Rulito

Empecé a escribirte esto, hijito, el día en que te llevamos a la veterinaria por última vez. De eso, han pasado ya casi 3 años, y aunque el dolor de tu partida ya no es tan intenso como ese día, aún te extraño.
Te recuerdo en tus locuras de juventud y tus achaques de vejez. Te veo en las pocas imágenes que conservo de ti y las pocas cosas que dejaste. Me reprocho no haber sido una mejor madre para ti.
A veces, pienso en todas las personas cercanas a mí que han muerto en estos años, y aunque sería injusto decir que no lloré con sus partidas, creo que ninguna me afectó tanto como la tuya. ¿Qué hace que un perrito travieso y voluntarioso sea tan especial? Creo que es más fácil perdonar y amar a un ser que no hace daño con el propósito de hacerlo, y que sólo tiene amor para aquellos que ama y que lo aman.

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