lunes, 29 de septiembre de 2014

Ciclos

No tener nada que hacer (o no tener nada de ganas de hacer lo que debería, en mi caso), lleva a perder el tiempo de formas muy peculiares y algo bobas, pero que como no haces otra cosa hasta te las tomas como si fueran lo más trascendental del mundo. ¿Qué me puse a hacer hoy en lugar de hacer algo realmente productivo? Respuesta: Contar blogs activos.
Se han debido fijar ese botoncito de "Siguiente blog" que sale encima del encabezado de casi cualquier blog. Ese botoncito manda a otro blog al azar (creo). Hasta ahí, nada fuera de lo normal, ¿verdad? Saltando de un blog a otro, me di cuenta de que había muchos, muchísimos abandonados, con más de un año sin actualizarse en la mayoría de los casos. 
No recuerdo ya mucho de estadística, muestra, muestreo y todas esas cosas tan entretenidas de calcular en una investigación, así que puse un tope de 100 y me puse a contar cuántos blogs había abandonados, activos de este año, y activos de este mes. Resultados:
Activos en el último mes: 18
Activos en el año: 21
Inactivos desde el años pasado: 61

Más allá de sus temáticas, una buena parte de los inactivos tenían como última nota algo así como "etapas superadas, ya no hay tiempo, nada que escribir" y cosas por el estilo. Cada quién tendrá sus motivos o la falta de ellos, pero mi gloriosa vuelta me llevó a preguntarme cuando me llegaría el turno de abandonar mi blog por el motivo que fuera. 
Llevo más de 900 entradas, y aunque debo admitir que no soy la más constante de las blogueras, no veo un momento cercano en que cierre este blog. Son demasiados años escribiendo aquí como para simplemente dejarlos.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Campañas

Época de elecciones, otra vez...Es el tiempo, querido compatriotas, en que los "partidos" se mentan mutuamente a sus madres y a todos sus antepasados, levantándose todos sus pecados pasados, presentes y futuros, y demostrándose en general cuánto se quieren. Si uno disfruta sus salud mental, es mejor no ver muchos canales nacionales ni escuchar la radio...y evadir los periódicos en todo lo posible, mientras se desarrollan las campañas.
Lo cierto es que hacer campañas políticas efectivas y, por decirlo así, elegantes, es un arte prácticamente desconocido en Bolivia. Tengo casi 30 años (horror de horrores) y no recuerdo ni una sola elección, presidencial o de alcaldes, en que los participantes hicieran verdaderas propuestas de gobierno. Como dije, las campañas están casi completamente basadas en echar la culpa de todos los males del mundo al otro, o negar las acusaciones de los demás. 
El detalle de todo este asunto es que la campaña electoral en curso está siguiendo los mismos patrones de siempre, sin la más mínima modificación. La oposición es realmente estúpida y no me asombra que hayan perdido tan feamente las dos últimas elecciones generales. Se la buscaron, por así decirlo. 
Entre las joyas propagandísticas de esta temporada tenemos un muy estiloso rap:

Podría decir que, hipotéticamente, estaría de acuerdo con varias cosas que indica el rap, pero (siempre tengo un pero) me detuve en la parte de los docentes. Mi esposito, que por cierto es docente, me había comentado de este rap, así que la siguiente vez que lo pusieron en la radio me paré a escucharlo con atención. Si hay algo que odio y desprecio mucho es esa idea tremendamente alienada que dice que todo lo que viene de afuera es bueno, y todo lo nacional es, ergo, malo. Me toca verlo casi todos los días en el trabajo, en las caras de los snobs y jailones que fruncen la nariz cuando ven algo hecho en Bolivia y piden sólo marcas extranjeras como si hubieran sido tocadas por Cristo o algo así.
Siendo mi esposo un docente universitario, una de las personas más inteligentes que conozco y muy bien preparado para dar su clase (y cualquier clase, si me preguntan), y que conste en actas que no lo digo sólo por estar casada con él. Lógicamente, en mi paso por la universidad, me encontré con muchos docentes buenos y otros que eran, francamente, un desperdicio de sueldo, y seguramente todos han atravesado esa misma experiencia en cualquier nivel de su educación.
Siguiendo ese razonamiento, es obvio suponer que así como aquí hay buenos y malos docentes, en el exterior (ese tan idealizado exterior) también deben haberlos. No todo lo que viene de afuera es bueno, y que traten de meternos esa idea (y que mucha gente esté de acuerdo con ella) es una prueba de cuán poca autoestima tenemos como país...por no decir que habla pésimamente de la falta de ideas en política.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Escrito al paso

