domingo, 8 de abril de 2012

Gente

Siempre peco de ingenua en eso de conocer gente. Las personas sobre las que tengo una opinión formada, no importa si en buen o mal sentido, a veces (sólo a veces) me sorprenden.
Es genial si resulta que alguien sobre quién pensaba lo peor del universo, resulta ser una buena persona. Tal vez suceda que desconfíe un tiempo mal, pero si me convence de que, en verdad, me equivoqué con ella, puedo tragarme mis palabras sin mucho alboroto.
Lastimosamente, lo más frecuente es que las personas me decepcionen. En ningún caso creo que alguien sea perfecto (por favor, sé que ni siquiera mis padres son perfectos), pero me gusta pensar que la mayoría de la población mundial es, esencialmente, buena gente. Y entonces, pasa lo que suele pasar: ese alguien del que pensaba bien, al que creía esencialmente bueno, actúa o hace algo tan mezquino que sólo me queda pena.
A veces, una sola "mala acción" basta para deshacer una buena reputación...o destruir mi fe en alguien.

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