martes, 25 de octubre de 2016

Burocracia...otra vez

Como decía Mafalda en una de las tiras, "hay días en que lo malo de uno son los demás". Últimamente, así como en los últimos meses, ese papel ha sido ampliamente cubierto por la dirigencia deportiva con la que nos toca lidiar. Cualquiera diría que, siendo como somos, un deporte nuevo de Bolivia, en el que todavía no hay (o no debería haber) intereses que no sean los relacionados directamente al mismo deporte, estaríamos libres de esos tejemenejes. Pero, al parecer, en todas partes se cuecen habas, en especial en nuestro medio, tan rencoroso y poco dado al progreso colectivo.
Lo triste (y a la vez patético) es que se aprovechan de los mecanismos que ellos mismos, como dirigencia, deberían facilitar. Complican la existencia, hacen dramas de manerismos y formas de comunicación (como si fueran los reyes del universo, a los que hay que rendirles pleitesía), y son rápidos a responder para "poner en su sitio" a los que se dirigen a ellos. Pero cuando se les solicita un documento, un simple documento que ellos cometieron el error de no enviar de entrada, tardan toda la vida y responden otra cosa a lo pedido.
No sé cómo los demás afiliados aguantan esos tratos. Probablemente, les sean indiferentes y se los tomen como de quienes vienen. Lo que significaría que nosotros somos los exagerados.
Lastimosamente, sé que no lo somos. Así que nos quedaremos con que ellos son los rayados. Todos los ellos. 

viernes, 14 de octubre de 2016

Papeles, papelitos y papelones

Haré uso de una de las frases más recurrentes en el libro que acabo de terminar de leer para el título de esta entrada que trata, justamente, sobre ese libro. Podría ponerme rebuscada y clavarle algo bien sesudo sobre la educación y pajas (el tema del libro), pero ya ando medio dormida.
Hace cosa de un año o más, mi esposito me leyó una entrada en facebook de uno de sus estudiantes: el pobre, después de un largo peregrinaje por la burocracia de las autoridades de educación regionales (papel, papel y más papel), había sido condenado (papelón de papelones) a repetir un curso de la secundaria (o, más bien, los exámenes), que en su época (y en la mía, que tenemos la misma edad pues) era 1° y ahora es 3° (papa patata), para poder darle su Título de Bachiller (papel). Hay que reconocer que el chico se lo tomaba con filosofía y buen humor. Yo me hubiera pegado un tiro.
El pobre condenado le puso al mal tiempo buena cara, agarró al toro por los cuernos (la mayor parte del tiempo) y se fue a dar los exámenes que le hacían falta. En el camino, se dio cuenta de que la educación en nuestro pobre país no ha cambiado desde que pasó el mismo curso hace 15 años...y de la burocracia no hablemos.
Y es que es realmente aterrador ver que los contenidos de las materias no han cambiado absolutamente nada con los años. Recuerdo que hace unos, cuando mi hermana menor seguía en el colegio y estudiaba geografía, le di una revisión a su texto y me encontré con que Yugoslavia estaba todavía entre los países de Europa, y mi hermana debía memorizar eso y repetirlo en su examen como un periquito. Yugoslavia. Como para echarle sal a la herida, era exactamente el mismo libro de texto que mi esposito había usado en el mismo colegio que mi hermana en sus años de colegio. Exactamente el mismo.
En su estilo, medio cómico y medio filosófico, el autor cuenta sus aventuras lidiando con el sistema escolar boliviano: profesores buena gente, profesores despreocupados, compañeros interesantemente reflexivos, y conocimientos que en la vida se vuelven a usar (al menos, todos creemos eso...hasta que por un horrible error te manden de vuelta al colegio a re-memorizar todo eso para el rato del examen y borrarlo de los recuerdos inmediatamente después). 
Lo cierto, y en eso coincido con el chango, es que no se puede aprender nada si realmente no te interesa, si no te apasiona...o si no te lo hacen mínimamente interesante. No todos servimos para lo mismo, y aunque algunos (como yo) parecen tener el don de sacar buenas notas en todas las materias, no significa que en realidad hayamos aprendido algo (si me pusieran una de esas ecuaciones químicas que resolvía con los ojos cerrados en colegio, no sabría que hacer con ella hoy en día).
Por supuesto, los adultos siempre levantan el argumento de la "cultura general" para mandar a aprender todas esas cosas, y la "flojera" y falta de voluntad de la juventud para ponerle "empeño" a los estudios. El colegio te deja una leve (muy leve) capa de "cultura general" y un gran desinterés por el aprendizaje, además de la idea de que memorizar es lo mismo que aprender y es suficiente para obtener las tan deseadas buenas notas, que en no reflejan nada sobre los conocimientos.
Y también es por eso que aún no tengo hijos (entre otras cosas), porque me dan pesadillas pensando en qué colegios tendŕe que ponerlos a estudiar, o con qué profesores les tocará lidiar (ojalá no con una como la profesora de literatura que me dijo que Marte, el dios de la guerra, era mujer).
Atte.
La mejor alumna y abanderada de su promoción


