lunes, 29 de abril de 2013

Lo que todas las chicas quieren

No es un auto, no es un avión, ni siquiera es un marido/novio adinerado. Lo que todas las chicas quieren (y si no lo quieren, deberían) es una navaja suiza. He dicho.
Una navaja suiza te puede sacar de mil problemas, es una herramienta siempre útil, que siempre se puede reparar. La única forma de que una navaja suiza no funcione, según escuché sabiamente hoy, es que te la roben o la pierdas.
Hace mucho que quería una navaja suiza, más que nada para no ir por la vida buscando destornilladores, o tijeras, o pinzas, o estiletes para cortar, o sacacorchos para el hipotético día en que aprenda a abrir una botella de vino sin ayuda. La otra parte de mi deseo de una navaja suiza se iba más por el lado de que se ven muy monas.
La parte mala de una navaja suiza es que es algo cara, al menos las originales lo son. Claro que justifica su precio completamente, pero no es algo que uno vaya comprando como se compra caramelos o calcetines. Es, como se dice, una inversión a largo plazo.
Supongo que, por eso, verlas con 15% de descuento en la Feria, me tentó. Había pensado, inicialmente, comprarme una chiquita, de esas para niña que tienen navajita, tijerita, y lima con destornillador plano, además de la clásica pinza y mondadiente, pero mi esposito me convenció de que aumentando un poco más (que tampoco era mucho), podía comprarme una que tuviera más cosas y algo más grandecita. Y para caer en tentación yo no necesito que me empujen...
  Lo cierto es que mi navajita (aún sin nombre) me salió relativamente económica y tienen 11 accesorios (incluyendo la argollita de llavero, que conste), aunque los accesorios sirven casi todos para más de una cosa. por ejemplo, el abrelatas, también es destornillador plano delgadito. O el destapador de botellas, también sirve como destornillador plano, encorvador de alambres y pelacables (al fin podré pelar un cable sin cortarme los dedos en el proceso). Sí, fue una buena compra.
 

martes, 23 de abril de 2013

Reminiscencias

(¿Dudas sobre el título? Busquen en el diccionario. Gracias).
Ayer nos pusimos a vaciar algunas cajas (de las miles que aún tenemos sin vaciar) para poder meter la mesa redonda que nos compramos (que, por cierto, nos salió bastante cara, aunque no tanto como otras que vimos). Dentro de una de esas cajas (¿o era una de las bolsas que también vaciamos?) estaban varias de mis agendas de otros años, más específicamente, todas las comprendidas entre los años 2002 y 2008 (eso es mucho papel, si me preguntan) y dos de mis antiguos diarios (sí, solía llevar diario).
Acusemos a todas la drogas que me tomé para quitarme este molesto resfrío que traigo encima, por el ataque de nostalgia que me dio como para sentarme a leer uno de mis diarios, el último que realmente escribí. Este diario es especial por varios motivos, para empezar es el único que no era de papel de colores y perfumado, si no de una papel grueso rayado y con bordes dorados, que se cerraba con unas cintas (había que hacerle una moña). Es muy bonito, la verdad. Pasé a este diario después de que se me acabara el cuaderno de Artes Plásticas que tuvo la mala suerte de acabar rayoneado por todos lados con mis emplumes adolescentes del año que estuve en Sucre. Por las fechas, lo comencé alrededor de mayo del 2004 y la última nota es del 16 de noviembre de 2005, escrita justo después de que mi esposito (antes conocido como sufrido novio) se declarara. 
¿Qué tienen de especial las fechas? Simplemente fue uno de los años más extraños de mi ya no tan corta vida. Resumamos la cosa, que es muy patética, y quedémonos en el mal de amores que me dio. Nunca fui una adolescente conflictiva, o rebelde, o depresiva, que no quiere decir que fuera un rayito de sol (vivía enojada la mitad del tiempo), pero durante los difíciles años que van de los 13 a los, digamos, 18, supe mantener mi cordura y enfocarme en las cosas importantes (el colegio, el colegio y el colegio...¿mencioné el colegio?).
Así que resultó algo extraño leer las notas del tiempo que estuve más deprimida que vaca yendo al matadero. Ni siquiera tenía el pretexto de ser adolescente ya, tenía 19 yendo a 20. Tres cuartos del diario es quejadera, quedajera y quejadera.
Lo gracioso es que, contrariamente a mi costumbre, no me pareció tan repulsivo leer tanta sandez (y saber que la autora era yo misma). Simplemente, me dio penita por la chica que era (con tanta huevas en la cabeza), y me hizo pensar en las cosas que podré decirle a mis futuras hijas sobre el mal de amores: "Hija mía, todos los hombres, exceptuando a mi padre y al tuyo, son unos idiotas. No te tomes a ninguno en serio hasta que cumplas los 25".

