bañé a mis perros con toda mi calma, pasé algunas horas comiendo chocolates con mi mamá y tengo planeada una salida al cine. Anoche, después de la reunión del Club, pasamos un buen rato con los chicos comiendo pollo, hablando de bodas (charla llena de indirectas para mi sufrido novio), y jugando al Hombre-Lobo. Parece un buen fin de semana, y aún tengo dos días más de descanso antes de regresar a Azkaban...digo, la oficina.
Creo que lo único realmente malo de los feriados y las vacaciones es que te engañan con un falso sentido de comodidad que termina abruptamente el día en que despiertas y debes regresar al trabajo. Por mí, no volvería nunca.
Todo mundo me dice que cuando reciba mi sueldo me sentiré algo mejor, pero no creo que nada logre compensar el trabajo. Es cierto que la mayor parte de los platos rotos los paga mi compañera (que es un cacho más lenta que yo, así que comete muchos errores bobos), pero me destroza las nervios la incertidumbre de no saber exactamente de qué humor está mi Jefa, o si puedo hacer una pregunta o no. A veces puedo hacerla y obtener una respuesta directa, otra veces no y se arma la gorda en que mi otra personalidad, la loca que se atreve a todo porque no le teme a nada, trata de salir a gritar más fuerte, mientras yo trato de que no se slaga y mi conciencia la jala para atrás recordándole que esas cosas no se hacen. Una lástima, si me preguntan.
Bah...pensaba escribir una entrada de como pienso relajarme un poco y quitarme el dolor de cuello y espalda en los dos días de descanso que me quedan, pero al parece ni la perspectiva de un feriado me quita la sensación de encierro y paranoia que estoy empezando a desarrollar. Como si necesitara volverme más loca.

viernes, 12 de agosto de 2011

Música

¿Alguien (aparte de mí, claro) ha notado que desde que "trabajo" (entre comillas, porque más se parece a una condena en el purgatorio) mi ánimo se ha ido a la m#$%&? No, no es su imaginación; mi ánimo sí que se fue a paseo. Entro a la oficina deseando que las horas pasen volando, que no me dé tiempo para cometer algún error estúpido, que trato de esconderme de las explosiones de enojo y poner cara de "realmente estoy escuchando y prestando atención" mientras por dentro, mi yo-loco grita más fuerte porque necesita salir de ahí antes de cometer una estupidez. Ni siquiera hoy que mi Jefa me dijo que se siente satisfecha con mi desempeño, porque capto todo a la primera y no necesito que me repita las cosas, me sentí tranquila o feliz. Lo único que pensé fue "Por favor, no dejes que me vuelva indispensable porque a la primera oportunidad, yo escapo".
Lo único que me ha mantenido a flote estos días fue la perspectiva del concierto del Requiem de Mozart, otra vez presentado con piano. Podían haberme gritado todo el día, podían haberme presionado para que sienta una "identificación" que no me llega por ningún lado, podían haber pasado mil cosas, pero no importaba ninguna en el momento en que llegaba al salón, me reunía con mis compañeros de coro y comenzaba a meterme en el papel de Cantante.
En general, tengo un pánico escénico bárbaro, no me ponen en un escenario ni delante de una cámara ni a balazos. Sólo para cantar (y tal vez para tocar piano) me subo con gusto a un escenario, sonriendo feliz, y por esa hora que dura el concierto siento que soy yo misma, nadie más que yo, tal como debería ser, sin ninguna máscara ni nada que ocultar ni callar. Incluso me veo distinta en las fotos: segura, confiada, con todas las ganas de estar ahí y en ningún otro lugar, con toda la intención de dar todo porque eso es lo que realmente importa.
Acabo molida, con dolor de espalda, de pies, y si estoy resfriada (como ahora), de garganta e incluso de cabeza, pero todo eso vale la pena por el momento vivido, por sentir que la música me eleva encima de la realidad. Realmente, Dumbledore tenía razón, la música es magia más allá de cualquier cosa que uno pueda imaginar. Mientras canto, soy más bruja que nunca (en el mejor sentido).
Suena extremadamente cursi, y desearía poder decirlo de otra manera menos rebuscada, pero no la encuentro. Tal vez debería cantarlo, y transformarme en la mejor versión de mí misma.

domingo, 7 de agosto de 2011

Fiestas mágicas

Un nuevo aniversario del Club. ¿Qué hicimos? Decidimos repetir receta, en vista de que nos funcionó bien y nos divertimos como monos el año pasado: Tres clases en diferentes horarios, aunque por cuestiones de espacio sólo se podía elegir dos. Escogí DCAO y CCM (algún fan de Harry Potter sabrá qué significan esas letras, yo tengo flojera de explicar), y me quedé sin Adivinación (aunque, considerando que dí esa clase el año pasado, no se podría decir que la necesito, ¿verdad?).
Conseguí un montón de puntos en la primera clase, pero después, el psicópata del auror que daba DCAO me dijo sabelotodo en la siguiente clase. Digo yo ¿Qué culpa tengo de leer todos los libros y tener memorias fotográfica, eh? Ninguna.
De todas formas, la pasé re-bien. Entre la reta que me dio el psicópata y los huevos de dragón, me la pasé muriendome de risa en las clases. Me recordó a mi época de estudiante de Colegio...claro que en esa época tenía la mala manía de tomarme las materias demasiado en serio.
DEspués de eso, la fiesta se pasó en los entretenimientos habituales del Club en modalidad Fiesta: Comida, caramelos, gaseosa, más caramelos, papas fritas, más caramelos, telegramas, más caramelos y baile. Eso último merece una mención especial.
Resultó que nuestro querido Harry, también conocido por los muggles como Mija, no sólo tiene un apellido ruso, también tiene la agilidad para hacer el bailecito ese de los cosacos. El hombre es un cajita de sopresas.


