domingo, 9 de junio de 2013

Domingos productivos

Hoy fue un día un poco raro, al menos para ser un domingo que, según mi filosofía, es para hacer nada, y más considerando que amanecí con un increíble dolor de media cabeza, de esos que siempre me dan. Se supone que tenía ensayo de coro, al que iba a llegar convenientemente tarde por mi jaqueca, pero que al final resultó suspendido sin explicación alguna. 
El plan alternativo cuasi obligatorio era la fiesta de cumpleaños del sobrino de mi esposito. No soy precisamente devota de las reuniones familiares, pero hay algunas de las que no se puede escapar sin un excelente pretexto, de preferencia que  esos que implican una enfermedad contagiosa y mortal. Y ahí fue que las cosas se pusieron algo extrañas.
Estábamos alistándonos para asistir a la fiestita, cuando mi siempre oportuna hermanita me manda un mensaje diciendo que hay campaña de vacunación para perros y gatos...y que ella no movería un dedo para llevar a mis bebés. Lógicamente, después del cumpleaños, y sin almorzar, nos fuimos a buscar a mis hijitos para llevarlos a recibir su pinchazo anual...y eso fue una aventura por derecho propio.
Al parecer, mis hijos decidieron intercambiar de personalidad. El viejo, que siempre se revuelva y retuerce y forcejea y huye cuando ve una aguja apuntándole, se dejó vacunar con suprema indiferencia (como que ni se movió cuando le clavaron la aguja), mientras que el otro, el joven, que suele quedarse quietecito en cualquier circunstancia en la que se le dice que se quede quieto, se revolvió y retorció y forcejeó y si no huyó fue porque lo teníamos con correa. En pocas, no se dejó vacunar...aunque le dieron varios pinchazos en el proceso. Hasta la gata se dejó pinchar con menos escándalo que mi hijito.
Ayer jugamos quidditch después de mucho tiempo. A los que me habían dicho que por mi falta de ejercicio no aguantaría ni un tiempo, me encantó mostrarles que pude jugar todo un partido sin morirme (mucho). La parte complicada fue que descubrí que los Converse, aunque sean morados y muy monos, no son buenos para correr en pasto (ni en nada, por cierto). Así que por eso hoy nos fuimos con mi esposito a buscar unos tenis que sirvieran para hacer deporte, al menos para correr sin resbalar. 
Dado que soy algo quisquillosa con los Nike (esclavizan a niños en Asia para hacerlos), estuvimos horas buscando unos que no fueran Nike y se vieran monos, además que teníamos que llegar a tiempo la cine. 
Saltemos la parte de mi búsqueda de algo no Nike y vayámonos directo al cine, que es la parte importante del día (porque caminar de aquí para allá viendo zapatos no es una historia precisamente entretenida). 
Hace un tiempo vi un trailer de una peli de animación llamada "El Reino Escondido" ("Epic" en inglés...sigo sin entender de dónde sacan sus traducciones) por la que sentí curiosidad por dos motivos. Uno: la historia y la animación se veían muy buenos. Dos: la historia se parecía mucho (al parecer) a una historia que yo estaba escribiendo hace unos meses (y que dejé colgada por falta de inspiración). 

Es una historia muy buena (la de la peli, no la mía), simpática, mágica, y acorde al humor actual (salvemos la naturaleza y eso), aunque un tantito predecible. Aún así, es genial. Los hombres-hoja son muy lindos, además de que son arqueros y guerreros y muy machos, además que el padre de la chica es un caso aparte, excesivamente despistado, pero muy divertido, y eso por no mencionar al perro o a las babosas.
Pero más allá de lo buenos o graciosos que sean los personajes, eso que dije del humor actual es lo mejor de la historia, como que hasta me dieron ganas de ir a caminar a un bosque (creo que no tengo ninguno a mano, pero es la idea) y si encuentro a los hombres-hoja (o a mis kymnis), mejor todavía.
Y por cierto, quiero que alguien me haga chiquita y me dé un pajarito de montura. He dicho.

No hay comentarios: