jueves, 4 de octubre de 2018

Vicios de toda la vida

Cada año se repite esta entrada en algún momento (si no es en dos momentos), y es que hay impulsos que son más fuertes que la voluntad de cualquiera en esta casa (y eso incluye a los perros). A estas alturas de octubre (y habiendo ignorado olímpicamente todo lo que pasó y dejó de pasar en septiembre), lo habitual es la Feria del Libro en Cochabamba.
Como siempre, procuramos ir el primer día a comprar los libros que después no encontraremos y decidir los que pueden esperar a las rebajas del último día, y ver de paso quiénes serán los afortunados que reciban libros por Navidad. Hasta ahí, todo normal como siempre, si no fuera porque hace dos semanas nos pusimos a ordenar un poco el desorden de la casa. 
En un intento por despejar la mesa del comedor de todas las cosas que siempre acabamos poniendo encima, tratamos de distribuir los libros apilados en los pocos espacios disponibles en la estantería (o sea, tratar de apretujarlos lo más posible sin hacer que el librero acabe derrumbándose por el peso). Lastimosamente, la realidad es que ya no hay espacio y los libros se nos apilan en todas partes: en la mesa del comedor, la de la salita, el piso del escritorio, mi velador... Ustedes digan una superficie horizontal cualquiera, y es probable que tengamos algunos libros acumulados ahí. 
Viendo las cosas así, nos dijimos que, siendo las circunstancias lo que son, este año evitaríamos comprar más libros en la Feria del libro... a no ser que fuera algún libro raro rarísimo. Nada de compras hasta conseguir estanterías. ¿Hecho? Hecho.
Y... primer día de la Feria del libro, y acabamos volviendo con cinco libros nuevos a casa, cuatro de ellos para nosotros, además del propósito de hacer una lista clara de qué libros tenemos y no comprar repetidos (aunque eso no impidió que tuviéramos tres ediciones de "El Hobbit", dos de "El Silmarillion", varias de Harry Potter diferenciadas por el idioma... y así podemos seguir).
Me pregunto si terminaremos como una pareja de acumuladores de libros que vi una vez en televisión: pilas de libros del suelo al techo y tapando los pasillos... No creo que ese sea un destino despreciable.

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