lunes, 22 de agosto de 2016

19 años después

Las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan complicadas, tan diversas, que predecir el futuro resulta ser un negocio muy difícil en sí.  - Albus Dumbledore

Y entre tanta vuelta, también me olvidé poner mi sesuda y elaborada opinión sobre el nuevo libro de Harry Potter, y eso que lo conseguimos aquí a los pocos días del lanzamiento (benditos los contactos y amigos de mi esposito). Para empezar, tendría que aclarar que no es una novela sobre Harry, sino una obra de teatro sobre su hijo Albus que comienza exactamente donde lo dejamos la última vez: King's Cross, 19 años después de la caída de Voldemort, el día en que Albus debía viajar a Hogwarts por primera vez.
Al terminar el 7° libro de la saga, la sensación era que todo iría bien en el mundo mágico y en la vida de Harry. No se puede negar que siempre hay problemas (y que el Niño que vivió los atrae como un imán), pero esperaba lo mejor para sus hijos. Digo, el pobre Albus ya estaba lo bastante fregado con el nombre que le clavaron.
Resultó que no. Albus Severus Potter estaba fregado como su padre (no tanto, pero por ahí) desde el momento en que se subió al tren, empeorando cuando se puso bajo el Sombrero Seleccionador y rematando en las clases. Eso bastaría para volver amargado a cualquier niño.
Lógicamente, el libro no tiene la profundidad de las novelas, aunque hay anotaciones sobre las emociones de los personajes y detalles de las escenas a medida que la historia avanza, y se puede colegir mucho de los diálogos. Es un consuelo saber que Harry sigue siendo bastante ingenuo a pesar de ser un hombre ya adulto, lo que puede ser desesperante en muchos momentos, y es fácil identificarse con la crisis emocional de Albus (todo un Potter y digno hijo de su padre en ese aspecto). Ron y Hermione son...bueno, son ellos mismos como siempre.
Aparte de los viejos personajes, hay varios nuevos, algunos que aparecieron en el epílogo y otros que no. Scorpius Malfoy es especialmente adorable, aunque Rose Granger-Weasley no me pareció la niña más agradable (se nota que le falta la buena onda de su madre para temperar el airecito de superioridad que comparten). 
La historia es simple y enredada, como cualquier historia de Harry Potter que se respete. Las cosas no siempre son sencillas, y la magia puede ser una complicación la mitad del tiempo, pero la trama se mantiene cercana a lo que conocemos de la saga, sin volverse repetitiva o molesta. Cuando anunciaron el lanzamiento de este nuevo libro, estaba obviamente emocionada, pero una parte de mí también temía que la historia empezara a estirarse innecesariamente y que corriera el mismo destino que la proverbial gallina de los huevos de oro. Afortunadamente (bendita Rowling), la historia es buena, tan buena como para haber acallado mis miedos, y agarrarme del libro en cada momento libre que tenía (incluso como para que Draco Malfoy se redimiera un poco a mis ojos que siempre lo han despreciado cortésmente).
Me encantaría ver la puesta en escena de la obra. O ponerla en escena.

Adiós ESPN, Adiós Fox Sports

En todos los años que llevo escribiendo esta colección de tonterías (cada vez más atrasadas) llamada blog, sólo he tenido una oportunidad de comentar cuánto me encantan las Olimpiadas. Además de mi obvia admiración por las proezas físicas de los participantes, creo que siempre he visto las olimpiadas soñando con estar un día ahí. Por supuesto, hasta hace menos de dos años, era un sueño completamente ilógico e irrealizable dado mi distanciamiento del mundo de la actividad física, más aún del deporte organizado.
Disfruté especialmente estas Olimpiadas porque, me parece, al fin comprendo (en parte) todo el trabajo de los atletas que llegan a competir hasta ahí (donde sea que "ahí" esté de turno). La otra parte genial fue que vi a muchos atletas algo "mayores" participar, como Oksana Chusovitina que participó en gimnasia (una disciplina conocida por sus jóvenes participantes) con 41 años bien cumplidos, o la española Ruth Beitia que ganó en salto de altura con sus 37 años (viva la experiencia). A veces, la experiencia puede ser una ventaja.
Y ahora nos queda esperar cuatro años para las Olimpiadas en Tokyo, que prometen bastante si se puede confiar en la presentación que hicieron en la Clausura en Río. Por el momento, tendré que despedirme de los canales de deportes de los que estuve colgada a toda hora estas últimas dos semanas y volver a la realidad de las películas y las series mientras hago mis ejercicios de la mañana (sí, entreno frente a la tele). Adíos, canales de deportes, los veo en la siguiente Olimpiada.