Copiado de mi libreta de notas. Lo escribí justo después de leer cierto pasaje de "La guía secreta de Harry Potter" por el Cronista de Salem.

Maestro de la Muerte es aquel que no sólo acepta la mortalidad, sino que entiende que hay cosas peores que la muerte. Suena muy bonito, ¿pero de verdad era necesario reunir las tres reliquias para llegar a esa conclusión?  De hecho, ¿no se supone que Harry ya lo había aceptado, y por eso se dirigía hacia Voldemort en aquella noche en el bosque? El titulo rimbombante queda en agua de borrajas, ya que la tenencia simultánea de la Varita de Saúco, la Capa de la Invisibilidad y el Anillo de la Resurrección no implicaba ningún cuarto poder, sino sólo un sobrepeso de trastos en el cuerpo. Está visto que no hacía falta ninguno de estos tres objetos para ser Maestro de la Muerte, por lo que Albus Dumbledore se hubiese ahorrado muchos disgustos de enterarse a tiempo (Cronista de Salem, 2009).
El título de Maestro (Amo) de la Muerte, si bien está relacionado a la posesión de las Reliquias, acorde a la leyenda, en realidad (y eso es lo que Rowling trata de enfatizar, en mi opinión) está más relacionado con la búsqueda de las Reliquias y el propósito de la búsqueda.
Antes que Harry, y aquí elucubro en base a los datos que se conocen de la historia, más que nada en relación a la Varita, los magos y brujas que pudieron conocer la existencia de las Reliquias y las buscaron, lo hacían por el mero deseo de poder y más poder. Basta ver el rastro de sangre que marca el paso de la Varita de una mano a otra. Incluso Dumbledore las buscaba por ese motivo en su juventud.
El momento en que Harry acepta que debe morir por sus amigos, ya es el dueño real (aunque no poseedor físico) de las Reliquias. Para llegar a ese momento, ha pasado por miedos, pruebas y sufrimiento, ha luchado contra las fuerzas del mal y el objetivo de su búsqueda de las Reliquias se ha transformado: aunque podría haber confiado en las Reliquias como arma y oportunidad, cae en cuenta de que hay cosas que no podrá controlar al final y acepta la muerte, a pesar de que tiene miedo (y sería un tonto si no lo tuviera). Es por eso que puede usar las Reliquias sin temor al peligro que engendran y que tantos problemas causaron a los que, conociendo su poder, las usaron antes que él con diferentes motivos.
Consideremos por un momento que la saga de Harry Potter es una historia de crecimiento personal. Aquellos que estuvimos con Harry "hasta el final" lo hemos visto transformarse a medida que crecía, aprender de sus pequeños y grandes metidas de pata, y convertirse en un hombre de bien y un héroe. Pensemos por un momento en el camino de los héroes, y es fácil darse cuenta de que aquellos que cayeron más rápidamente fueron los que confiaron demasiado en "sus grandes dones", o"poderosas armas", y no admitieron sus debilidades ni vieron los escollos del camino más que como peligros y estorbos. Fallaron porque, aunque nobles, buenos y poderosos, no pudieron encontrar la humildad ni la fuerza que proviene de ella.
Tal vez la posesión de las Reliquias no sea realmente necesaria para ser Amo de la Muerte, pero la búsqueda es lo importante y lo que aprenda uno en el camino, las decisiones que se tomen al momento de la verdad. Por eso, hubiera sido absurdo y ridículo que las Reliquias concedieran un "cuarto poder" que salvara mágicamente al héroe. Sí, la magia es genial, pero el punto de toda la historia es que hay cosas más importantes que el mero poder o la habilidad mágica.
Harry podrá no ser el mejor mago de todos los tiempo, o el mejor de su clase, pero definitivamente, "es el mejor hombre", como dijo Dumbledore.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Conformismo?

