Fueron cuatro largos días que estuvimos allá, tres de ellos compitiendo y disfrutando los sabotajes del clima a nuestras flechas. Vientos que venían de todas partes y que no permitían compensar, calor insoportable incluso con el cielo nublado. Hubo un momento en que me sentía como en Chapare: demasiada humedad para mi gusto.
Eso sí, Tarija (lo que pude ver) es una ciudad muy linda: chiquita, limpia, ordenada, verdecita, un poco cara pero nada extraordinario, y los tarijeños son buenas gentes. En todo nuestro cansancio por el campeonato, y la frustración por los retrasos y el clima, fue un buen viaje que todos disfrutamos. Y eso que terminamos medio insolados y excesivamente bronceados.
El campeonato mismo tuvo sus altibajos, aunque lo más memorable en general fue la gran caída de los eternos favoritos, o al menos de los que siempre acababan en lo alto del medallero. A varios los eliminaron en las eliminatorias, antes o después, los más llegaron a medalla de bronce como mucho...que no es malo, por cierto.
A mí me fue bastante bien, aunque no tan bien como hubiera querido. Lo malo de ganar una vez es que todos esperan que lo vuelvas a hacer, empezando por una misma. Una medalla de plata en individual y una de bronce en equipo mixto no están mal, pero me hubiera gustado llevarme el oro de nuevo.
Y con eso se terminan los campeonatos del año. Como balance general, fue un año raro en cuanto a campeonatos: Pasé de estar en el fondo de la clasificación en marzo, a llevarme el oro en agosto y la plata hace unos días. El trabajo duro rinde sus resultados.
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