Hasta hace por más de un año, y fiel a mis ideas de "viva lo de acá", no hubiera estado pensando en festejar Halloween ni en el peor de mis mambos mentales. ¡Qúé cierto es eso de que nunca hay que decir "de este agua no beberé"! Porque en estos momentos, a pocos minutos de Halloween (al menos en mi uso horario) estoy concentrada en los preparativos de la fiesta del Club, la comida que prepará la muy Noble Casa de RAvenclaw de la que soy Jefa, y qué me pondré de disfraz para la fiesta del sábado.
¿Patético? Para nada, es más me divierte mucho, y considerando que mi cumpleaños (espero regalos, por cierto) es en Día de Difuntos...pues son más días de festejo para mí. ¡Ah, qué astuta soy...!
Y bueno, en lo que preparo mi traje de Morticia (si es que nadie tiene una diadema para prestarme, tendrá que ser eso no más), y como "palabras alusivas a la fecha", les dejo otra de las publicaciones de mi columna en "El Profeta".
DETRÁS DE LA HISTORIA
A veces lo que brilla es oro leprechaun…
Hoy: Morgana
A veces lo que brilla es oro leprechaun…
Hoy: Morgana
Melina Zurita S.
Jefa de RavenclawPresidenta de la Asociación para Historiadores y Chismógrafos del Pasado MágicoMiembro Honorario de la A.A.C.E.C (Asociación de Amantes de Crucigramas Extra Complicados)Jefa de Brujas de la Sociedad de Videntes Alternativos - Filial CochabambaCapitana del C.C.C.Q. (Club de Coleccionistas de Cromos de Quidditch
Jefa de RavenclawPresidenta de la Asociación para Historiadores y Chismógrafos del Pasado MágicoMiembro Honorario de la A.A.C.E.C (Asociación de Amantes de Crucigramas Extra Complicados)Jefa de Brujas de la Sociedad de Videntes Alternativos - Filial CochabambaCapitana del C.C.C.Q. (Club de Coleccionistas de Cromos de Quidditch
Si bien Merlín es reconocido como el mago más brillante y famoso todo los tiempos (aunque creo que el profesor Dumbledore es una fuerte competencia), hay que aceptar que ningún “bueno” es declarado así sin la existencia de un “malo”.
Como ya dijimos anteriormente, el “malo”, más bien “mala”, de Merlín era la también famosísima Morgana le Fay, o Morgana a secas. Sus poderes, como es de esperarse, eran comparables a los de sus archienemigo y muchas veces lo puso en aprietos, a él y a su buen patiño…protegido, eso, Arturo.
Morgana era reina en la famosa isla de Avalon, conocida como el hogar de las hadas. Sin embargo, ella no era un hada, sino una bruja que en un tiempo fue aprendiz del mismo Merlín al que luego le dio tanta guerra… (¿Cómo era ese dicho de que el alumno superó al maestro?). Entre sus múltiples poderes y habilidades se contaban sus grandes dotes de curación, además de la habilidad de transformarse a voluntad en un pájaro (o sea, que era animaga).
Sin embargo, por encima de sus poderes, Morgana tenía un carácter fuerte, astuto y muchas veces malvado, lo que le ganó su merecida fama de bruja oscura y tenebrosa. Hacía gala de ello a través de las muchas barbaridades que le hizo a su “pobre” medio hermano, el Rey Arturo. Tan malvada era, que se dice que incluso Lord Voldemort, el más reciente Señor Tenebroso, conservaba en su billetera el Cromo de Rana de Chocolate de Morgana, como perpetuo recordatorio de su modelo a seguir.
Pero ¿cómo fue que Morgana, siendo una talentosa estudiante de Merlín, pasó al “Lado Oscuro”? Para responder esta interrogante histórica (ja!) debemos remontarnos a los primeros años de su vida. Morgana era hija de Lady Igraine, que era también madre de Arturo. Sin embargo, estos dos niños eran sólo medio hermanos, porque el padre de Arturo no era el mismo que el padre de Morgana…captan la idea, ¿no? El punto es que, al nacer Arturo, su madre dejó de algo de lado a su hija mayor, que de todas formas ya estaba grandecita y no necesitaba que su pobre madre anduviera tras ella todo el santo día. Esto, como era de esperarse, le cayó como un hígado a la entonces pequeña Morgana, y desde entonces se dedicó a hacerle la vida cuadritos a su pequeño hermano.
