Cuando me preparaba para mi boda, mis hermanas trataron de convencerme de que fuera al gimnasio para "tonificarme". Como declarada enemiga de los deportes que soy, me negué de plano. Hasta hace pocos días, uno de mis muchos lemas era "Al gimnasio ni muerta". Una vez más, soy el claro ejemplo de cómo una ha de tragarse sus palabras.
En pocas, que me convencieron de ir y hoy fue nuestro primer día. Esto sonará poco elegante, pero juro que en mi vida había transpirado tanto, al final de la sesión mi pierna izquierda ya no quería levantarse a dar patadas, por no decir que mi cerebro no retenía la secuencia de movimientos. Si no estaba más perdida, es por todas las horas jugando Just Dance que he pasado.
Acabé hecha un desastre. Despeinada, sudada, con los músculos adoloridos y, lógicamente, oliendo a campeona. Y mis hermanas se rieron de verme llegar así, y anunciaron que el fin del mundo se acerca.
Acabé hecha un desastre. Despeinada, sudada, con los músculos adoloridos y, lógicamente, oliendo a campeona. Y mis hermanas se rieron de verme llegar así, y anunciaron que el fin del mundo se acerca.
Lo gracioso fue que me divertí, más de lo que creía que me divertiría en un gimnasio, pero no por el deporte. La buena compañía hace mucho, y como jamás pienso ir sola a ese antro de tortura, puedo creer que me seguiré divirtiendo. Espero...
No hay comentarios:
Publicar un comentario