Debo admitir que tenía mucho miedo a la llegada de este octubre, muchas cosas empiezan a coincidir en el tiempo a medida que se acerca el fin de año, en especial en este mes. Si a eso le suman mis varias frustraciones por temas de la realidad (porque en mi mundo de las tardes-noches, todo va bien), tenemos una Meli bastante nerviosa.
Pero, sorpresivamente, incluso contando con todas las cosas que ya iban mal (y que siguen yendo mal), todo parece estar cayendo por su peso en su sitio. Todavía estoy preocupada, pero los días pasan tranquilos (dentro de lo que cabe) y aún no me he vuelto loca (más). Y, la mejor parte, es que hay unos rayos de luz al final de este mes, llamados vacaciones.
Probablemente, mis preocupaciones se traspapelen en el ajetreo diario y empiece a temer a Noviembre (que nunca me ha pasado) o a Diciembre (que tampoco me ha pasado). De momento, todo bien en el frente.
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