sábado, 14 de mayo de 2016

Brandy

Normalmente, soy conocida en mi círculo de amigos (y enemigos) por ser casi totalmente abstemia. Antes de mi épica despedida de soltera en que me tomé sola una botella entera de vino, jamás había estado ebria (y eso que esa vez no estaba muy mal, me acuerdo de todo...y todas mis amigas también se acuerdan de todo). Después de eso, jamás he vuelto a beber en esas cantidades (será poco para algunos, pero para mí fue como beberme hasta los floreros, como se dice).
¿Qué significa eso? Que realmente no tengo mucha experiencia con el alcohol y sus consecuencias. Mi poca tolerancia a las bebidas espirituosas hace que siempre sepa donde detenerme, y eso es después de una copa y media de vino, o media lata de cerveza. Así que, además de los efectos que son del absoluto dominio popular, como los síntomas de las resacas y no mezclar alcohol con antibióticos, no sé nada sobre el asunto.
Pensándolo bien, es vergonzoso que alguien de mi edad y que se precia de ser más lista que el resto, no supiera que no se debe beber alcohol si una ya está con molestias estomacales. Alego en mi defensa que los anfitriones que nos invitaron brandy a una amiga arquera y a mí son demasiado amables y queridos para rehusar una copa...seguidas por otra de vino cabernet sauvignon y otra de tannat (sí, incluso aprendí nombres de vino).
Las consecuencias lógicas (para todos, menos para mi ingenua mentecita) fueron un absoluto desastre. Terminé terriblemente indispuesta y muy deshidratada. Sé que las cosas están mal cuando no me siento con fuerzas como para ir a disparar, a pesar de que mis flechas están recién cortadas y con puntas nuevas. Eso es grave.
De todas formas, y aquí entre nosotros, ese brandy estaba genial.

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