martes, 16 de agosto de 2016

Poke-cacería

Aunque salió hace más de una semana en Bolivia, según mis cuentas, no he tenido tiempo de contar de mis poke-aventuras como nueva poke-entrenadora (sí, ya sé que es entrenadora pokémon). Creo que hasta ahora lo más divertido del juego es andar por ahí con tus amigos como un grupo de poke-raros, y es que todos se han metido a pokemonear (nuevo verbo), desde mi compañero arquero de 10 años, hasta la mamá de otro compañero arquero. A eso, súmenle que fuimos todos juntos al campeonato de Sucre y estaba el grupito de Cochabamba paseando por medio coliseo en busca de bichos imaginarios. ¿Divertido? ¡Obvio que sí!
Por supuesto, cada cierto tiempo, una se topa con poke-tarados, de esos del tipo que van manejando, o se paran en media calle como para que un auto los pise. Aunque ha habido mucho alarmismo en torno al juego, sigo creyendo que es culpa de la gente que no junta dos neuronas para tener sentido común y tomar un mínimo de precauciones mientras hacen sus poke-cacerías. 
Y por supuesto, la mejor parte de este poke-juego es tener una poke-parada y un poke-gimnasio en la mera puerta de calle. Poke-bolas todo el día para mí.

lunes, 8 de agosto de 2016

El largo fin de semana y el triunfo

Siendo honesta, y después de todas las cosas que pasamos para organizar el viaje y llevar a nuestros chicos a competir, lo único que esperaba del Campeonato de Sucre era que terminara pronto. Iba con la idea de competir, pero no veía más allá de la fase de Clasificación, estaba más concentrada en mantener a todos juntos y cumplir las reglas (y atrapar algunos pokémon en el proceso, por cierto).
Incluso con el trabajo intensivo del entrenador chino, y con la mejoría que tuve los últimos días antes del viaje, no creía tener oportunidades reales.
Y de pronto, en el camino me encontré pasando los octavos de final, y después pasando los cuartos de final. En el momento en que me tocó contra Dahara, la mejor arquera de nuestro club, en las semifinales, creí que el camino se acababa ahí y que me tocaría ir por el bronce. Y pasé.
Me encontré con que tenía que disparar las finales, que tenía más apoyo del que pensaba y que todos estaban seguros de que llegaría a sacar el oro. No dormí bien la noche antes de la final.
Pero parece que los hados estaban de mi parte, y la suerte estaba a mi favor. Incluso rompiendo una flecha aparatosamente, gané a una de las eternas favoritas. Mi primer oro, y mi primera medalla individual. No me lo esperaba en este torneo, y no me la acababa de creer ni siquiera con la medalla ya en el cuello.
La mejor parte de todo, creo, fue que al fin mi papá me vio competir y entendió (espero) que esto es algo serio para mí.

jueves, 4 de agosto de 2016

Entrenamiento duro

Tuvimos suerte. Por una serie de casualidades y faltas de información en varios frentes, tenemos un entrenado chino por tres semanas...de las que ya pasaron dos. 
Por descontado que el entrenador sabe lo que hace, y puede hacerse entender incluso sin la ayuda de la traductora, una chica de lo más paciente que saldrá de aquí sabiendo más de arquería que nosotros. Es sumamente detallista y se nota que está dispuesto a trabajar y ayudarnos a mejorar, y como eso implica hacernos trabajar duro, pues nos tiene haciendo ejercicios con liga y tensiones con los arcos para hacernos más fuertes, eso además de corregirnos un montón de errores de técnica. Lo grave de aprender a disparar "de oídas" es que se te pegan muchas malas mañas, y es más complicado quitarlas que aprender algo nuevo.
Lo único que me preocupa de esto de cambiar mi técnica, aunque sea para mejor, es que este fin de semana ya es el campeonato nacional Indoor (que me hará perderme de muchas cosas, por cierto, sin mecionar el estrés de organizar el viaje de la delegación y demás). Por muchos días, estuve disparando terriblemente mal (consecuencias de cambiar de técnica), no podía hacer un grupo ni aunque me pagaran por ello, menos acertarle a una diana. Milagrosamente, y después de varios tips del entrenador, hoy logré mejorar. La cosa es no entrar en pánico en el torneo, que es lo que siempre me pasa.