martes, 23 de abril de 2013

Reminiscencias

(¿Dudas sobre el título? Busquen en el diccionario. Gracias).
Ayer nos pusimos a vaciar algunas cajas (de las miles que aún tenemos sin vaciar) para poder meter la mesa redonda que nos compramos (que, por cierto, nos salió bastante cara, aunque no tanto como otras que vimos). Dentro de una de esas cajas (¿o era una de las bolsas que también vaciamos?) estaban varias de mis agendas de otros años, más específicamente, todas las comprendidas entre los años 2002 y 2008 (eso es mucho papel, si me preguntan) y dos de mis antiguos diarios (sí, solía llevar diario).
Acusemos a todas la drogas que me tomé para quitarme este molesto resfrío que traigo encima, por el ataque de nostalgia que me dio como para sentarme a leer uno de mis diarios, el último que realmente escribí. Este diario es especial por varios motivos, para empezar es el único que no era de papel de colores y perfumado, si no de una papel grueso rayado y con bordes dorados, que se cerraba con unas cintas (había que hacerle una moña). Es muy bonito, la verdad. Pasé a este diario después de que se me acabara el cuaderno de Artes Plásticas que tuvo la mala suerte de acabar rayoneado por todos lados con mis emplumes adolescentes del año que estuve en Sucre. Por las fechas, lo comencé alrededor de mayo del 2004 y la última nota es del 16 de noviembre de 2005, escrita justo después de que mi esposito (antes conocido como sufrido novio) se declarara. 
¿Qué tienen de especial las fechas? Simplemente fue uno de los años más extraños de mi ya no tan corta vida. Resumamos la cosa, que es muy patética, y quedémonos en el mal de amores que me dio. Nunca fui una adolescente conflictiva, o rebelde, o depresiva, que no quiere decir que fuera un rayito de sol (vivía enojada la mitad del tiempo), pero durante los difíciles años que van de los 13 a los, digamos, 18, supe mantener mi cordura y enfocarme en las cosas importantes (el colegio, el colegio y el colegio...¿mencioné el colegio?).
Así que resultó algo extraño leer las notas del tiempo que estuve más deprimida que vaca yendo al matadero. Ni siquiera tenía el pretexto de ser adolescente ya, tenía 19 yendo a 20. Tres cuartos del diario es quejadera, quedajera y quejadera.
Lo gracioso es que, contrariamente a mi costumbre, no me pareció tan repulsivo leer tanta sandez (y saber que la autora era yo misma). Simplemente, me dio penita por la chica que era (con tanta huevas en la cabeza), y me hizo pensar en las cosas que podré decirle a mis futuras hijas sobre el mal de amores: "Hija mía, todos los hombres, exceptuando a mi padre y al tuyo, son unos idiotas. No te tomes a ninguno en serio hasta que cumplas los 25".

2 comentarios:

MarceLezcobar dijo...

no tengo ninguna intencion de leer el unico "diario" que tengo guardado :P

1 porque era una pequeña niña de 15 inocente y gil :P y 2 porque en realidad no sufri nada ... y no se de que me quejaba en esa epoca xD

pero hey ... eso de "ni mi padre ni tu padre" xD ... me dio gracia, y a tu hijo que le diras? ... "solo mi madre y yo valemos"? xD ... no se ... es que tb hay que ver el caso xD ...

waaaaa ... haber si comento mas mañana mi señorita ... la verdad estoy que me caigo de sueño ... fuuuuu

Meli dijo...

Supong que a a mi hijo le diré que yo, su madre, soy la única mujer en la que puede confiar, las demás son todas unas perras, jaajajaja
Ok, tal vez ese no sea el mejor consejo, pero será divertido decirlo.