Siendo honesta, y después de todas las cosas que pasamos para organizar el viaje y llevar a nuestros chicos a competir, lo único que esperaba del Campeonato de Sucre era que terminara pronto. Iba con la idea de competir, pero no veía más allá de la fase de Clasificación, estaba más concentrada en mantener a todos juntos y cumplir las reglas (y atrapar algunos pokémon en el proceso, por cierto).
Incluso con el trabajo intensivo del entrenador chino, y con la mejoría que tuve los últimos días antes del viaje, no creía tener oportunidades reales.
Y de pronto, en el camino me encontré pasando los octavos de final, y después pasando los cuartos de final. En el momento en que me tocó contra Dahara, la mejor arquera de nuestro club, en las semifinales, creí que el camino se acababa ahí y que me tocaría ir por el bronce. Y pasé.
Me encontré con que tenía que disparar las finales, que tenía más apoyo del que pensaba y que todos estaban seguros de que llegaría a sacar el oro. No dormí bien la noche antes de la final.
Pero parece que los hados estaban de mi parte, y la suerte estaba a mi favor. Incluso rompiendo una flecha aparatosamente, gané a una de las eternas favoritas. Mi primer oro, y mi primera medalla individual. No me lo esperaba en este torneo, y no me la acababa de creer ni siquiera con la medalla ya en el cuello.
La mejor parte de todo, creo, fue que al fin mi papá me vio competir y entendió (espero) que esto es algo serio para mí.
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