viernes, 29 de julio de 2011

Mi vida apesta

Sospecho que he caído en la versión más aproximada a mi infierno personal que podría haber en la Tierra: un día igual que el otro, trabajo monótono y aburrido, sólo sazonado con pequeñas ridiculeces que no alcanzan a compensar todo la miseria que siento, y la incapacidad de ejercer mi especialidad, es decir, corregir cosas mal redactadas, poner tildes, comas y puntos donde deben estar. Yo, maniática de la lengua española, debo transcribir documentos que pueden tener 11 líneas seguidas y ni un punto para separar las oraciones.
Sí, hay cosas buenas como que mi jefa me tiene mucha paciencia (aunque sospecho que eso me acarreará problemas con mis compañeras a la larga), o me encuentro con nombres tan divertidos que me hacen desear reír a carcajadas (que no puedo). Pero ni aún así me puedo considerar mínimamente cómoda en el trabajo: no encajo ahí de ninguna forma.
No me caracterizo por mi exceso de paciencia, y esa frase que me soltó el otro día mi mamá (con la mejor de las intenciones, supongo) de "Tal vez es el momento de aceptar la voluntad de Dios...", me acabó de poner de los nervios. ¿De veras cree que ESTO es lo que Dios quiere para mí? ¿Que pase mis días unos tras otros sin hacer nada que no sea un trabajo aburrido? Me niego de plano a creer semejante idea, y que me lo diga mi madre que hace unas semanas no se cansaba de decirme que explote mis capacidades, que si quería estudiar música estaba a tiempo aún, y que yo era tan inteligente y tan apta para hacer lo que quisiera y me gustara, y etc, me parece casi una falta de respeto.
Como si no fuera bastante malo, ayer descubrí las desventajas de trabajar en una oficina que atiende al púlblico en general: mi celular desapareció misteriosamente de mis escritorio en un momento en que había un montón de gente ahí metida. Tengo a mi sospechosa y ninguna manera de recuperar mi teléfono.
Trataré de ser un poco más paciente, tengo que aguantar hasta que encuentre algo que sí tenga que ver con lo que estudié (¿o para qué rayos me quemé las pestañas cinco años?).

martes, 26 de julio de 2011

Aburrimiento mortal

Sabía que había una buena razón para no querer trabajar nunca de los nuncas en una oficina, lo sentía en los huesos y me conozco a mí misma más de lo que la mayoría cree. La razón es absurdamente sencilla: no puedo estar en un lugar en que el trabajo no exige nada, NADA de imaginació, nada de música, nada de libros (hay lectura, pero es tan extraña...) y nada de colores.
Además, estos dos días en la oficina me han hecho recordar una de las razones por las que no quise estudiar Derecho: Es aburrido, tedioso a más no poder, y se me debe estar pegando porque no encontré más que dos sinónimos para decir algo.
Tengo la mano izquierda medio acalambrada de tanto llenar el tal libro de protocolos de poderes o lo que sean, y probablemente tenga pesadillas con el tal Anko Arthur Stilma, gerente de SICIREC BOLIVIA, porque va el menso y saca como 1o poderes seguidos para lo mismo. Hay gente burra...
No espero que mañana me den algo más interesante que hacer, porque ¿qué podría hacer en una notaría una comunicadora? Si hasta la otra chica que es estudiante de Derecho está perdida como sordo en balacera, yo más. Quiero hacer otra cosa, quiero otro trabajo.

