domingo, 11 de diciembre de 2011

Se me escapa la vida

¿Alguien más se dio cuenta de que ya es diciembre? ¿Y de que ya son casi dos semanas que no escribo nada? Y nuevamente, no ha sido por falta de acontecimientos, si no que el cansancio aún me gana. Recuerdo la época en que era libre de trasnocharme alegremente, de navegar por ahí en busca de noticias de Harry Potter, o en busca de libros y discos extraños, charlando de incoherencias con los amigos trasnochadores y viendo como, uno a uno, caían rendidos al sueño, y ver que ahora mi vida se reduce a cansancio y trabajo aburrido, se me hace algo deprimente.

Los primeros días de este mes, iba a contar como ya teníamos armado el árbol de Navidad y la decoración de la casa. Como siempre, la sala se lleva la mejor parte, y el resto de la casa se reduce a coronas y adornos en las puertas, luces en la ventana alta de la casa y grandes tiras de espumillón con pompitas en las escaleras. Mi árbol se ve genial, para variar, aunque tuvimos que cambiarlo de posición este año (cosa de mi hermana Tef, que insiste en innovar). La única ventaja de mover el lugar el árbol, es que quedó espacio para mi piano.
Lo que me lleva a que la parte mala de tener el piano en la sala, es que ahora mi papá tratará de hacer que toque delante de la familia...y no tengo la menor intención de que me exhiban contra mi voluntad. Gracias. La parte buena es que ahora es más fácil ensayar con el coro (o parte de él) en mi casa. Y además, es genial exhibir mi árbol.


Los ensayos con el coro han estado oscilando de "esperanzadores" a "desesperantes". Reconozco que he tenido parte de culpa en ello, no siempre tengo tiempo para estudiar, no sé solfear, y me desafino con facilidad si alguien canta mal a mi lado. El concierto es el viernes, y para variar, se no vino encima sin estar realmente listo. Nuestro directorcito se fue a Japón (en serio) y estamos navegando en el mar de la incertidumbre. Supongo que, una vez más, diremos como los Chudley Cannons antes de entrar a un partido: "Crucemos los dedos y esperemos lo mejor".
Y hablando de quidditch, tengo el placentero de deber de informar que mi equipo, The Billywigs, sorpresivamente (ni nosotros lo esperábamos, la verdad) ganó el Segundo Torneo de Quidditch. Tenemos unas lindas escobitas, cortesía de Cris (cuando se quiere esforzar, lo hace), como trofeo anticipado...pero de veras que espero ponerle las manos encima a esa Copa.
Aparte de los adornos, el "deporte", el coro y el descubrimiento de mi nueva capacidad como Reina casi indiscutida del Nuevo vicio del Wii, mi vida está llegando a ser francamente desesperante. El mes terminó con mi paga de siempre, a pesar de que, una vez más, había cubierto el trabajo de dos casi sin ayuda, y aunque hay una nueva ayudante, casi todo recae en mi. Ni siquiera los adornos de Navidad que mi Jefa puso en la oficina me han hecho sentirme un poco más esperanzada. Sin ir más lejos, la ante anterior semana, estuvo de un humor pésimo: gritaba a la más mínima provocación, y eso no contribuía para nada a que nadie hiciera las cosas bien en la oficina. Imaginen como sería la cosa que, a los tres días de llegar, la chica nueva no quería volver.
Lo gracioso del asunto fue que la vez que pasó algo que a mí me parecíó realmente grave, y me estaba preparando mentalmente para una explosión de ira y para mandarla elegamentemente por un tubo, con la graciosa bendición de mis padres, sucede que...no pasa nada. Sospecho que era porque se olió que tratábamos de largarnos y como ella tenía planeada una "desaparición" de una semana, pues supongo que no le convenía.
Como la vez anterior, la parte buena de su "desaparición misteriosa" (porque de veras que ahora ni siquiera sé donde se fue o qué...aunque tengo mis sospechas) fue que tuvimos una semana de relativa paz: la gente no venía a molestarnos (mucho), hubo una tarde en que no pasó ni una mosca y traté de delegar lo más posible encima de su hijo. Y ni aún así me salvé de tener mi mal rato semanal por una confusiós estúpida que no fue para nada mi culpa. Me gusta pensar que suelo aceptar mis errores con algo de elegancia, pero juro que esta vez no me encajarán las equivocaciones de nadie.
No tengo la más mínima gana de ir mañana al trabajo (para variar), los fines de semana se me hacen cada vez más cortos (y un día y medio de descanso semanal no es nunca bastante). Y hablando de tiempo...
Justo cuando lo que necesito es tiempo. No paro de darle vueltitas.

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