domingo, 8 de junio de 2014

De cómo le debo OTRA MÁS a San Roque

San Roque debe ser, definitivamente, el santo más desocupado de la Corte Celestial porque responde peticiones al tiro. Como saben, tengo un largo historial de perros perdidos (siempre los mismos) en diversas ocasiones y siempre milagrosamente aparecidos gracias a mis rogativas a San Roque, patrón de los perritos.
Esta vez, no fue uno de mis bebés, fue el cachorro de mi sobrinito y en circunstancias aún más rara que cualquiera de las escapadas de mis hijitos. El 5 de junio almorzamos todos en casa de mis papás, pero cuando mi hermana volvió a su casa para recoger al cachorro en cuestión (tenía que ir al veterinario para su vacuna) y...no encontraron al cachorro. Buscaron por todos lados y llegaron a la lógica conclusión de que alguien se robó al perrito, porque aunque está medio largo ni en chiste se salía sólo por la reja. Su perrito no es precisamente hermoso aunque tampoco es horrible, y ni siquiera es de raza fina para decir que se lo robaron por eso, pero es amoroso y mi sobrino lo ama. Esa noche, no puedo dormir de preocupación y me puse a rezar a San Roque, que ya había probado ser efectivo.
Preguntaron a sus vecinos y por ahí les llegó el tip de que al perrito lo tenía una de las vecinas que tiene una extraña fama de estar algo loca. Fueron a hablar con la tal señora, que se negó enfáticamente y de muy mal humor saber cualquier cosa del perrito. Resultó que la hermana de la señora vivía al lado, y les confirmó que la loca había aparecido con un perrito la tarde anterior que era igual al que mi hermana le decía (collar azul que le puse yo incluido), y lo tenía encerrado en un cuarto, por eso no lo vieron cuando fueron. Les aconsejó que la hicieran asustar, porque de otra manera la señora loca no soltaría al perrito.
Fueron nuevamente al día siguiente, mi hermana, mi cuñado y mi sobrino, y esta vez el perrito estaba suelto y cuando los vio, se lanzó contra la puerta de la señora loca, ladrando y rascando como un desesperado. La señora se volvió a negar, dijo que lo había comprado en una suma cinco veces superior a la cantidad que mi hermana pagó por el tal perrito, hizo un lío y se encerró en su casa. Pero no contó con que le perrito seguía en su patio y que su puerta era de reja...así que ladrón que roba a ladrón y eso.
Fue toda una aventura si me preguntan, y creo que les enseñó algunas lecciones útiles a mi hermana y mi sobrino. Creo que armarán un cercado en la parte del fondo de su patio para el perrito, pero hasta eso, mi hermana está decidida a llevarlo con ella a todos lados (hoy fuimos a comer al campo y el perrito estaba con su correa bien puesta ahí), no sea que la vieja loca se lo vuelva a robar. Y entre otras cosas, le debo otra deuda a San Roque: ahora debo comprarle un placa al perrito y donar comida a algún refugio de animales, que siempre lo necesitan. Pero valió la pena endeudarse.

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