jueves, 18 de abril de 2013

Historias departamentales

Y bueh, nos mudamos. El domingo nos vinimos al nuevo departamento con camas y petacas, como se dice. Muy previsoramente, ya habíamos estado trayendo algunas de las cajas más molestas, como las de los regalos de boda, y las últimas con las cosillas que quedaron sueltas en nuestro cuartito y que tuvimos que meter en otras cajas. La idea era sólo quedarnos con la ropa del día, las bolsas de ropa, los muebles y una que otra cosillas que pudiera quedar por ahí.
Lastimosamente, la mitad de mis planes de tuercen, así que resultamos cargando la vagoneta de mi papá con miles de cajas y cajitas que estaban dando vueltas por ahí. De las lágrimas y despedidas ni hablemos, porque me deprimo, y vámonos directo a la parte en que Marce, mi hijaAdri y Zote se quedaron a ayudarnos el traslado.
Creo que la mejor parte de esa mañana fue ver a mi esposito y a Zote tratando de armar la cama...del revés, o sea, con las patas hacia arriba. Su plan, teóricamente, era voltearlo cuando tuvieran listo el armazón en que va el colchó, pero creo que no resultó bien. Tuvieron que armarlo del lado correcto mientras nosotras reíamos como locas. La verdad, aún sospecho que se va a caer cualquier rato (la cama), hace ruidos extraños cuando me lanzo encima con todo mi peso. Espero que sea que se está asentando o algo así.
La primera noche fue como volver a nuestra primera noche en el cuartito. No se podía dormir. ¿Por qué? Sencillo. Se nos ocurrió cambiar de edredón por uno que nos regalaron en la boda y que resultó ser algo chiquito. Como estamos acostumbrados a dormir sin frazada, no le pusimos más que las sábanas y el edredón a la cama. Gran error. Al menos yo, dí vueltas todo la noche buscando el extremo del edredón para cubrirme, porque mi esposito de lo jalaba a su lado...supongo que porque él también andaba buscando cubrirse cuando yo jalaba la cosa esa hacia mi lado. Un desastre.
Lo cierto es que odio mudarme. Aparte del hecho de que ahora estoy lejos de mi familia, resulta que ahora toda la mudanza depende de mí (o al menos, la mitad teórica). Eso significa que no tengo a mi mamá o a mi papá para que se hagan cargo de ordenar la cocina, la sala, los platos, las ollas y demás huevas. Todo eso corre de mi cuenta.
La parte de comprar comida no es complicada, al menos no de momento. Simplemente nos fuimos al IC y compramos muchas cosas útiles y necesarias. Nada de superficialidades como papitas fritas, nachos, algún refresco, o cosas así para los recién mudados. De todas formas, el refri aún se ve pateticamente vacío.
La parte fea es la de vaciar las cajas. Hay cajas por todos lados, con una cosa y otra, y eso que pensaba haber botado a la basura muchas cosas que ya no eran necesarias. Empezando de mi ropa, hay muchas cosas que sobran, la peor de todas: vajilla.
Hoy se me ocurrió ordenar un poco las cosas que irán a la cocina y demás. Me encontré con que el mueblecito es muy chiquito para estar guardando las fuentecitas y cosas así ahí, y entonces me puse a vaciar las cajas de vajillas de la boda.
Cuando abrimos los regalos ya me había dado cuenta de que a todo mundo le dio por regalarnos platos, pero no había caído en cuenta de qué tantas eran hasta hoy. Me pasé la tarde y parte de la noche acarreando cajas con porcelana y sacando pieza por pieza para ponerlas en su sitio. Saqué en total 42 tazas, 42 platos planos, 42 platos hondos grandes, 6 platos hondos pequeños, una sopera, 3 teteras, 8 vasos, 4 copas, 42 platillos, 34 paneritos, 3 ollas, 1 licuadora, 1 sandwichera, 3 juegos de cubiertos, 2 sartenes, 9 fuentes y ahí perdí la cuenta. Aún me falta la vajilla más grade, pero esa puede quedarse un tiempo más en su caja. Hay un cerro de cartones y demás material de embalaje, y la espalda me mata. 
Lo grave es que el desorden de cajas y cajitas sigue por todos lados.

