sábado, 16 de marzo de 2013

Quejarse

He estado revisando las últimas entradas de este pretendido blog y he caído en algo: cuando no hablo de alguna pelìcula, me estoy quejando de algo. El más reciente motivo de mis lamentaciones es, lógicamente, la mudanza.
Dejemos de lado el hecho de que, definitivamente, estoy cada vez más aterrada con la idea de dejar mis casa y pasemos a los aspectos "prácticos" de la sitación. Llevamos toda la semana vaciando cajas. Odio vaciar cajas. Más aún si dichas cajas parecen no tener fin.
Ya van dos noches que me sueño con que sigo sacando cajas y más cajas y nunca terminan, no es lel más original de los guiones de mis sueños, pero ya me está empezando a cargar. El otro detalle de tener esa clase de sueños es que me duermo cansada y me despierto más cansada aún. Hoy me pasé todo el día bostezando...excepto cuando me caí dormida de cansancio a media tarde, claro.
Lo único positivo es que, al fin, convncimos (o más bien, no le dejamos mucha opción) a la mamá de mi esposo de llevarnos a mis bebés a vivir con nosotros. Lo cierto es que, considerando los miles de "accidentes" de todo tipo que tiene mi perrito más viejo, es lo más caritativo dejar que se vaya conmigo. Por ejemplo, esta mañana me lo encontré botado en el jardín con un hueso trancado en su hociquito, al parecer se lo dieron anoche mientrs yo no estaba y no pudo romperlo porque ya no tiene muchas muelas. Tuvimos que sacárselo con mi esposito, si nosotros no hubiéramos estado aquí no sé qué hubiera pasado. Digo, en mi casa nadie más que nosostros tendría el valo (y el estómago) de meterle la mano a la boca, llenarse de babas de mordiscos, y sacarle un hueso que está todo babeado y con algunos rastros de sangre y huevas.

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