domingo, 24 de julio de 2011

Nieve en llamalandia

¿Sabían que en el Departamento de COchabamba está la mayor reserva de llamas de Bolivia? Ahora lo saben. No sé exactamente en donde está dicha reserva, pero estoy segura de que estuvimos muy cerca de ahí. Digo, vi más llamas que en toda mi vida, todas tan altivas y bonitas.
Había pensado hacerme un tatuaje en el hombro (una Clave de Sol, que además de bonita, serviría para recodarme siempre qué es lo que de verdad quiero) para despedir mi juventud y esas cosas, pero en vez de eso, nos fuimos de paseo a algún cerro (sigo sin saber cuál) con mi sufrido novio y unos amigos para ver la nieve. Bueno, el plan inicial era ver hasta donde nos llegaba el combustible (calculando ida y vuelta) para planear una futura excursión.
Sorprendentemente, el combustible aguantó bien y llegamos hasta la nieve, o lo que quedaba de la última nevada. No era mucho, pero igual era hermoso. La nieve es tan suavita, pero moja los guantes, quema las manos y si te golpean con una bola bien compactada, duele como un pedrazo. Jugamos como chiquillos, comimos pan con mortadela a montones, tomamos café calientito, e hicimos un muñeco de nieve chiquito. Rodeada como estaba de tres Gryffindor, lógicamente el pobre muñeco acabó vestido de amarillo y rojo (pinches leones), pero por un ratito me permitieron ponerle los colores de mi Casa. He aquí el resultado:



¿Lo único malo? No tenía la más pálida idea de que una se quema por el reflejo del solecito en la nievecita. Mi cara está hecha un trapo.

viernes, 22 de julio de 2011

Compradora compulsiva

Eso es algo que nunca he sido, al menos no cuando se trata de ropa, zapatos, maquillaje o cualquier cosa de las que entusiasma al 99% de las mujeres normales (me enorgullezco de no ser para nada normal). Si hay algo que podría comprar compulsivamente son libros y juguetes (en especial de Harry Potter, El señor de los Anillos, o Star Wars), pero como suelo estar escasa de fondos, pues no lo hago.
Para mí, salir a comprar ropa es un martirio, si lo hago tardo más en llegar que en comprar. Voy en plan "mira rápido, elije lo más sencillo y bonito que haya, fíjate que no sea muy caro, pruébate, compra, vámonos de aquí". Hacerme coser ropa tampoco es una opción, generalmente no lo hago y cuando lo hago es más del tipo "Hazme una falda bonita, medio amplia, ¿listo? Vámonos". Elegir modelitos, que si esto es má bonito que aquello, por muy incómodo que se vea, que si el corte acá o el corte allá, y cosas, definitivamente no es lo mío.
En mi opinión, la ropa debe ser cómoda, servir para múltiples propósitos (salir al cine, con los amigos, a beber, a jugar, etc, etc), no me entretengo en fruslerías. Tal vez por eso mismo es que siempre ando con pantalones jeans, poleras y tenis (zapatillas deportivas para los incultos). No significa que me vea desarreglada, no, simplemente que estoy más cómoda que toda la gente que vive trepada en tacones, con pantalones de tela incómodos (porque no se acomodan a ningún lado) y blusas de tela tan delgada que viven resfriados. Si alguna debilidad tengo en cuestión de vestir, son las faldas, pero como evito las oportunidades de vestirlas, pues están todas bien guardadas el fondo del ropero.
Eso sí, con esto de "mi nuevo empleo", mis papás juzgaron conveniente comprarme ropa, lógicamente, ropa como para usar en una oficina porque, en su opinión, no puedo ir con tenis, jeans holgados y poleras con estampados de Pac-man a trabajar, oh no, preciossso. Así que me dieron dinero (que nunca es mal recibido) y me mandaron de compras con mi hermana en calidad de "Asesora de modas", con claras instruciones de no dejar que me compre nada suelto ni estampado (y vi una polera que decía "I love chocolate").
Aún teniendo en cuenta mi inveterado odio por las salidas de compras, en especial las excesivamente prolongadas, fue un paseo interesante...y no precisamente por la ropa. Descubrí, por ejemplo, que la gente se ha encogido. ¿Cómo? se preguntarán. Es muy sencillo, mis jóvenes padawans, resulta que cada vez que me probaba un pantalón de esos que están de moda (bota chupada, ajustados y con cosas bordadas), dicha prenda de vestir, aunque me cerrara, me quedaba muy corta. Tenía que pedir que fueran largos para que me quedaran bien. No soy muy alta (1.70 m no es la gran cosa), pero si los pantalones estándar me quedan cortos, debo deducir que una mayoría de la población ha perdido tamaño.
Y la gran aventura del día. Después de una larga caminata comprando pantalones, una blusa, crema de peinado (para finjir que hago algo más que con mi cabello que simplemente atarlo), y algunas cosillas más, nos encontramos con X cantidad de dinero (No diré cuanto. Si alguno de mis conocidos lee ésto, me desprestigiaré ante sus ojos. Se dice el pecado, no la penitencia) que, por cierto, no era poco, pero tampoco mucho. Íbamos por ahí caminando, con la idea de comprar una blusa más cuando mi hermana ve una que, hay que admitirlo, era muy bonita y, definitivamente, algo que yo usaría. Pregunta el precio, digamos N. Convencida de que era una buena compra, mi hermana, a la que ingenuamente dí todo el dinero porque mis bolsillos no son los más seguros, sacó todo lo que quedaba, contó y pagó por la blusa. El resultado de la transacción fue:
X - N = 2.20 Bs.