Hace unas semanas, escribí sobre la moda de leer libros en términos muy condenatorios. No es mi costumbre retractarme, odio cuando eso sucede...y no lo verán ahora. 
La parte buena de estar en una red social, como Facebook, es que una puede ver varias opiniones sobre temas que le interesan en grupos relacionados. Por ejemplo, aunque la chiquita "reader" fue el desencadenante de esa entrada, era algo que venía rumiando por un tiempo, más que nada por muchas de las publicaciones y "debates" publicados en un grupo para compartir libros. La pelea viene por temporadas, se pone peor algunos días a la semana, y después vuelve a salir por cosas más bobas que antes, pero casi siempre se llega al mismo tema y los defensores de ambos lados usan los mismos argumentos remanidos. En lo personal, uno de los que me provoca más risa, por lo básico de su lógica, es: "Cada quien lee lo que le gusta, leer es leer y es lo importante". 
Como muchas cosas en este mundo, podríamos considerar esa afirmación como cierta, nadie logra leer algo que no le gusta (por ejemplo, en mi caso particular, no logro hallar disfrute en un libro de filosofía). La segunda parte de la afirmación es lo que me preocupa: leer es leer.
Hace muchos, muchísimos años, una tía y mi abuela vivían cacareando sobre una prima mía, unos años menor que yo, y que en esa época debía tener alrededor de 5 o 6 años, que ya había leído como 200 libros o algo así. Creo que lo más molesto del asunto es que mi primo y yo, que vivíamos para vernos en el verano y discutir nuestras lecturas anuales, jamás recibíamos ese tipo de crédito, sólo críticas no muy simpáticas. No hay que ser un genio para darse cuenta de que mi humor se fue al cuerno por buena parte de ese verano, hasta que mi primo me dio un buen consuelo: "¿200 libros de cuántas páginas? Leer libros de 2 páginas no cuenta". 
No era el pensamiento más caritativo de nuestra parte, pero la lógica es válida. Vivimos en una época en que los menores esfuerzos son elogiados como grandes logros, en que  el mínimo emprendimiento es completamente aceptable, y todo en aras de un conformismo generalizado disfrazado de "aceptación" y "respeto" a las diferencias. Sí es cierto que hay que respetar a las diferencias y aceptarlas, pero no cuando eso tiende a la mediocridad colectiva.
"Leer es leer, sin importar lo que se lea" es una faceta de ese conformismo, porque esta nueva generación de "readers", en su mayoría, se conforman con sus libros de moda, exigiendo respeto para sus gustos, pero sin admitir su propio estancamiento. Ay de ti si criticas, con mejores o peores palabras y argumentos, sus preferencias, porque te saltarán al cuello llamándote de todo, "snob" entre lo más delicado.
Tal vez no sea yo la persona más adecuada para catequizar sobre el tema, pero creo que siempre se debe aspirar a algo más, a ser un poco más. Restregarle tu "superioridad" en la cara a los demás es desagradable, pero ver a los que defienden su conformismo es simplemente patético.  
Es como leí una vez en un ensayo (justamente sobre los libros que "hay que leer"), y con esto termino:
Nuestra percepción de la solidez del entorno y nuestra propia identidad se fracturan si no contamos con supuestos básicos comunes sobre el mundo. Aquel que no reconoce a sus padres, pierde su memoria y, consecuentemente, su identidad. No puede comunicar a otros quién es. Esto vale asimismo para la memoria cultural. El que renuncia a ella, pierde su identidad y se excluye voluntariamente de la herencia común.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Los odiados por los dioses

