Consejera

- Y también se ha dicho - respondió Frodo -: "No pidas consejo a los Elfos, pues te dirán al mismo tiempo que sí y que no".
-¿De veras? - rió Gildor-. Raras veces los Elfos dan consejos indiscretos, pues un consejo es un regalo muy peligroso, aún del sabio al sabio, ya que todos los rumbos pueden terminar mal.

Anoche (martes, no miércoles) tuve una noche que podríamos llamar "movidita". Entre otras cosas me vi metida en medio de una discusión que tuvieron dos amigas a causa de una tercera persona. Los motivos son cosa de ellas y no me corresponde a mi comentarlos, pero la situación me dejó pensando...claro, más exacto sería decir que me dormí agotadísima y cuando me desperté por la mañana, mi cerebro volvió a enchufarse y sólo entonces me di cuenta de lo bizarro de la situación.
Y no lo digo por la discusión, ni por estar en medio, con tal que son cosas suelen pasarme. Lo que realmente me extraña, y me extraña más que recién caiga en cuenta de lo raro, es que mis amigos y amigas siempre me buscan de mediadora y consejera, me buscan como la persona "adorable" y "tranquila" que siempre podrá sacarles los pro y los contra de cualquier situación, hacer una evaluación sumaria y darles un consejo que los saque del atolladero, me buscan como la persona que puede escuchar todas las historias y problemas que tengan para contar.
No sé cuando comenzó eso, no puedo ver un momento de mi vida en que mis amigas y amigos (los que me conocen bien, no todas las personas a las que les caigo como una patada) no me contaran secretos y confidencias o me pidieran ayuda. Y lo cierto es que no puedo evitar escuchar, más que nada por la sencilla razón de que generalmente no tengo nada interesante que decir. Tampoco puedo evitar aconsejar bajo la sencilla fórmula de "yo que tú...".
No es por presumir, pero tal vez la razón se relacione con algo que me dijeron dos personas hace mucho tiempo. El primero fue un ex-amigo que me dijo algo así como: "Tienes un aura muy linda, invita a confiar en ti"; el otro fue un docente de la Universidad que me dijo: "Tus ojos reflejan mucha pureza (ahí me puse colorada)".
¿Donde está lo extraño? Puedo resolver los problemas de cualquiera, tranquilizar a la mayoría de mis amigas con los métodos más extraños (que incluyen recitar el Código Jedi), hacerlas reír con mis comentarios sarcásticos, darles soluciones rápidas a sus problemas, resolver sus vidas sentimentales en dos patadas con mis dos recetas favoritas: "Dile todas esas cosas, con calma, pero con firmeza", y "Mándal@ a la m%$#&". En fin, que soy un As arreglando la vida de los demás, pero no soy capaz de ordenar mínimamente la mía, ni reírme de las cosas feas con mis sarcasmos, ni dar soluciones rápidas a mis problemas ni nada ¿Ven lo contradictorio del baile?
Y algo más, relacionado a la frase que puse arriba: definitivamente aconsejar es peor que hacer profecías. ¿Escucharon esa frase que dice: Nunca profetices nada, porque si te equivocas todos recordarán que fuieste tú, pero si fallas nadie recordará que tú lo dijiste". Aconsejar implica exactamente lo mismo, no puedo evitar hacerlo pero, después de largar la frase contundente, la duda empieza a rondarme: "Y si me equivoqué? Y si todo sale mal? Y si me hecha la culpa?". No me gustaría ser culpable de arruinar la vida de nadie porque, como bien dice Gildor Inglorion, todos los caminos pueden terminar mal, a pesar de las buenas intenciones del que aconsejó. No olvidemos que de buenas intenciones está empedrado el camino al Infierno.
Tal vez debería aprender a morderme la lengua más de lo que ya me la muerdo y aconsejar sólo cuando me lo piden...y ni así.