Ahora, consideremos que el pasaje de micro para dos personas en Cochabamba es 3.40 Bs. (1.70 Bs po cabeza) y, lógicamente, cualquiera cae en cuenta de que estábamos en grandes problemas. Debo admitir que sabía lo que pasaría cuando compramos la blusa, pero no dije nada porque, por una vez, me dejé llevar por la imprudencia y el deseo de tener ropa bonita, así que parte de la culpa también es mía.
Supongo que sólo por eso, no hice un escándalo y me negué a comprar la tal blusa. Supongo que por eso, no me quejé por caminar varias cuadras mirando al suelo y rogando por encontrarme una moneda de 2 Bs por lo menos (obviamente, no hubo suerte). Y supongo que también por eso, no me quejé cuando mi hermana usó buena parte del crédito que me quedaba en el celular para llamar a casa pidiendo auxilio.
De veras, me tiene que ir muy bien en este trabajo o me sentiré mucho más culpable por comprar esa blusa tan bonita.

jueves, 21 de julio de 2011

Nuevas eras

Bueno, hagámoslo corto: Conseguí (o más bien, mi papá me consiguió...que feo suena) un trabajo. Nada que ver con mi carrera, nada que ver con mis gustos, nada que ver con nada, pero es un trabajo. ¿Qué se yo de Derecho? Nada (para empezar, soy zurda, jaja), pero ahí estamos, a punto de comenzar a trabajar en una notaría, nada menos.
Estuve deprimida por muchos días, de veras, la idea de trabajar en una oficina y de vestirme estilo "señorita" con pantalones de tela (y no jeans), con blusitas (y no poleras) y con tacones o zapatitos decentes (y no tenis) es de por sí escalofriante para mí. Al final de cuentas, supongo que si te dan a elegir entre aburrirte en casa o aburrirte en una oficina y que te paguen por ello...

Indignada

Como si no fuera bastante que para encontrar un trabajo te pidan dos años de experiencia que nadie te quiere dar, resulta que para hacer un concierto en el Teatro Achá también te piden que te hayas presentado dos veces en el Teatro Adela Zamudio, que hayas grabado discos, que seas "profesional" y, lógicamente, no "tan joven" como nosotros.
¿Cómo diablos se supone que un coro de gente joven, dirigido por alguien joven, llegue a ser conocido si los encargados de uno de los principales escenarios de la ciudad arman un lío porque "son muy jóvenes" y "no son profesionales"? Es la segunda cosa absurda que he oído en mi vida (junto con la del trabajo, lógicamente).
Parece que todos los hados están conjurando contra este concierto, nos damos la vuelta y algo empieza a salir mal. Digo, como si no fuera bastante mala suerte ya con lo de la orquesta y huevas. Esto está comenzando a desesperarme, y mucho.