lunes, 8 de abril de 2013

Formas de transportar a una dama

Por: Meli, una dama
- En limosina, pero no tenemos tanto presupuesto.
- En caballo. Siempre es poético, aunque mucho de la poesía se pierde cuando el animal decide ir dejando su opinión por ahí. Eso sin contar que es caro.
- A pie. Los paseos son románticos...pero no en un día en que no hay autos para volver. Por no decir que cansa.
- En brazos...Déjenme soñar, ¿sí?
Considernado esas opciones, no es muy sorprendente que haya protestado tanto ayer. Digo, ser llevada sentada en la barra delantera de la bicicleta (más conocido aquí como ser "barreada") no es precisamente romántico, por no decir que es muy incómodo (todavía me duelen las piernas, por no decir el lugar de la cadera donde se me clavaba el asiento, el cuello por ir torcida, y la autoestima).
La siguiente, camino no más. Gracias.





viernes, 5 de abril de 2013

Partidas

A la velocidad a la que va la mudanza (muy lenta, por si no se dieron cuenta) y considerando que mi hermana mayor en realidad no se ha "ido" de la casa, había empezado a pensar que yo sería la primera en irme realmente. Digo, mi hermana aún come en casa con sus hijos y su esposos, mis sobrinos están aquí casi todo el día, el único momento en que mi hermana va a su casa es cuando sale de su trabajo, recoge a sus hijos y se va a dormir.
Sospecho que yo tampoco me iré muy lejos realmente, y supongo que aprovecharé cada pretexto que tenga para venir a visitar a mi mamá, y mucho más ahora.
Mi hermana menor (inmediatamente menor, no las otras dos que van debajo de ella) acaba de recibir su destino para cumplir sus meses de provincia. Tal vez deba ser más clara. No sé como es en otras partes, pero a los estudiantes de últimos años de Medicina acá en Bolivia, se les asigna un hospital de algún pueblo (cercano o lejano) para que cumplan tres meses de trabajo ahí. Antes era u año, por lo que sé, por eso lo llamaban "Año de provincia".
Eso significa que mi hermana querida, la que es incapaz de levantarse sin que mi papá la despierte, o tener limpia su ropa sin que mi papá la lave, o comer sin que mi papá le dé su plato, o poner a hervir agua sin quemarse, tiene que irse a un lugar perdido en medio del altiplano (o por ahí) y sobrevivir tres meses. Considerando que vivía cacareando que quería que la mandaran lejos para sus meses de campo y demás, aunque, claro, su definición de lejos implicaba el trópico (que no está  tan lejos ni dejado de la mano de Dios), que la manden a un lugar frío y demás es casi un sarcasmo (de parte de quién, no sé).
Así que mi pobre madre ahora tiene que acompañar con mi papá a una de sus hijas a dejarla en medio de la nada (aunque con gran cantidad de implementos para sobrevivir, como pan molde), y ver como la otra se va con camas y petacas el fin de semana (teóricamente, claro). No sé, pero si yo fuera ella, ya estaría empezando a deprimirme.