lunes, 27 de octubre de 2014

Dos años

Tal vez es porque tengo la sensación de que el tiempo debería durar algo más de lo que dura, pero la llegada de fechas y aniversarios siempre me sorprenden. Si lo comparo con otros matrimonios que conozco, cumplir dos años no parece la gran cosa, es sólo el principio de un largo camino por recorrer.
Pero, para mí, es un logro muy grande, más si consideramos mi pésimo carácter y mis arranques de mal humor que, generalmente, se estrellan contra mi esposito. Claro, tampoco vamos a negar las malas manías del susodicho que me sacan de mis casillas. Y llegados a ese punto, cualquiera con dos dedos de frente sabrá lo mismo que yo: de eso se trata un matrimonio.
Para los ingenuos que estén cerca de casarse, permítanme pincharles su nubecita flotante de felicidad: el matrimonio no tiene mucho de romance y corazones flotando en el aire, el tipo de ilusiones rosa que Disney vende. El matrimonio son las discusiones sobre quién tiende la cama y quién limpia el baño, y hacerlo aunque no te guste porque amas al otro en esas pequeñas cosas. Así que, si no están dispuestos a limpiar baños y restregar ropa a mano porque la lavadora (bendita sea) no lava tan bien como creían, mejor no se casen.
Feliz Aniversario para nosotros!

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