En verdad, verdad os digo que este mes (espero no este año) se tomó muy en serio el reto de "sorpréndeme" de los ociosos que no saben qué más publicar en sus muros del face. Las cosas siguen sucediendo, una tras otra, grandes y pequeñas, sazonando un enero más que movido. Lo extraño de todo esto es que (aún) no me he echado en un rincón a llorar, incluso cuando no faltaban ni ganas ni motivos para hacerlo. Estoy recibiendo todo con una tranquilidad (casi) budista...o casi.
Por ejemplo, hoy que me aplacé por primera vez en un examen de tiro, no me puse a llorar, ni a lanzar maldiciones. Estaba decepcionada, pero dado que ya sé lo que hice mal, puedo tomar el examen en dos semanas más y hacerlo correctamente. Alguna vez tenía que pasar, reprobar un examen y eso, verdad?