martes, 19 de julio de 2011

Continuada

La mala suerte me persigue...o, más bien, simplemente vivo con mi familia. ¿Qué clase de día se puede considerar bueno si comienza con un charco de aceite en la cocina? No soy especialmente quisquillosa con eso del orden y la limpieza, pero hay cosas que no se pueden tolerar ni ignorar, y eso incluye los charcos de aceite.
Tal vez no me hubiera tomado las cosas tan a la tremenda si no hubiera sido porque la directa responsable se negó cínicamente y no quiso limpiar, alegando que tenía que ir a ponerse crema a las manos. Perdona, la piel de mis manos se ha puesto como una lija, y mojarlas y meterlas al detergente no ayuda, pero no por eso voy por ahí negándome a limpiar y poniéndome cremita cómodamente.
De ahí todo se fue cuesta abajo, típica situación de día en que mi mamá se va de viaje. Quisiera ver qué hacen el día que se me ocurra conseguir un trabajo y los deje arreglárselas como puedan. Odio cocinar, pero no tanto como las demás, odio limpiar el baño pero soy la única que lo hace. Así es la vida: un asco.

domingo, 17 de julio de 2011

Días maaaaaaaaaaaalos

Hoy no, aunque ayer sí que lo fue, así que las cosas se arrastran hasta hoy. Realmente, soy muy burra, demasiado despistada y excesivamente confiada en que las cosas están donde las recuerdo. Eso es un gran error, dado que mi memoria es un asco para cosas prácticas (como recordar dónde dejé las cosas), resulta que podría no saber exactamente qué hice con mis cosas.
Por ejemplo, ayer, saliendo ya hacia el cine para el día de exposición y huevas, me dí cuenta recién de que mi billetera (con 20$ y mi carnet de identidad) no aparecía por ningún lado. Revolví mis cosas y la parte de mi casa donde recordaba haberla dejado y no apareció. No sé aún qué hice con ella, mi hermanita dice que estaba en mi bolso el día de la premier, así que hay una gran probabilidad de que la perdiera en el cine. Considerando que sacar un carnet es un alboroto eterno, y que la plata no me sobra, creo que mi depresión es por demás justificada. Ando rezando para que resulte que no revisé bien algún rincón y la pinche billetera aparezca, pero no creo tener tanta suerte.
Deprimida y todo, pasé parte de la tarde con el Club en el cine, con los chicos tratando de consolarme de mi pérdida.Deprimida me fui al ensayo del coro, con todo el ánimo de pasarla bien un cacho cantando, pero no contaba con mi mala suerte. Entre una cosa y otra, resulta que hubo algunos líos y no cantaremos ya con orquesta el Requiem de Mozart. Es muy decepcionante, pero, como dice mi sufrido novio, al menos cantaremos. Nos presentaremos en el Teatro Achá con piano, como la última vez. Supongo que ahora sí mi hermana podrá sacarnos fotos decentes...o mi chico podrá sacarnos fotos más decentes todavía.
Regresando al Cine para levantar la exposición y que nada (más) se me perdiera, sucedió lo mejor de mi día: Alcanzamos a ver los penales del partido Argentina-Uruguay, Tévez la tarreó una y Uruguay se quedó adentro de la Copa. La felicidad hay que agarrarla por donde se pueda, y eso me dejó más o menos contenta...hasta que me llamaron de mi casa. Yupi yú...
Entre una cosa y otra, no fue precisamente un buen día.

jueves, 14 de julio de 2011

¿El fin?

