jueves, 24 de noviembre de 2011

Tardes de notaría

Si algún día escribo una autobiografía, y en ella me refiero a estos meses en lo que ya no puedo llamar de otra forma que no sea "El Infierno", supongo que titularé así a ese capítulo. Hoy tuve una de esas tardes en que no tuve ni un momento de respiro, en las que batallab entre mis ganas de lanzarme por la ventana, lanzar a la gente por la ventana o lanzar a mi jefa por la ventana, todas igual de tentadoras.

Cuando el último psicópata que perturbaba nuestra paz salió de la oficina, mi jefa y yo nos miramos sin ni siquiera ánimo de recriminarnos los errores de la tarde. Haber sobrevivido sin ponerme a llorar, creo, ya fue todo un logro.

Lo terrible de todo esto es que, llegando a casa, ni siquiera puedo echarme a descansar en mi cama, con un buen libro y una caja de chocolates (encontré una manera de bajar de peso de forma casi instantánea, así que ya ni me preocupo por engordar). Se supone que ahora mismo debería estar "componiendo" un pieza para un documental que mi sufrid novio está haciendo. La macana es que, entre mi tarde infernal y que mis musas han dejado sus ocupaciones desde agosto, no tengo ni una gota de inspiración para nada.

Hace unos días, llegando super agotada de una noche jugando en el Wii con los amigos, me encontré con que mi mamá estaba viendo "Mujercitas". Hay allí una frase que dice Laurie a Amy, pero que no aparece nunca en el libro: "Mis composiciones son como tus pinturas, copias mediocres del genio de otros". Asumamos que el ajetreo me dejó algo más que cansada, y que el siguiente pensamiento el producto de eso: Mis composiciones no llegan ni siquiera a copias mediocres del genio de nadie.

Estúpidas musas.

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