jueves, 20 de junio de 2013

Casi un culto

Desde antes de casarnos, mi esposito y yo siempre decíamos que el día que viviéramos juntos tendríamos un cuarto sólo para nuestras cosas de Harry Potter y demás juguetes (y que no dejaríamos que nuestros hijos jugaran con ellas). Cuando nos mudamos, decidimos dedicar el segundo cuarto del dep a poner la mayor parte de nuestros juguetes, la mayor parte digo porque descubrimos que teníamos más cajas de juguetes que ropa.
Sacando cuentas, hace casi tres meses que nos mudamos (cómo se pasa el tiempo...), y las cajas de juguetes seguían cerradas y apiladas por los rincones hasta la anterior semana. Debo admitir que tampoco he colaborado mucho con la fase de desempacar últimamente (eso sí, me pongo como loca a seleccionar la basura que salía de las cajas en grandes bolsas de basura), así que las cajas hubieran seguido durmiendo el sueño de los justos si no fuera por mi esposito.
El anterior fin de semana lo dedicamos a ordenar esas cajas en sus lugares. Como esperábamos, las cosas de nuestra colección de Harry Potter ocuparían un estante y algunas cosas sueltas de nuestras otras manías (como Star Wars y el Señor de los Anillos) irían sobre la cómoda. Resultó que entre los dos tenemos tantas cosas de Harry Potter, incluyendo las duplicadas, que entraron como perejil en maceta en el estante y muchas acabaron guardadas.
Aún así, es genial como quedaron nuestras cositas ya acomodadas. Los juguetes tendrán que compartir cuarto con la computadora grande de mi esposito y un escritorio en que, supongo, acabaré instalándome a escribir, pero de momento está bastante cerca de lo que queríamos que fuera nuestro cuarto de juguetes.

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