Si hay un tema del que me gusta quejarme (entre los muchos que tengo) es mi adolescencia. Probablemente, fue (o al menos, así lo creí por mucho tiempo) la peor época de mi vida. Si al desbarajuste hormonal, las crisis emocionales, la mudanza de una ciudad a otra, las mil manías que desarrollé por esa época, le suman mi completa falta de habilidad para adaptarme a las sociedades y tolerar tonterías, pues tienen que pasé varios años de mi vida como la "raleada" del curso.
Siendo ecuánime, he de admitir que, aunque como toda adolescente, muriera por un poco de aceptación, no es que me esforzaba mucho por hacerme más simpática a mis compañeras. Francamente, era bastante odiosa, y me lo dijeron varias veces de varias maneras, claro que como sus comentarios eran para condenar mis comentarios sobre algunos actos tontos y cuasi destructivos, no hacía mucho caso de ellos.
El punto es que pasé el colegio con sólo dos amigas reales, hasta tres si me siento generosa. El resto (más de 60 chicas, si contamos los dos cursos en los que estuve) podían irse un poco al cuerno en lo que a mí concernía.
Pero, anoche agarré a mi hermana menor con una inocente pregunta sobre el estado de una de sus amigas, o la que yo (ingenua de mí) aún consideraba su amiga. No se necesitó darle mucha cuerda para que se embarcara en un largo (y bastante atravesado) monólogo sobre como dicha persona apenas habla con ella, y una larga serie de sus faltas y pecados, sazonado por las faltas y pecados del resto de curso, de lo que pude deducir varias cosas.
Si bien mi(s) curso(s), siendo de sólo chicas, tenían un gran tendencia al drama y a las peleas internas entre "grupos", jamás había escuchado una serie de problemas tan enrevesados que dejarían de figuritas a una telenovela mexicana, de esas bien cebolleras. Sospecho, en base a mi experiencia, que a pesar de que las niñas del curso de mi hermana han crecido con los chicos en el mismo curso, aún no han aprendido como tratarlos, ni como tratarse a sí mismas alrededor de los chicos, y eso resulta en esos infinitos dramas en que las chicas se pelean por tipos que no valen la pena sólo porque...bueh, creo que una a esa edad cree que lo más importante en la vida es conseguir un chico.
De ahí a esa tendencia a hacerse grupitos con nombres ridículos que parecen un híbrido entre pandilla y fraternidad gringa, y que los miembros de los grupos se pelean y se odian entre ellos y acaban generando nuevos grupitos ridículos, hay un paso. El hecho es que me decepcioné (más) de las nuevas generaciones, si es que son el futuro de la humanidad y demás se puede afirmar que estamos bien fritos.
Pero, comparando mi adolescencia con la actual, he de admitir que ser la "raleada" tuvo sus ventajas. Aprendí, a riesgo de recibir desprecio y críticas, a tomar mis propias decisiones y ser (bastante) yo misma. Puede que no sea un éxito laboral o económico, pero me siento bastante en paz conmigo misma en cuanto a las decisiones que he tomado, a pesar de todo.