domingo, 2 de noviembre de 2014

Feliz cumpleaños para mí

Este debe ser el cumpleaños que con menos entusiasmo he esperado, al menos durante los últimos dos días. Tal vez no debería dejar que los comentarios de algunas personas me afectaran tanto, cualquiera sabe eso a nivel racional pero la dificultad está en aplicarlo realmente.
Por cualquier motivo, estaba de pésimo humor ayer por la noche y algo esta mañana. Primeras horas de mi cumpleaños y yo quería pelearme con el mundo entero y/o quedarme en mi cama, una actitud no muy festiva. 
De todas formas, todo mejora con una buena comida llena de calorías e carbohidratos malos para la salud pero deliciosos para consumir, incluso si van acompañados por una discusión sobre política entre partidarios de la derecha y de la izquierda (por demás incómodo). Después de un buen rato con la familia, volví a casa con mi hermanita y mi sobrinito a jugar y ver pelis de animación para niños.
Tengo 29 años ya, y puedo decir que no me hace gracia envejecer y darme cuenta de ello es aún peor. Pero hay tantas cosas buenas en mi vida, muchas veces las doy por hecho y no las aprecio como debería. Tal vez la conciencia de esa idea fue lo que, en cierta manera, mejoró mi humor y pude tener el resto del día sin una nube negra sobre mi cabeza. Supongo que, al final de cuentas, eso es lo que hace un buen cumpleaños.
Obviamente, no voy a ser tan hipócrita como para no admitir que los regalos hacen también su parte mejorando el humor de cualquiera en su cumpleaños. Entre ellos (que de todas formas no fueron muchos), destacan el regalo de mi esposito y el de mi amigota Marce.
Después de ir dos veces a la Feria del libro de este año (que merecerá una entrada aparte en su momento), mi esposito me consiguió uno de los libros que vi ahí, de uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos, el gran profesor Tolkien. Lo último que le publicaron (porque es su hijo el que publica ahora, dado que el profesor lleva sus buenos 40 años muerto) es su poema titulado "La caída de Arturo". Y sí, es el Arturo de Camelot. Además de lo obvio, mi deseo por leer este libro se basa en que, hace poco, leí la (inconclusa) versión de Steinbeck sobre los Hechos de Arturo y sus Caballeros, que justo se termina antes de que Lancelot y Ginebra empiecen a ponerle los cuernos al Rey. Gana de chismear total.
El otro regalo, el de mi amigota Marce, fue un cubo rubik. Pero no el cubo estándar que todos conocemos, el 3x3x3, sino el 2x2x2. ¿Qué tiene de diferente? A primera vista, es obvia la falta de un montón de cuadraditos, pero al momento de armarlo, es como haber juntado sólo las esquinas. Por lo tanto, armarlo es cuestión de manejar esas esquinas. De entrada, me costó deducirlo, lastimosamente mi cerebro funciona mejor con instrucciones claras, pero las instrucciones que encontré eran todo un engorro y no me funcionaban, así que supongo que estaba haciendo algo mal. Me puse a pensar en la lógica del cubo normal y los pasos que sabía para arreglar esquinas ahí, y funcionó después de darle muchas vueltas.
Después de todo, no fue un mal cumpleaños.

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