martes, 21 de octubre de 2014

Modelos y reinas

Había pensado escribir mi siguiente post sobre el último libro que leí (La mujer del viajero del tiempo, totalmente recomendable), o la última peli que vi (Cómo entrenar a tu dragón 2, bella), pero sucede que en la tarde caí a ver un documental de la BBC (amo ese canal) y me quedé pensando.
Hace un tiempo escribía sobre un concurso de belleza aquí en Cochabamba. Admito que no fui nada caritativa con esas chicas, pero lo cierto es que aquí los tales concursos son cualquier cosa y no entiendo como pueden prestarse a eso. Sin embargo, he de revisar hasta cierta parte mis comentarios sobre el tema.
Sí, los concursos aquí son cualquier cosa, y la que los maneja es una tirana, pero hay casos más locos. El documental se centra en el concurso Miss Venezuela, patria de la muchas de las Miss Universo y demás, las mujeres más bellas del planeta y eso. Un montón de chicas se ofrecen a ser cambiadas y criticadas por un viejo (tiene 67, eso lo califica de viejo) con una idea fija sobre lo que hace a una mujer bella y que cree que todas las feministas son feas sin remedio y por eso critican los concursos.
La institución de Miss Venezuela es algo tan arraigado en su país que las chicas y sus familias no dudan en gastarse miles de dólares (que a lo mejor podrían ser invertidos de otra manera) en operaciones, maquillajes, viajes y vestidos en un país en que las amas de casa hacen fila para conseguir  harina, leche o huevos. Mujeres que son preciosas se matan de hambre, se estresan, cancelan sus vidas y se meten siliconas y se sacan grasa porque un tipo se los dice. Niñas de 10 años aprenden a maquillarse, caminar en una pasarela y posar para fotos porque se espera que ellas sean las siguientes concursantes.
Cierto que muchas de ellas participan porque lo consideran su oportunidad de ayudar a su familias a salir de entornos peligrosos, una plataforma para el futuro progreso, pero esa lógica tiene la falla de que sólo una gana...las demás desaparecen. Si sólo sabe valerse de su belleza y no de su inteligencia, la vida de una chica puede tomar rutas muy peligrosas.
Porque encima se espera, se da por sentado, que una Miss sea tonta, que abra la boca para decir una estupidez...y las pobrecitas se sirven en bandeja al estereotipo. Y lo peor, en mi opinión, es que el mismo viejo que maneja el concurso lo decía con una llaneza que me paró los pelos: No se espera que salgan astronautas de aquí, son las chicas que van a trabajar en el "showbiz" (parafraseando), ergo si hay que cambiarles la cara y el cuerpo, pues se les cambia y listo. 
Parece que, al final, el punto de los concursos de belleza es simplemente hacer que todas las mujeres se sientan mal consigo mismas a costa de las torturas a las que otras se someten. En cualquier caso, siempre salimos perdiendo.

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