miércoles, 21 de noviembre de 2012

La muerte

Y pasó lo que tenía que pasar. No fue sorpresivo, aunque en cierta forma nos agarró en curva, creo que todos esperábamos que mi abuelito resistiera al menos una semana. Pero después una se pone a pensar, ¿como habría sido esa semana de espera? Mis tíos, muchos de ellos, probablemente, lo hubieran alcanzado a ver vivo, pero ni siquiera estaba muy consciente ya. Dicen que no reconoció a mi tía, la que llegó justo la mañana del día que se murió...y ella es su hija.
Mi abuelita está tranquila, muy cansada, pero tranquila. Como siempre, ella es la más fuerte de la familia. Mis tías y tíos se permitieron llorar y andar perdidos, mientras que ella se mantenía en calma. Supongo que siendo la que más lo cuidó estos años, seguramente estaba agradecida de que todo ese sufrimiento terminara.
Por mi parte, no he llorado. No por falta de ganas, simplemente no quiero que mi papá, que ya de por sí está triste, me vea a mí también llorar, alguien tiene que mantener la calma, creo.

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