lunes, 12 de mayo de 2014

Pececita

Hay algunos animales con los que, se dice, no se puede crear un vínculo afectivo porque...bueh, no se puede. Los peces son de esos animales, para mí. Tenemos una pecera en casa, hace unos meses tuvimos un montón de problemas con el oxigenador que se arruinó y envenenados por el aceite que botó la cosa esa. A raíz de eso, y tras unos meses de pausa con los pocos sobrevivientes al mini-derrame, mi esposito juntó sus regalos de cumpleaños y se compró una pecera nueva y muy grande.
A raíz de eso, hemos (él más que yo) pasado mucho tiempo en acuarios, viendo peces y accesorios y demás cosas para los aficionados a este embrollo. No voy a decir la pecera esté fea ni nada por el estilo, se ve fabulosamente bien para ser honestas, pero no es como que me importen tanto como me importa mi Auror, digamos.
Pero, he aquí la excepción que confirma la regla. Hace unos días, en una de nuestras visitas a un acuario del que, básicamente, mi esposito es cliente casi preferencial, vi un pez beta hembra negra con jaspes rojos y azules. Preciosa. Hace unas semanas le regalamos a mi papá una beta en su betero, y realmente la pececita esa creció un montón y está de un hermoso rojo brillante. Y como buena envidiosa que soy, me aficioné de la pececita negra con rojo.
El viernes en la noche, después del gim (en el que estuve sola, por cierto), no fuimos a comprar un betero y a la pececita. La trajimos a casa, instalamos su betero siguiendo todas las instrucciones y la pusimos ahí. Noté que estaba bastante paliducha pero mi esposito me dijo que era por el estrés por el traslado. Tenía sentido así que la dejé en paz. Sábado en la mañana (día raro), le di su comida y vi que seguía paliducha pero daba más vueltas por su betero así que supuse que se le pasaría.
En la noche, mientras tocaba piano, me fijé que sus colores habían vuelto casi del todo y asumí que ya se estaba acostumbrando. Y de pronto escuché un ruido, al darme la vuelta vi que la pececita daba vueltas como loca en su betero, y se chocaba con las piedritas del fondo...y de pronto se dejó caer al fondo. Trató de nadar de regreso un par de veces, pero al final se quedó como clavada de cabeza en las piedras y no se movió más. No estaba muerta aún, sus colores estaban fuertes y brillantes, pero no se movía, ni siquiera cuando traté de empujarla un poquito con la red de pecera. Esta mañana estaba muerta ya.
Me pasé toda la noche teniendo pesadillas con peces betas muertos y llenos de heridas, y no quise ver muerta a mi pececita (que por cierto, se llamaba Wilwarin, "mariposa" en élfico). Dos días y me dio pena que se muriera. 
¿Cuál fue la solución de mi amado esposito? Comprarme otro pez beta. Un macho azul y negro esta vez. Este no se puede llamar Wilwarin, para nada (y no, tampoco se llamará Wolverine, mi amor).


2 comentarios:

MarceLezcobar dijo...

Wolverine me gusta *o* ...

Meli dijo...

No tiene cara de Wolverine (ni garras, ni esqueleto de adamantio, y definitivamente no se regenera).