Al crecer, Morgana había desarrollado el carácter que la haría famosa más adelante, pero aún conservaba cierto grado de amabilidad. Fue así que logró que Merlín la tomara como aprendiz. Durante mucho tiempo, fue una estudiante aplicada y responsable hasta que cierta noche vinieron a visitarla unas amigas de la infancia.
El punto es que, entre un chisme y otro, el alegre grupo de amigas acabaron bebiendo whisky de fuego como cosacos, y en medio de jovial estado etílico, Morgana apostó que tendría un hijo con su hermano, le quitaría el trono, y después bailaría sobre su tumba.
Cualquier creería que consecuencia de semejante noche Morgana desarrollaría una sana aversión a las bebidas alcohólicas, además de una mayor prudencia para apostar. Pero ella no era una persona normal (y menos lo que se dice cuerda) por lo que inmediatamente puso en marcha un plan para cumplir su apuesta, y se dedicó a aprovisionar su bodega de whisky. De hecho, dicen que las mejores ideas de para fastidiar la vida de Merlín y Arturo se le ocurrían después de unas diez copas de whisky; los planes altamente malvados llegaban cuando se veía el fondo de la tercera botella.
El primer paso, lógicamente era mandar a Merlín y sus enseñanzas a paseo. Su siguiente acción fue conseguir un conjunto de portaligas negros (era un bruja malvada, por favor, tenía que conservar el estilo) y finalmente emborrachar a su hermano como una mula…y un tiempo después vendría al mundo el pequeño y encantador bebé Mordred.
Morgana, que había pasado por la “triste y traumante” experiencia de ser desatendida por su madre, se propuso que no le pasaría lo mismo a su hijo. De hecho, le pasó todo lo contrario, ya que resultó ser una madre extremadamente posesiva y sobreprotectora. Esto se manifestaba en cualquier aspecto de la vida de Mordred, desde los consejos y enseñanzas que lo llevarían a combatir a su padre, Arturo, por el trono y finalmente matarlo en el campo de batalla; hasta consejos de belleza y modas. Morgana no solo aconsejaba, sino que diseñaba, combinaba y escogía personalmente la ropa de su hijo…su obra cumbre en la materia se considera la Armadura Dorada de Mordred: un esperpento amarillo brillante, con un casco que imitaba unos “angelicales” rizos de oro, y una máscara guerrera que más parecía la cara de una muñeca de porcelana. Sin duda alguna, Mordred resultaba aterrador en el campo de batalla (entre las tangas de Merlín y las fachas de Mordred, no es de extrañar que Arturo se muriera...).
Como ya dijimos anteriormente, el “malo”, más bien “mala”, de Merlín era la también famosísima Morgana le Fay, o Morgana a secas. Sus poderes, como es de esperarse, eran comparables a los de sus archienemigo y muchas veces lo puso en aprietos, a él y a su buen patiño…protegido, eso, Arturo.
Morgana era reina en la famosa isla de Avalon, conocida como el hogar de las hadas. Sin embargo, ella no era un hada, sino una bruja que en un tiempo fue aprendiz del mismo Merlín al que luego le dio tanta guerra… (¿Cómo era ese dicho de que el alumno superó al maestro?). Entre sus múltiples poderes y habilidades se contaban sus grandes dotes de curación, además de la habilidad de transformarse a voluntad en un pájaro (o sea, que era animaga).
Sin embargo, por encima de sus poderes, Morgana tenía un carácter fuerte, astuto y muchas veces malvado, lo que le ganó su merecida fama de bruja oscura y tenebrosa. Hacía gala de ello a través de las muchas barbaridades que le hizo a su “pobre” medio hermano, el Rey Arturo. Tan malvada era, que se dice que incluso Lord Voldemort, el más reciente Señor Tenebroso, conservaba en su billetera el Cromo de Rana de Chocolate de Morgana, como perpetuo recordatorio de su modelo a seguir.