lunes, 10 de octubre de 2016

Cerdo machista

Generalmente, no me interesa la política de EE.UU (lo que, probablemente, dice muy mal de mi madurez o algo así...se supone que es algo que le importa a la gente adulta), aunque empecé a prestarle algo de atención en el momento en el que Trump saltó a la palestra diciendo estupideces, y demostrando que siempre hay gente ignorante dispuesta a apoyar a un loco. 
Lo que empezó casi como un chiste, está tomando pintas muy feas, y más desde que el fulano ese ganó la candidatura del Partido Republicano. Al parecer, soltar insultos y estupideces a diestra y siniestra no es tan mala estrategia como una persona con algo de sentido común podría pensar. Y al parecer también, el sentido común está en extinción.
Pero, la anterior semana, como para echarle un poco de sazón a la cosa, y como para probar que,  realmente, Trump es un cerdo, el Washington Post sacó una grabación de Trump de hace unos años. Para qué voy a repetir lo que ya todos deben saber, y que provocó que su partido le esté retirando su apoyo.
Obviamente, Trump se "disculpó", aunque su disculpa sonó demasiado a una justificación soberbia, diciendo que fue "una charla entre hombres". Porque, obviamente, en una charla entre hombres es aceptable hablar así de las mujeres, es comprensible que un hombre público diga y piense esas cosas, no es para tanto drama, por favor. Y eso sale de la boca de un hombre que dice "amar y respetar a las mujeres" en cada acto público que puede. Me conmueve ese amor y respeto...
Y es que es realmente una barbaridad que su justificación sea esa, una charla de hombres. Después se preguntan de dónde salen el machismo y la cosificación de la mujer. Para que se vayan enterando es de ideas como esas: que está bien que los hombres hablen así de las mujeres entre ellos porque creen tener el derecho a hacerlo. Que los hombres piensen que es normal pensar así y expresarlo "entre hombres", aunque se llenen la boca de palabras que no entienden (como "respeto") delante de los demás para quedar bien.
Pensar que alguien así tiene chances de llegar a tener a la mitad del mundo por el mango...Dios nos libre.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Los tiempos han cambiado

Recuerdo el tiempo en que ir a ensayar con el coro me hacía feliz. Veía a mis amigos, hacía lo que me gustaba, y aunque no siempre estaba de acuerdo con algunas decisiones o situaciones, siempre acababa disfrutándolo.
Tal vez es que ando muy cansada, tal vez sea que mis prioridades han cambiado (para moverse al mundo del deporte, quién lo diría), tal vez también afecte que el coro mismo ha cambiado en estos años, y muy radicalmente en estos últimos meses, pero las cosas ya no son las mismas. No me malentiendan: aún amo la música y cantar es algo sin lo que no puedo vivir (el día que pase sin que yo me ponga a cantar a grito pelado en cualquier parte, teman), pero este último tiempo en el coro me trae más dolores de cabeza que otra cosa.
Siendo honesta, creo que no me estoy tomando bien los cambios...ni la dirección actual del coro, y no ayuda que varios de los nuevos integrantes no logre pasarlos ni con llajua, como se dice por aquí. Tal vez parte del problema sea que he generado un pequeño complejo de superioridad, pero ni admitiendo eso logro entender cómo algunos califican ciertas cosas de "buenas" y "muy musicales" y yo sólo escuche voces que parecen cornetas de año nuevo.
Puedo tener muchos problemas, pero sorda no estoy todavía.