Hay algo interesante sobra la forma en que funciona mi memoria, y que a veces creo es una de las mejores pruebas de que, realmente, tengo dos (o tres) personalidades. La primera personalidad, la que siempre está al mando, usa las dos características de mi memoria, o al menos pretende hacerlo: Usa la que se acuerda de casi todo lo que le dicen, sean trabajos, encargos, tareas, cosas que alguien dijo, cosas que dije, cosas que estaban o no estaban, qué hice y qué no, libros leídos, en suma, de todo, como una gran grabadora gigante...y finje que no se acuerda las cosas que no le conviene recordar (se llama, alegar demencia). Mi querida conciencia, que se considera a sí misma una entidad propia, se acuerda de todo, absolutamente de todo, incluyendo las cosas que digo no acordarme para después restregármelas en la cara (un lindo detalle de su parte).
Y, finalmente, tenemos a mi querido lado loco, ese que suelo tener bastante controlado (porque cada vez que le permito abrir la boca, me mete en un lío) pero que sale a flota jugándome malas pasadas. Su truco más recurrente es hacerme perder cosas: sencillamente, borra pedazos de mi meoria y no puedo recordar qué hice con las cosas o dónde las dejé. En cuánto más me esfuerzo por recordar, se pone peor, pareciera que la laguna se hiciera más grande hasta que llega el momento en que me frustro, despotrico contra mí misma y doy las cosas por perdidas para siempre. Así he perdido una cantidad escandalosa de cosas, en especial cuando estaba en la escuela y en el colegio, en que perdía desde chompas hasta borradores (mi mamá estaba harta de darme un borrador nuevo cada semana), lápices y demás. Cuando estaba ne kinder, la portera me conocía como la niña que algún día perdería su cabeza, por la cantidad de veces que tuve que ir a buscar mis carteritas entre las cosas perdidas.
Al crecer, controlé un poco mejor esa increíble capacidad de perder objetos personales en cualquier lado (llegué a perder bolígrafos en mi propio cabello), aunque, claro, no lo he perfeccionado aún. Por ejemplo, ayer dejé sin querer mi plumafuente en el ensayo del coro, caí en cuenta de que no estaba recién hoy, saliendo del ensayo del otro coro, y después de exprimirme el cerebro tratando de recordar donde estaba sin lograrlo, ya estaba lista para subirme por las paredes. La única opción que me quedaba, después de revisar la poca evidencia que tenía y de poner a mi sufrido novio a buscar bajo mi cama (espero que no hubiera demasiado desorden, no es un lugar que suela ver a menudo), era preguntar a la dueña de la casa si de casualida había visto mi pluma...Parece que la suerte no me ha abandonado del todo.
Y, finalmente, tenemos a mi querido lado loco, ese que suelo tener bastante controlado (porque cada vez que le permito abrir la boca, me mete en un lío) pero que sale a flota jugándome malas pasadas. Su truco más recurrente es hacerme perder cosas: sencillamente, borra pedazos de mi meoria y no puedo recordar qué hice con las cosas o dónde las dejé. En cuánto más me esfuerzo por recordar, se pone peor, pareciera que la laguna se hiciera más grande hasta que llega el momento en que me frustro, despotrico contra mí misma y doy las cosas por perdidas para siempre. Así he perdido una cantidad escandalosa de cosas, en especial cuando estaba en la escuela y en el colegio, en que perdía desde chompas hasta borradores (mi mamá estaba harta de darme un borrador nuevo cada semana), lápices y demás. Cuando estaba ne kinder, la portera me conocía como la niña que algún día perdería su cabeza, por la cantidad de veces que tuve que ir a buscar mis carteritas entre las cosas perdidas.
Al crecer, controlé un poco mejor esa increíble capacidad de perder objetos personales en cualquier lado (llegué a perder bolígrafos en mi propio cabello), aunque, claro, no lo he perfeccionado aún. Por ejemplo, ayer dejé sin querer mi plumafuente en el ensayo del coro, caí en cuenta de que no estaba recién hoy, saliendo del ensayo del otro coro, y después de exprimirme el cerebro tratando de recordar donde estaba sin lograrlo, ya estaba lista para subirme por las paredes. La única opción que me quedaba, después de revisar la poca evidencia que tenía y de poner a mi sufrido novio a buscar bajo mi cama (espero que no hubiera demasiado desorden, no es un lugar que suela ver a menudo), era preguntar a la dueña de la casa si de casualida había visto mi pluma...Parece que la suerte no me ha abandonado del todo.
2 comentarios:
xD ... lagunas mentales ... esas si que son jodidas :P
aun recuerdo esa de ... "como diablos llege a la copa de este arbol?" ... y me tomo un buen rato bajar :S .... higado idiota ¬_¬
pero bueh ... es lo malo de tener mas de una personalidad xD
aunque no hay que negar que hacen la vida mas divertida :D
Ah claro, la diversión agregada de tener tres voces discutiendo en tu cabeza y tratar de evitar que te metan en líos cuando se apoderan tu oca y dicen burradas...
Lo grave son las lagunas mentales... de veras, no es simpático no saber qué pasó con las cosas. :P
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