viernes, 5 de agosto de 2011

Estrenitos

Dado que mi celular hizo "mutis" de mi vida, obligado por personas crueles y circunstancias desafortunadas, he pasado una semana incomunicada. La parte buena era que podía perderme con relativa inpunidad, la parte mala era que nadie podía encontrarme en caso de urgencia. En cierta, forma disfruté de mis días de aislamiento comunicacional, pero era evidente que necesitaba otro celular.
Tal vez hubiera tardado mucho más en hacer algo, si no fuera porque me encontré un día con alguien había entrado a mi MSN desde mi celu. No pregunten como lo sé, simlemente, confíen en mi palabra y en mis dotes de observación: para alguien que saba ver, era más que evidente que alguien se había metido a mi cuenta. Medidas de emergencia y demás (tuve que cambiar varias de mis contraseñas), era evidente que, si lo habían hecho una vez, nada les impedía hacerlo de nuevo.
Mi papá consiguió alguien que bloqueara mi pobre jabón Pimpón y...ese es el fin. Mi sufrido novio me prestó, de momento, su celular viejo (él tiene uno nuevo). Así que, técnicamente, estoy estrenando celu.

martes, 2 de agosto de 2011

Del dicho al hecho

¿Recuerdan lo que dije en la anterior entrada? Ok, es superior a mis fuerzas mantenerme cuerda y feliz en el trabajo, o me vuelvo loca y soy feliz, o me mantengo cuerda y consciente de mi mala suerte. No se puede ser las dos cosas a la vez, al menos en cuanto a trabajo se refiere. Sí, sé que apenas he estado ahí 8 días, pero me parece que han sido largos como años de tormento.
Hoy tuvimos una tarde especialmente ajetreada en la Oficina, aunque, definitivamente, la cereza del helado fueron un par de niñas que llegaron con su madre y dos amigas de la madre. Mientras las amigas charlaban alegremente, las mocosas daban vueltas por toda la oficina, levantando todo, urgando todo y ensuciando los escritorios con sus manitas llenas de grasa.
Debo tener más paciencia de la que creo, y ser más fuerte de lo que creo a pesar de mis quejas, porque a pesar de todo, logré sobrevivir a un día francamente malo, sin largarme a llorar y sin darle una buena palmada en las manitas a las niñas metiches. Tal vez, en otra circunstancia hubiera tomado la situación con algo más dle ligereza, pero después de lo que pasó con mi celu...lo siento, nadie se acerca a mi escritorio, gracias.
Y, por cierto, la nota graciosa: Añadí un nombre más a mi lista de "Nombres raros/crueles qe tiene la gente", que espero poder publicar algún día acá. ¿Quién le pone a su hija BENIGNA VACA?

lunes, 1 de agosto de 2011

Nuevo mes

Tal vez uno de los recuerdos más claros de mi infancia (que, por cierto, no son muchos) sea el de un agosto en específico. No recuerdo el año, pero no debía tener más de diez años. Ese agosto fue terrible. Accidentes, hospitalizados, enfermedades, inundaciones, todo lo que podía salir mal, salió mal.
Tan malo fue que sigue siendo "Ese Agosto" en los anales de la familia. Tal vez fuera casualidad que todas las cosas malas pasaran casi al mismo tiempo, en el lapso exacto de ese mes, pero mi mamá tenía otra explicación que aún considero válida: El 1° de Agosto (de Ese Agosto, claro) nos juntamos desayunar como cualquier día hábil (supongamos que era un martes), pero todos estábamos de un humor de perros. Ni siquiera recuerdo los motivos, pero parecía que estábamos todos contra todos y hubo algunos gritos antes de que cada quién se fuera a los suyo.
La teoría de mi mamá es que, si uno empieza mal un mes (de mal humor, o enfermo, o cosas por el estilo), le irá mal todo el mes. Casualidad o atracción de malas vibras, fue un agosto desastroso.
Hace 42 minutos (según mi reloj) empezó un nuevo Agosto. Entre todas las cosas malas que me han estado pasando últimamente, me vino ese recuerdo y me puse a pensar (una gran desgracia, muchas veces). ¿Cómo quiero que sea este mes? ¿Quiero seguirme regodeando en mi miseria o hacer algo para salir de eso? Por muy tentador que suene el regodeo, supongo que tengo que tener algo de fe para salir de la sartén, ¿verdad?
Nada me impide buscar otro trabajo, algo de lo que sí sepa y donde me permitan escribir bien y no hacer un trabajo mecánico que me va matando las neuronas una a una. Puede que se vea muy mal dejar un empleo al poco tiempo de empezar, pero mi salud mental (o lo que queda de ella) lo vale. Mientras tanto, trataré de convencerme de que mi trabajo no es tan terrible, en el hipotético (y más que probable) caso de que tenga que resignarme y quedarme ahí. Las cosas graciosas están a la orden del día, la cosa es saberlas ver y disfrutar con esos pequeños regalos en el mar del aburrimiento.
Así que, y rompiendo mi filosofía de que los "propósitos" de año o mes son un desperdicio de tiempo de los bobos, me propongo tener otro Agosto que pueda recordar, que sea "Ese Agosto" en el que pasaron todas las cosas buenas.


p.d. Debe ser el sueño el que me puso cursi...