Algo bueno de los libros, o al menos me gusta verlo así, es que permiten al lector evadirse de su realidad, sea la que sea. Dado que, generalmente, la realidad no es precisamente hermosa y agradable, la evasión funciona de maravilla, incluso si el libro no es precisamente optimista o feliz (Una nota sobre la realidad: originalmente, esta entrada debía tratar de la serie de problemas en el mundo, pero como esos no se me van...para la siguiente). 
Pero, ¿qué sucede si el libro está lleno de desgracias desde el título? ¿y si el relato se la pasa anunciando cada calamidad por ocurrir a los pobres protagonistas? Lo usual es que, de una manera u otra, más o menos, al final de la historia, los protagonistas alcancen un relativo estado de felicidad. Pues, queridos míos, este no es ese caso. "Una serie de eventos desafortunados" o, como dice mi traducción, "Una serie de catastróficas desdichas" relata la vida de los niños Baudelaire (hermoso apellido, si me preguntan) desde el momento en que sus padres mueren en un incendio que, además, destruye su mansión. Las pobre criaturas pasan de tutor en tutor, siempre perseguidos por un villano de lo más malvado y desagradable, el Conde Olaf, empeñado en quitarles su fortuna.
Lo esperado de los protagonistas de los libros es que puedan vencer las dificultades y a sus malvados enemigos con sus increíbles dones y la eventual ayuda de sus allegados. Violet es una gran inventora, Klaus es un gran lector e investigador, y Sunny tiene afilados dietes y buen gusto para la cocina, y de una forma u otra se la ingenian para escapar del Conde Olaf una y otra vez, pero su entorno no ayuda para nada. Al parecer, una gran mayoría de los adultos que los rodean son personas mezquinas, tontas y muchas veces crueles.
Podría parecer que a lo largo de trece libros, con una línea temporal de alrededor de dos años, la trama se pondría algo repetitiva. A pesar de que los métodos del Conde tratan de ser originales, casi siempre cae en un molde, y los niños siempre escapan por los pelos, haciendo gala de sus habilidades ante la estupidez colectiva que los rodea, y revelando al villano a pesar de sus disfraces. Pero, en cierto punto de la historia, la idea cambia algo y los niños, empiezan a cuestionarse seriamente hasta qué punto ellos son los buenos y Olaf es el malo. 
Aún así, los Baudelaires comprenden que, incluso con el mundo entero en su contra, se tienen unos a otros para cuidarse y siempre hay cosas buenas y nobles en un mundo lleno de perfidia...y con eso se prueba que se me pegó el estilo de todos esos dramas.


lunes, 8 de septiembre de 2014

Largos días

¿No han notado que hay épocas en que una no parece salir de una para meterse en otra? Estos últimos días han sido demasiado locos y llenos de cosas para mi habitual y sedentario estilo de vida. No se puede controlar todo, y a veces resulta que incluso lo que se controla tiene una chance de salir del revés.
Creo que más que cosas "malas", lo que pasó fue que estuve tan ocupada, con una cosa y con otra, que no tenía el ánimo de escribir nada que valiera la pena. A ver, novedades: ya vi el segundo episodio de la nueva temporada del Doctor Who, organicé un equivalente al Risk para el Club, revisé una tesis larga y algo aburrida, como años de tormento, y estoy a un libro y medio de terminar la serie de "Una serie de Catastróficas desdichas". Entre otras noticias, mi faringitis a vuelto a la vida...o se niega a morir, como lleva haciendo desde hace meses. Supongo que tendré que volver al médico para una nueva tanda de tabletas.
Sospecho que mi vida se está volviendo aburrida...