La mayoría de los clubs de fans se disuelven al poco tiempo de que lo que sea que los originara pase de moda. Eso pasó acá con el Club de "El Señor de los Anillos" y le auguro el mismo futuro Club de "Crepúsculo" (poner uno al lado del otro es casi blasfemia, pero la situación es la misma). Ayer fue el estreno de la última película de Harry Potter, una vez más estuvimos corriendo de acá para allá con nuestras túnicas, varitas y toneladas y toneladas de artículos de colección y demás. Una vez más nos sentamos todos juntos en el cine a ver una película mágica y atragantarnos de pipoca y gaseosa.
¿La diferencia? Es el final, el tan esperado y temido final. Es cierto que desde hace casi tres años que sabíamos en qué terminaría y qué pasaba con todo el mundo (o casi), pero aún nos quedaron las películas de consuelo. Ahora sí que se acabó...nos quedará, probablemente, Pottermore y el relanzamiento de toda la saga en 3D, pero, al menos en el caso de las películas, ya no tendrán la sensación de novedad que tuvieron hasta hoy. Incluso Pottermore, con toda la información nueva que promete, no se comparará a la emoción de esperar por lo absolutamente desconocido de la historia central, y eso que a mí me encanta enterarme cosas nuevas, por pequeñas que sean (como ese romance de la Prof. McGonagall).
Sobre la peli...¿qué puedo decir? A mí me gustó, incluso con los cambios, incluso sobre muertes de personajes secundarios (no diré quién, pero en el libro se salvaba y en la peli no), y otras cosillas más, pero estuvo muy buena. Incluso los críticos dicen que está buena, o si no me creen, vean el 97% que Rotten Tomatoes le puso. Eso sí, la mayoría no cree que pueda repetirse lo sucedido con "El Retorno del Rey" en los Premios de la Academia". Una buena parte de las chicas estuvimos llorando durante la peli (y creo que a mi se me notaba más que a nadie...que no fuera la Presi)
Y a lo que me iba desde el inicio: ¿Acaso el club se va a morir después de esto? Personalmente, no lo creo. Más que fans, somos amigos unidos por un mismo gusto y que en el camino descubrieron que tenían más cosas en común. Tenemos nuestras broncas (y algunas son bien feas), pero mi Ojo Interior me dice que seguiremos juntos mucho tiempo más. Seguramente, en algún momento el Club se terminará, y nos tendremos que separar, pero no será ahora ni este año.
¿El fin? No lo creo.

miércoles, 13 de julio de 2011

Cada vez más cerca

¿Qué puedo decir? Estamos a sólo unas cuantas horas del estreno (Ja! en Gringolandia lo verán un día más tarde!) y, como casi todos los chicos del Club, estoy dividida entre la emoción y la tristeza. 10 años de películas, de espera, que se terminan. Es el fin de una era, y lo digo sin temor a exagerar.
Hemos correteado más que si fuera nuestro trabajo preparar este evento, si nos pagaran por esto no nos hubiéramos esforzado más. Varios chicos, entre ellos mi sufrido novio, llevan varias noches de desvelo tratando de terminar el Castillo (tienen que verlo), hoy estuvimos horas peleando con la impresora para publicar "El Profeta", mañana nos toca (otra vez) levantarnos temprano para ir a la televisión, los amigos llaman o mandan mensajes para conseguir una entrada (por favor, como si a estas alturas se pudieran conseguir). Muy probablemente, mañana estaré tan cansada que me estaré por caer de sueño a la hora de la película.
De todas formas, los planes siguen y los ánimos se mantienen. En unas horas, lloraremos y nos entrará toda la nostalgia de ver el final de 10 años de espera. Mientras, un pequeño recuerdo del Baile de Navidad.


domingo, 10 de julio de 2011

Rulito es más listo de lo que parece

Un pequeño comic que llevaba un tiempo queriendo dibujar. Advertencia: En verdad, verdad os digo que no sé dibujar perros.

Preparativos en marcha

Estamos a menos de 5 días del evento de la premier de la última peli de Harry Potter. Me sigue dando mucha nostalgia y pena pensar que hace casi 10 años el primer libro llegó a mis manos y fuie a ver la primera peli, y ahora las películas están a punto de terminarse para siempre.
Aún así, la magia persiste y pensamos hacer que esta última premier sea memorable para todos los que vayan, incluyéndonos. Hay tantas cosas por hacer, organizar y preparar, pero no las cambiaría por nada. No me lo perdería ni aunque me pagaran.
Hoy estuvimos organizando los detalles para el mismo día, y tenemos comisiones y turnos para todo, hasta para comprar pipocas (el año pasado nos quedamos sin refrescos y fue desesperante). Teóricamente, todo tendría que salir bien, para algo nos tomamos el trabajo de planearlo, pero nunca se sabe lo que puede pasar a último rato...supongo que tendré que llevar algunas armas, por las dudas.