Pero ¿cómo fue que Morgana, siendo una talentosa estudiante de Merlín, pasó al “Lado Oscuro”? Para responder esta interrogante histórica (ja!) debemos remontarnos a los primeros años de su vida. Morgana era hija de Lady Igraine, que era también madre de Arturo. Sin embargo, estos dos niños eran sólo medio hermanos, porque el padre de Arturo no era el mismo que el padre de Morgana…captan la idea, ¿no? El punto es que, al nacer Arturo, su madre dejó de algo de lado a su hija mayor, que de todas formas ya estaba grandecita y no necesitaba que su pobre madre anduviera tras ella todo el santo día. Esto, como era de esperarse, le cayó como un hígado a la entonces pequeña Morgana, y desde entonces se dedicó a hacerle la vida cuadritos a su pequeño hermano.
Al crecer, Morgana había desarrollado el carácter que la haría famosa más adelante, pero aún conservaba cierto grado de amabilidad. Fue así que logró que Merlín la tomara como aprendiz. Durante mucho tiempo, fue una estudiante aplicada y responsable hasta que cierta noche vinieron a visitarla unas amigas de la infancia.
El punto es que, entre un chisme y otro, el alegre grupo de amigas acabaron bebiendo whisky de fuego como cosacos, y en medio de jovial estado etílico, Morgana apostó que tendría un hijo con su hermano, le quitaría el trono, y después bailaría sobre su tumba.
Cualquier creería que consecuencia de semejante noche Morgana desarrollaría una sana aversión a las bebidas alcohólicas, además de una mayor prudencia para apostar. Pero ella no era una persona normal (y menos lo que se dice cuerda) por lo que inmediatamente puso en marcha un plan para cumplir su apuesta, y se dedicó a aprovisionar su bodega de whisky. De hecho, dicen que las mejores ideas de para fastidiar la vida de Merlín y Arturo se le ocurrían después de unas diez copas de whisky; los planes altamente malvados llegaban cuando se veía el fondo de la tercera botella.
El primer paso, lógicamente era mandar a Merlín y sus enseñanzas a paseo. Su siguiente acción fue conseguir un conjunto de portaligas negros (era un bruja malvada, por favor, tenía que conservar el estilo) y finalmente emborrachar a su hermano como una mula…y un tiempo después vendría al mundo el pequeño y encantador bebé Mordred.
Morgana, que había pasado por la “triste y traumante” experiencia de ser desatendida por su madre, se propuso que no le pasaría lo mismo a su hijo. De hecho, le pasó todo lo contrario, ya que resultó ser una madre extremadamente posesiva y sobreprotectora. Esto se manifestaba en cualquier aspecto de la vida de Mordred, desde los consejos y enseñanzas que lo llevarían a combatir a su padre, Arturo, por el trono y finalmente matarlo en el campo de batalla; hasta consejos de belleza y modas. Morgana no solo aconsejaba, sino que diseñaba, combinaba y escogía personalmente la ropa de su hijo…su obra cumbre en la materia se considera la Armadura Dorada de Mordred: un esperpento amarillo brillante, con un casco que imitaba unos “angelicales” rizos de oro, y una máscara guerrera que más parecía la cara de una muñeca de porcelana. Sin duda alguna, Mordred resultaba aterrador en el campo de batalla (entre las tangas de Merlín y las fachas de Mordred, no es de extrañar que Arturo se muriera...).
Finalmente, y aunque había perdido a su “maravilloso” hijito en la batalla, Morgana se dio el gusto de trasladar el cuerpo de su hermano Arturo a Avalon, enterrarlo con todas las pompas de un rey y finalmente cumplir la parte final de la apuesta: bailar sobre su tumba. Al final de sus días, y sin nadie a quién fastidiar (¡qué vacía le parecía la vida sin Merlín y Arturo!), Morgana dejó su afición al whisky, a las venganzas y al diseño de ropa masculina alternativa, y se dedicó a gobernar con vara de hierro a las pobres hadas de Avalon.
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