lunes, 6 de noviembre de 2017

Los percances de los regalos de cumpleaños

Oficialmente, tengo 32 años. Por algún motivo, aunque sé que debería, no me siento más vieja de lo que me sentía hace un año, o dos, o tres. Al parecer, los efectos positivos del ejercicio y de mi buena figura ganada a base comer como fiera y quemar calorías en el campo de tiro continúan. 
Mi cumpleaños fue bastante bueno, a pesar de estar cargando con un resfriado espantoso que me tuvo toda la semana moqueando y estornudando y estar apenas saliendo de lo que sospecho fue una infección estomacal la semana anterior a eso. Familia, comida deli, y amigos. 
¿Lo diferente? La llegada de los chicos de China justo ese día, y con ellos (específicamente, con Jorgito) mi arco nuevo. Después de varios meses, y bastantes dólares menos en nuestra economía, llegó mi precioso riser nuevo con mis preciosas palas nuevas. En verdad, verdad os digo que son de los arcos más lindos que he visto, y no porque sea mío solamente.
La parte grave de ese asuntito es que... las palas están super duras, incluso considerando que sólo son dos libras más que mis palas antiguas y que son más grandes también. Teóricamente, deberían ser más fáciles de jalar por su tamaño, pero en los dos días que estuve entrenando con ellas, me di cuenta que no es tan así. 
De momento, el marcador va Palas 2 - Meli 0. Ando con una makhurka espantosa en hombros y espalda, y mis brazos aguantan porque parece que aún estoy haciendo bien el ejercicio. Me cuesta encontrar mi anclaje, mantenerlo y no moverme cuando sale la flecha. Me duele el hombro izquierdo por tratar de mantenerlo bajo, y mis puntajes se han desplomado estrepitosamente.
El plan es tratar de manejarlas esta semana y media que vienen y ver si logro acostumbrarme y amoldar el arco. Si no, vuelvo a mis palas antiguas y me trago el orgullo de gastar 300$ en palas y no usarlas.

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