viernes, 8 de julio de 2011

Días casi perfectos

Asumamos que un día son 24 horas (de hecho, son 23 y pico, pero esas son sutilezas que sólo le interesan a los vagos), y tomemos que el día comenzó ayer poco antes del partido. En ese momento, estaba muy feliz todavía por la aparición milagrosa de mi Cachito y sentía que nada podía arruinarme el día.
Lastimosamente, y como todos saben, la Adivinación está dejando de ser mi fuerte, así que mi día se arruinó. ¿Cómo? se preguntarán. Sencillo: La Selección boliviana no podía haber jugado peor su partido de ayer. Perdimos, fue un desastre absoluto y si no le ganamos a Colombia por dos goles el domingo, podemos irnos despidiendo de esta Copa. Lo único bueno del partido fue la super atajada de un penal que hizo el arquero boliviano, Arias. En general suelo desconfiar de sus habilidades, pero eso me dejó con la boca abierta.
Después de eso, la cosa se puso un poco más fea por las perspectivas de tener que salir temprano de mi amada camita para ir a la televisión para una entrevista con el Club. Merlín sabe que odio que las cámaras me apunten. Me gustaría decir que las cosas de ahí se pusieron algo mejor, pera para eso faltaba unas horas más: mi mamá, ni bien acababa yo de llegar a casa, me sale con que hay que llevar al Cachito otra vez a la otra casa.
Me puse de un humor que podía haber matado a Medusa de una mirada. ¿Qué esperaban? No creo que a nadie le guste sufrir por su perro una semana y, justo cuando ya cree que todo está donde tiene que estar, viene tu mamá a tratar de descompaginarte el mundo. De todas formas, e increíblemente, mi papá salió al rescate de la situación y, después de unas negociaciones y aportes de soluciones de mi hermana Tef (no vuelvo a criticar su lealtad), se decidió que los dos perros se quedan acá. Claro, tendré que limpiar las ograciosadas que hagan en el patio, sacarlos a pasear y bañarlos cuando mejore el tiempo, per eso es lo de menos.
Así que, mi única fuente de alegría este día fueron los perros. Como dijo alguien que no me acuerdo: Más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.

jueves, 7 de julio de 2011

Apareció!!

Me despertaron con una llamada. Generalmente, odio que me despierten y más si hace frío, no dormí y/o he estado tratando de volver a dormirme, pero en esta ocasión valía la pena que me despertaran. Cachito apareció, y mejor dicho, un alma caritativa, que después se encargó de sermonearme por teléfono, lo encontró y lo llevó a casa. Las vecinas lo vieron y me llamaron ese rato.
Estoy muy feliz, lo único que podría hacer más perfecta mi vida en este momento sería recibir una propuesta de matrimonio (sacarme la lotería también sería bueno). Después de la llamada, salí disparada a buscarlo.
La verdad, está mucho mejor de lo que esperaba: no tiene heridas, al parecer no tiene ningún resfriado, no perdió peso y ganó algo de sensatez porque ahora no quiere salir a la calle por nada, tuve que sacarlo a rastras para llevarlo al veterinario. Teóricamente, le dí un baño (con mi shampoo de manzanitas), pero sería mejor que le corte el pelo que está todo enredado y feo.
La única parte mala de todo este asunto de la aparición es que mi Rulito, que ha pasado los últimos días en un agradable estado de reposo y meditación (o sea que se va del sol a la sombra para dormir todo el día), se puso hecho un histérico cuando lo vio. Andan los dos tratando de pegarse (y otras cosas que me llevan a sospechar que los dos son gays), y mi mamá (mi mejor aliada, teóricamente) ya está hablando de cerrar las rejas de la otra casa con algo porque los dos están muy fregados.
Tengo que diear una estrategia y pronto. Me gustaría que los dos se quedaran acá, sólo es cuestión de tiempo para que se les pase el ataque de nervios, pero no me hago ilusiones, en especial si considero que mis hermanas ya se están poniedno en contra porque Su Alteza Real, la Condesa Bellota I anda más ofendida que de costumbre.

