Si había alguna materia que no me gustara cuando estaba estudiando mi carrera, probablemente tenía algo que ver con Investigación (o hacer tonterías...no tolero las ridiculeces, y menos si pagué porque me enseñen eso). No tengo la capacidad de ordenar mi mente y hacer operaciones de variables, no tengo los nervios para ir y hacer encuestas o entrevistas, no tengo paciencia con el lenguaje para redactar un informe (no tiene mucha gracia, y es altamente redundante. No se puede ser muy entretenido con una de esas cosas). En resumen, no me gusta para nada.
Siendo las cosas como son, no es de extrañar que hacer mi tesis fuera un martirio para mí. Tenía que hacer las entrevistas solita, ya no había el chance de mandar a una de mis compañeras o yo que sé. Si una investigación se pudiera resumir a trabajo de escritorio, tal vez no sufriría tanto, pero esa es otra historia. El caso es que pensé haber superado ya esa etapa, la de tabular encuestas y sorprenderme con la idiotez ajena (en investigación, porque la idiotez ajena siempre me asombra).
Pero no...suelo tener a mi sufrido novio a mano para que me recuerde mis años mozos de estudiante por el sencillo método de pedirme ayuda para tabular encuestas, que debe ser el trabajo más entretenido que existe (nótese el sarcasmo). Imaginen que tan divertido fue (y eso que anoche fueron sólo 22 encuestas o algo así) que, en cuanto mi sufrido novio se fue para acerse de aburrimiento en su propia cama, yo no tenía ni siquiera el ánimo de conectarme con el mundo como todas las noches. Me fui directito a mi cama a soñar con series incoherentes de números, encuestas asesinas y, por algún extraño motivo si consideramos que ya iba superando mi obsesión, el Príncipe William en el día de su boda en que yo tenía algo que ver con traer y llevar mensajes entre lo novios.
Siendo las cosas como son, no es de extrañar que hacer mi tesis fuera un martirio para mí. Tenía que hacer las entrevistas solita, ya no había el chance de mandar a una de mis compañeras o yo que sé. Si una investigación se pudiera resumir a trabajo de escritorio, tal vez no sufriría tanto, pero esa es otra historia. El caso es que pensé haber superado ya esa etapa, la de tabular encuestas y sorprenderme con la idiotez ajena (en investigación, porque la idiotez ajena siempre me asombra).
Pero no...suelo tener a mi sufrido novio a mano para que me recuerde mis años mozos de estudiante por el sencillo método de pedirme ayuda para tabular encuestas, que debe ser el trabajo más entretenido que existe (nótese el sarcasmo). Imaginen que tan divertido fue (y eso que anoche fueron sólo 22 encuestas o algo así) que, en cuanto mi sufrido novio se fue para acerse de aburrimiento en su propia cama, yo no tenía ni siquiera el ánimo de conectarme con el mundo como todas las noches. Me fui directito a mi cama a soñar con series incoherentes de números, encuestas asesinas y, por algún extraño motivo si consideramos que ya iba superando mi obsesión, el Príncipe William en el día de su boda en que yo tenía algo que ver con traer y llevar mensajes entre lo novios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario