Este debe ser el cumpleaños que con menos entusiasmo he esperado, al menos durante los últimos dos días. Tal vez no debería dejar que los comentarios de algunas personas me afectaran tanto, cualquiera sabe eso a nivel racional pero la dificultad está en aplicarlo realmente.
Por cualquier motivo, estaba de pésimo humor ayer por la noche y algo esta mañana. Primeras horas de mi cumpleaños y yo quería pelearme con el mundo entero y/o quedarme en mi cama, una actitud no muy festiva.
De todas formas, todo mejora con una buena comida llena de calorías e carbohidratos malos para la salud pero deliciosos para consumir, incluso si van acompañados por una discusión sobre política entre partidarios de la derecha y de la izquierda (por demás incómodo). Después de un buen rato con la familia, volví a casa con mi hermanita y mi sobrinito a jugar y ver pelis de animación para niños.
Tengo 29 años ya, y puedo decir que no me hace gracia envejecer y darme cuenta de ello es aún peor. Pero hay tantas cosas buenas en mi vida, muchas veces las doy por hecho y no las aprecio como debería. Tal vez la conciencia de esa idea fue lo que, en cierta manera, mejoró mi humor y pude tener el resto del día sin una nube negra sobre mi cabeza. Supongo que, al final de cuentas, eso es lo que hace un buen cumpleaños.
Obviamente, no voy a ser tan hipócrita como para no admitir que los regalos hacen también su parte mejorando el humor de cualquiera en su cumpleaños. Entre ellos (que de todas formas no fueron muchos), destacan el regalo de mi esposito y el de mi amigota Marce.
Después de todo, no fue un mal cumpleaños.
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