Me niego a darme por vencida

Aunque me lleve 10 años o se me vaya la vida en ello, prometo que voy a encontrar a mi Cachito. Sólo me falta buscar bajo las piedras, acampar en el Parque Lincoln y contratar a perros sabuesos para que lo rastreen. Hoy, a pesar de todos los pronósticos deprimentes, me levanté convencida de que voy a encontrar a mi perro, no importa si hoy, o mañana, o en unos días más, la cosa es que lo voy a lograr.
Por otra parte, he descubierto que repetirme una y otra vez a mí misma que lo voy a encontrar, es la única forma de no dejar que la desesperación y las ganas de llorar acaben por vencerme. De lo contrario, ya estaría pensando en matarme (claro que antes me llevaría a muchos bicharracos humanos conmigo).
Así que, ¡corazones arriba! Quiero creer que aún hay personas buenas en el mundo, una de ellas me responderá y me devolverá a mi perrito. Voy a encontrarlo. Vamos a encontrarlo.

martes, 5 de julio de 2011

Desesperación

Así estoy: desesperada. Estos últimos días he vuelto de mis excursiones a buscar a mi perrito tratando de contener las lágrimas (y fallando muy a menudo). Persigo a todo perro blanco que veo, me sobresalto con todos los ladridos, espero encontrarlo en cada esquina que volteo a ver y, a la vez, temo encontrarlo muerto en cada esquina que volteo a ver.
Ayer nos tocó ver a un perrito atropellado, botado en la jardinera de la avenida que está cerca de la casa. Fue espantoso, no hallo otra palabra para describirlo, en especial si pienso que tal vez mi Cachito corrió la misma suerte.
Ya no sé por donde buscar, y mi sufrido novio insiste en que caminando todos los días casi sin rumbo, no voy a lograr nada que no sea martirizarme. Pero ¿qué se supone que deba hacer? ¿Sentarme a esperar a que aparezca por sí mismo? Sospecho que ya lo hubiera hecho a estas alturas del baile.
Sigo teniendo pesadillas, y sigo soñando con que me está esperando bajo una calamina. Eso me ha convertido en una obsesiva busca-construcciones. Me basta ver un montón de escombros para airme directito a ver si por ahí está mi perro.
Lo único que ha mejorado es que ya no hace tanto frío, aunque a mí me siguen doliendo los huesos, clara señal de que aún el frío es el necesario para torturarme.

lunes, 4 de julio de 2011

Ayuda!!

Este es Cachito en una de sus buenas temporadas, o sea, con el pelo recién cortado. Ahora está algo más peludo y con una cinta verde chillón al cuello, el color de las campañas de vacunación, como ya les dije antes. Lamento no tener una foto mejor, pero es la única que tengo. Desde este angulo no se distinguen sus ojitos cafés y medio tristones, y mancha negra en el lomo.
Mi hermana tiene algunas que están mejor, pero en el intento de bajarlas de su celular, arruinamos la computadora central hasta nuevo aviso. Es como si mi perro estuviera maldito.
Se perdió por el Parque Lincoln y c. Illapa, a dos cuadras de la Av. Melchor Perez, Cochabamba - Bolivia. Es muy mansito, no tiene mucho instinto de supervivencia y debe estar muy hambriento y cansado. Una vez logró llegar hasta el IC NOrte de la Av. América, así que el radio de búsqueda es amplio.
Por favor, si alguien de Cochabamba lee este blog y lo ve de casualidad, avísenme por un comentario o algo. Dejaré carteles por la zona mañana, con el teléfono de mi casa y mi número de celular.

