miércoles, 18 de marzo de 2015

Justicia

El mío es un país marcado por una historia de lo más trágica. Nuestros pocos momentos de gloria se pierden en como aguja en pajar entre la colección de calamidades que nos ocurrieron y nos ocurren. Entre los más recientes en el malogrado disco duro de la memoria nacional, está la época de las dictaduras militares. No acabábamos de quitarnos a uno de encima, cuando el siguiente bestia vestido de militar levantaba la antorcha de la estupidez y, a punta de balas, se acomodaba en el poder por tiempo indefinido.
Me dirán que hubo dictaduras más represivas, sangrientas, largas o lo que quieran en cualquier otro país de Latinoamérica, pero no estamos aquí para comparar a quién le tocó un peor bestia en el poder. La parte en la que todos quedamos medio igualados es en la que los bestias de turno se pusieron de acuerdo y empezaron a pasarse prisioneros políticos entre ellos. 
Si eras opositor al dictador de turno lo que te esperaba era morirte. Si tenías suerte, te morías rápido, si no la tenías, te agarraban para torturarte con esa saña y creatividad de la que sólo los gobiernos de ese tipo son capaces. Idealmente, si lograbas salir de tu país vivo, podías considerarte a salvo...excepto por el detalle de que, como dije, los bestias se organizaron y si no te atrapaban en tu patria, seguro que te atrapaban en la de al lado.
Los años pasaron, las dictaduras cayeron de a poco, y cada país se hizo cargo (o no) de los responsables. Acá, Banzer se murió sin que le hicieran ningún juicio por sus 7 años de gobierno (es más, fuimos tan mensos en que encima lo eligieron para otro mandato en los '90). Al que sí agarraron, a pesar de todas sus influencias entre los milistares, a pesar de que se escapó y tuvieron que traerlo de vuelta, a pesar de todo, fue a García Meza. El tipo gobernó más o menos un año, pero dejó un rayón en el disco por la violencia de su mandato, y muy específicamente por el asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Lo peor del caso es que al pobre hombre lo hicieron desaparecer literalmente, jamás encontraron su cuerpo y su esposa se murió sin saber qué fue de él.
Mientras, García Meza, aunque condenado a 30 años (apenas, y esa es la pena máxima) sin derecho a indulto, vivía cómodamente en la cárcel. Hoy está enfermo y viejo, aún le quedan diez años de sentencia, y nunca dijo dónde están los restos de Marcelo...hasta hace poco.
Lo cierto, es que no es muy creíble el hombre, por muchos motivos. Vale la pena buscar (si es que dejan buscar, aún hay muchos intereses cubriendo todo eso), pero hasta no encontrar alguna prueba es mejor no hacerse muchas ilusiones.
Lo curioso del caso (y a lo que apunta todo el anterior palabrerío) es que, justo hace poco también, le llegó el susodicho dictador una citación de un tribunal italiano por su participación en el Plan Cóndor (la organización de bestias que les decía) y la desaparición de ciudadanos italianos en el alboroto. El cuate, obviamente, no les quiso abrir la puerta de su cuarto de hospital para no recibir la citación en mano, pero parece que los italianos son más vivos, así que se la pasaron por debajo de la puerta y lo dieron por notificado. 
Y no es él solito el notificado, oh no precioso, son 32 acusados más, entre chilenos, bolivianos, peruanos, y uruguayos. Una maravilla, si me preguntan. Banzer aquí se murió sin rendirle cuentas a nadie por lo que hizo en su dictadura, y aunque García Meza y Arce Gómez estén en la cárcel, la vida para ellos ahí no es nada dura, aún tienen influencias entre los militares...y aún les tienen miedo. 
Si todo sale bien, los condenan en Italia y cuando acaben sus condenas aquí, se los pone en un avioncito directito a una cárcel italiana en la que no tengan privilegios. Siendo así la cosa, ¿a alguien más le parece que no es coincidencia que empiecen a cantar? 

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