miércoles, 21 de septiembre de 2016

Cómo invocar la lluvia

Estos meses de invierno, Cochabamba ha estado pasando por una sequía muy fea. De más está decir que en los pueblos se han declarado en emergencia porque las cosechas y los animales se fueron al cuerno por la falta de agua. En la ciudad, el suministros de agua está racionado y lavar la ropa una vez a la semana se está volviendo un lujo. 
Pero, lo interesante del caso es que recién hace unos pocos días caí en cuenta de que esta situación es culpa nuestra, de mi esposito y mía (ni crean que me voy a echar toda la culpa). Debimos considerar la fuerzas sobrenaturales que estábamos manejando, pero no lo hicimos. Las ignoramos y ahora toda la ciudad paga el precio.
Sucede que Auror, nuestro pequeño bebé precioso, tiene una línea directa con San Pedro, San Severino, el meteorólogo o quién sea que esté a cargo de las lluvias. Cada vez que decimos que ya le toca baño, o que se bañará el fin de semana, o algo por el estilo, empieza a llover. Sin falta. Ha escapado del baño así un montón de veces. Nos pasamos al método de deletrear b-a-ñ-o para confundirlo, pero sólo funcionará hasta que caiga en cuenta de cómo funcionan las letras (y considerando que es un perrito muy listo, no creo que tarde mucho).
Cometimos el error de decir en voz muy alta, al inicio de este invierno, que no se bañaría hasta que empezara la primavera... y ya ven. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. No puedo, en ningún caso, culpar a Auror. Digo, sin el incentivo correcto para usar sus poderes, ¿por qué usarlos?
En cuanto caímos en cuenta de lo que habíamos hecho, empezamos a hablar de baños y fines de semana, duchas y bañeras, shampoo y toallas. Como un reloj, hoy cayó la tan esperada lluvia, y justo cuando empezamos la primavera.
Auror estará bajo amenaza todo el verano.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Cuentos de mi infancia

Hace unos días (un par de semanas, en realidad), fuimos a la fiesta de cumpleaños de mi sobrino. Creo que no tengo que aclarar que la horda de niños malcriados (y madres más malcriadas, créanme) sacaron lo mejor de mi autocontrol y rápidamente huí a esconderme en algún dormitorio. Felizmente, me topé con el librero de mi hermana, y recordé que debía realizar un búsqueda importante: el libro verde de Cuentos Rusos.
Este libro tiene una historia interesante (al menos, es interesante en mi cabeza). Mi papá, como buen becado a la ex URSS, tenía una afición por comprar libros de la Editorial MIR de Moscú y otros varios. No tengo ideas si los libros eran comunes y fáciles de encontrar o no, pero los que más recuerdo son las revistas Misha, y dos libros de cuentos. Uno de los libros, según las justas reparticiones de la casa es mío, y el otro, lógicamente, de mi hermana mayor. 
Lastimosamente, cuando nos mudamos a Cochabamba, mi papá, hombre siempre práctico, regaló las Misha (me partió el alma que lo hiciera, por cierto, esas revistas eran geniales). Mi libro de cuentos aún lo conservo en buen estado, y el de mi hermana...pues perdió la sobrecubierta hace unos años, y después le perdí el rastro. 
Si algo tenemos en común con mi hermana es que, al mudarnos de casa, de las primeras cosas que sacamos fueron los libros que consideramos propios. Yo me llevé mis "Cuentos de Aliónushka", y ella se llevó los Cuentos populares Rusos de Afanásiev. En fin, que encontré el libro en cuestión en medio del cumpleaños.
Ya que era técnicamente imposible que lo escaneara con el celular antes de que terminara la fiesta (además que tenía que ayudar con la comida), apelé a la generosidad de mi hermana...y le ofrecí copiarle el libro de Aliónushka (obvio que ella quiere mi libro, igual que yo quiero el suyo) para que me permitiera llevármelo a casa. 
Recordaba algunos de los cuentos a grandes rasgos, y de otros no me acordaba nada. Al volver a leerlos, reí a carcajadas y recordé por qué despreciaba un poco a las princesas de Disney. Aunque en estos cuentos rusos también a varias "damas en peligro" que necesitan ser rescatadas, ninguna es precisamente tonta. Por otra parte, hay varias que son astutas y que, aunque son mostradas como mujeres algo caprichosas y mandonas, hay que reconocerles que les sacaban las castañas del fuego a varios de los príncipes de las historias.
Creo que lo más genial de los cuentos era que, a diferencia de muchos cuentos infantiles, los personajes necesitaban ser algo más que sólo "buenos" para lograr su final feliz. La inteligencia y la astucia eran las más necesarias para sobrevivir en un mundo en que podían mandar a cualquiera a enfrentar fuerzas sobrenaturales, aunque la ayuda de la magia tampoco estaba de más, pero la simple magia sin que el personaje estuviera un paso delante no tenía sentido. 
La pena es que buscando una imagen de la portada que recuerdo, me enteré que el libro verde es parte de una colección. Hay un libro rojo y uno azul con otros cuentos que jamás leí, eso es más que suficiente para volverme loca. 

jueves, 8 de septiembre de 2016

Esperanzas dudosas

Tal vez sea pura paranoia mía, pero me sucede (frecuentemente) que cuando empiezo a comentar con familia o amigos sobre algún proyecto futuro o sobre algo que espero que ocurra...termina por no ocurrir. En cierta forma, eso me ha vuelto un poco cautelosa sobre lo que comento sobre mis futuros planes. 
Claro que, también, tiene su lado "útil", cuando comento cosas que tal vez pero no deseo que se cumplan, algo así como voltear la maldición a mi favor. No es muy frecuente, pero hay que agarrar la felicidad dónde se pueda, y después poner cara de circunstancias.
Y ahora hay algo grande, realmente grande, en el no tan distante futuro, y he cometido el error de comentarlo más de lo necesario. Al demonio la cautela, era algo demasiado bueno para callarlo, aunque, siendo honesta, también estaba metido mi algo desmedido orgullo (que muchas veces es infundado), pero ahora temo que la maldición vuelva a alcanzarme y me quede con las ganas.
Maldita sea mi bocota...