sábado, 2 de julio de 2011

Pequeñas alegrías frente a las grandes tristezas

Como se imaginan, mi Cachito sigue sin aparecer y yo me mantengo en mi teoría de que los inquilinos le hicieron algo. Lo grave es que ese "algo" se convierte en cosas cada vez más feas a medida que pasan las horas y aumenta el frío. Van dos noches seguidas que tengo pesadillas con las cosas que podrían haberle pasado, estoy terriblemente asustada (aunque suene casi ridículo decirlo de esa forma). Llevo tres días caminando como judío buscándolo...y si de paso me canso lo bastante como para tratar de dormir sin sueños, lotería.
Creo que lo único bueno de ayer fue el partido. Copa América y huevas, si no fuera porque BOlivia participa, me valdría un rábano. Como siempre, tenemos una mala pata que raya lo novelesco: el equipo más débil, el peor, el que acaba de 9° (en una lista de diez) en las Eliminatorias al Mundia, le toca jugar el partido inaugural contra la todopoderosa Argentina, equipo lleno de estrellas deportivas y huevas. Haciendo una comparación, La selección gaucha cuesta como 144 millones de dólares...o una burrada por el estilo, mientras que la boliviana vale apenas 14 millones. Messi podría comprarse a la selección con su sueldo.
Nuevamente, nadie esperaba que fuéramos a ganar ni nada cercano. Una derrota pura y dura era lo que aparecía en la mente de todos. Al parecer, no contábamos ni con Quinteros ni con su astucia y su plan sencillo y claro: defensa ordenada. Cierto que no se puede esperar ganar jugando a la defensiva, pero en algún momento y sin salirse del plan, BOlivia empezó a presionar más allá de su cancha y el juego de estrellas de Argentina se fue por un tubo.
No ganamos, pero empatamos y les arruinamos la fiesta a los gauchos que juraban que ya se habían metido el partido y la Copa en un bolsillo. ¿Acaso hay algo mejor que eso?

viernes, 1 de julio de 2011

¿Casualidad o destino?

No creo que "Destino" sea lo más adecuado para describir esta situación, pero definitivamente "Casualidad" tiene mucho que ver...dependiendo de dónde se lo mire. Seguramente, recordarán que hace menos de dos semanas (12 días, para se exactos) escribía que mi perro Rulito se había perdido.
En un golpe de suerte, dos días y medio después, lo encontré en la calle hecho un trapo. "Mucha suerte", dijo mi mamá; "Te lo dije", dijo mi sufrido novio; "Milagro" dije yo. Justo cuando estaba comenzando a sentirme algo más tranquila (mi Rulito ya brinca un poco y trata de salirse cuando alguien descuida la puerta), mi mamá llega hoy de la otra casa con la noticia de que el otro perro, Cachito, se perdió...otra vez.
Salí a buscarlo en la tarde, dí mil vueltas a los alrededores llamándolo (él no está sordo, así que bien puede escucharme), y traté de reconfortarme con la idea de que una vez ya logró orientarse como para llegar hasta por aquí. No lo encontré, ni de sombra...y hoy hace mucho frío y Cachito es de esos perros que no es muy peludo.
Ahora, hay algo que no puedo evitar pensar, y díganme si exagero porque ni mi mamá, ni mi papá se atrevieron a contradecirme (aunque tampoco me dieron la razón). El día que se mudan los inquilinos, mi perro Rulito se escapa. Admitamos que tiene muy malas costumbres y siempre ha estado algo loco, pero (y es ahí cuando comienzo a sospechar), los inquilinos se enteran de que el perrito está en mi casa "temporalmente" (aunque mi intención es que se quede aquí y mi mamá va a apoyarme) y comienzan las indirectas del tipo "¿por qué no tienen en su casa a los perros?" y "Sí, es que si uno quiere a sus animales, se los lleva a todas partes...". Hoy va la volqueta a levantar los escombros que quedaban de la refacción y ¡oh, coincidencia!, Cachito "se pierde" antes que mis papás lleguen.
Cachito será algo tonto, pero es el perro más amigable del mundo, muy distinto a mi Rulito que le ladraba al frutero, al periodiquero, al jardinero y a todos los "eros" que se asomaban por mi casa. Cachito le bate la cola hasta al peor enemigo de la familia, no puede avitarlo. Además, está el hecho de que no se asoma a la puerta aunque esté abierta de par, y menos desde su última aventurilla. ¿Y quieren hacerme creer que "se salió"? ¿Acaso tengo cara de imbécil?
Dios me perdone, pero podría jurar que los inquilinos lo espantaron con la idea de que, si lo encuentro, esté tan mal que me lo traiga acá también, y si no lo encuentro...igual ya se deshicieron del perrito. ¿Paranoica yo? No, simplemente soy lógica.
Si descubro el más leve indicio de que mis sospechas son ciertas, juro por las tangas de Merlín que me los cargaré a todos, incluyendo a su gato feo.