miércoles, 29 de mayo de 2013

Siendo útil

Mis aventuras en el mundo del rol han atravesado muchas etapas. Desde la época en que mi HP llegaba a gloriosos 6 puntos y un niño elfo con resfriado podía mandarme al suelo de un suspiro, hasta mis actuales 112 decentes puntos, he recorrido con el equipo un largo y muy extraño camino.
De todas formas, incluso desde que empecé a tomar niveles de Arquero Arcano, no he podido dejar de ser la "inútil" del equipo. Sí, cuando tengo un arco en la mano le pego tres tiros a cualquier cosa que se ponga por delante, la cosa es que no les hacía ni cosquillas a pesar de dejarlos como un alfiletero.
Las habilidades son importantes, lógicamente, y las que trae ser una arquera arcana son geniales (como esa de disparar tres flechas de un tiro), pero si lo que una quiere es ser letal, ser hábil no basta. Es como si a un ninja le dieras una katana de goma: probablemente haga más daño de lo que haría una persona normal, pero no tanto como lo haría si tuviera una katana bien afilada como Dios manda.
Así que ¿cuál es la lógica solución a mis problemas de falta de letalidad? En una partida de aventureros mayoritariamente masculinos (hasta yo integré esa mayoría por un desafortunado tiempo), esa solución pasa por una de las actividades favoritas de los hombres: ir de compras. Supongo que fue porque compramos armas mágicas a montones y artefactos mágicos a patadas que no se quejaron tanto (aunque  sí que compramos algo de ropa pintuda y una muñeca mágica...que no eran para ninguna de las chicas, por cierto).
Y desde que soy la feliz poseedora de un arco encantado para combatir diablos, demonios, y cualquier cosa que se le ocurra salir del infierno. No estaba seguro de hasta que punto iba a funcionar, hasta que lo usé junto uno de mis nuevos rasgos del clase que consiste en disparar un flecha a cada enemigo que tenga a la vista en una sola acción. Ayer, corriendo en medio de una batalla buscando a un amigo, nos cruzamos con un escuadroncito de 15 diablos duros de matar. Al parecer, tenían un encantamiento que hacía que el daño que se le hacía a uno se dividiera entre todos, que significa que el daño se convierte en insignificante y se tarda horas en matar a la tropa completa. Eso hasta que les lancé una flecha a cada uno...
Resumamos: en lo que los demás le dieron a tres de ellos, yo me cargué a los 16 de una. Por una vez, todos me miraron con asombro y algo de miedo. Quiero ver que alguien me diga inútil ahora.

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