miércoles, 14 de enero de 2015

Cursi, cursi, cursi

En serio, bien cursi. Pero, a diferencia de la mayoría de la cosas que lo son, funciona muy bien. Explico.
Hace unos días (para que vean cuán descuidada me he puesto con esto de escribir aquí), vimos una peli de Studio Ghibli. No estaba dirigida por el gran Hayao Miyazaki, si no por Kondo Yoshifumi (y hasta ahí llegó mi gran conocimiento), pero como el guión lo escribió Miyazaki y le tengo fe a cualquier película del estudio, me dio curiosidad verla.


El romance adolescente es el tema más remanido, en especial en estos últimos años en que parece que se ha puesto excesivamente de moda y todas las chiquillas creen que lo más importante en la vida es agarrar un novio y vivir un romance tormentoso (en cuanto más retorcido, mejor). Lo genial de esta peli, aunque maneje también el tema, es que no se trata sólo de eso: Shizuku no se echa a esperar que el cuate venga a rescatarla y ponerle el sol y la luna a los pies, decide probar sus propias habilidades, aprender a ser algo por sí misma. O sea, crecer.
Sigue siendo una historia algo melosa, pero funciona y hasta da ternurita (y no ganas de vomitar un arcoiris). Por otra parte, la animación es hermosa y muy detallada, como todos los trabajos de Studio Ghibli (al menos, los que he visto).
Había pensado que era más reciente (básicamente, porque recién la vi a la venta), pero resultó que es del '95, tiene casi 20 años. Supongo que esa es una de las cosas que hace genial a una película, que no importa cuando la veas, sigue siendo buena porque su historia no pierde vigencia.

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