jueves, 23 de noviembre de 2017

La debacle del campeonato

Todo empezó la anterior semana, cuando una universidad local (de cuyo nombre no quiero acordarme) nos avisó que no podríamos usar su coliseo para el campeonato nacional porque el ministerio de deportes lo necesitaba para las mismas fechas (y eso que nosotros lo pedimos primero, pero en fin). Como era de esperarse, desde ahí todo fue cuesta abajo.
Así que después de una semana de incertidumbre y muchas llamadas innecesariamente largas, y nuestra búsqueda casi desesperada por encontrar otro lugar que sirviera y estuviera disponible para fechas similares, ayer al fin la Federación (o más bien, el presidente de la Federación porque el resto del directorio no existe, o no sirve, o está de licencia) nos aviso que no habrá campeonato porque los demás competidores no pueden con el cambio de fecha. Comprensible, pero igualmente molesto.
Lo realmente triste del asunto es que teníamos pensados o ya charlados un montón de auspiciadores, además de un montón de ideas para recibir bien a la gente. Eso sin contar los amigos a los que estábamos esperando y que tenían todas las ganas de venir y que ahora no veremos hasta el siguiente año.
Pero no hay que llorar mucho sobre la leche derramada, dicen por ahí. Y qué mejor forma de secar nuestras lágrimas que organizar nuestro propio campeonato en el formato que se nos pegue en gana.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Los percances de los regalos de cumpleaños

Oficialmente, tengo 32 años. Por algún motivo, aunque sé que debería, no me siento más vieja de lo que me sentía hace un año, o dos, o tres. Al parecer, los efectos positivos del ejercicio y de mi buena figura ganada a base comer como fiera y quemar calorías en el campo de tiro continúan. 
Mi cumpleaños fue bastante bueno, a pesar de estar cargando con un resfriado espantoso que me tuvo toda la semana moqueando y estornudando y estar apenas saliendo de lo que sospecho fue una infección estomacal la semana anterior a eso. Familia, comida deli, y amigos. 
¿Lo diferente? La llegada de los chicos de China justo ese día, y con ellos (específicamente, con Jorgito) mi arco nuevo. Después de varios meses, y bastantes dólares menos en nuestra economía, llegó mi precioso riser nuevo con mis preciosas palas nuevas. En verdad, verdad os digo que son de los arcos más lindos que he visto, y no porque sea mío solamente.
La parte grave de ese asuntito es que... las palas están super duras, incluso considerando que sólo son dos libras más que mis palas antiguas y que son más grandes también. Teóricamente, deberían ser más fáciles de jalar por su tamaño, pero en los dos días que estuve entrenando con ellas, me di cuenta que no es tan así. 
De momento, el marcador va Palas 2 - Meli 0. Ando con una makhurka espantosa en hombros y espalda, y mis brazos aguantan porque parece que aún estoy haciendo bien el ejercicio. Me cuesta encontrar mi anclaje, mantenerlo y no moverme cuando sale la flecha. Me duele el hombro izquierdo por tratar de mantenerlo bajo, y mis puntajes se han desplomado estrepitosamente.
El plan es tratar de manejarlas esta semana y media que vienen y ver si logro acostumbrarme y amoldar el arco. Si no, vuelvo a mis palas antiguas y me trago el orgullo de gastar 300$ en palas y no usarlas.