miércoles, 29 de agosto de 2012

Romper la decoración como forma de "asesinato"

Las aventuras en las tierrras de Oerth, aunque poco comentadas últimamente en esta crónica de mis andanas, no han dejado de ser interesantes. Muy al contrario, están más emocionantes que nunca, el fin del mundo tiene la cualidad de elevar a la enésima potencia la emoción de cualquier aventura.
Si les cuento todo lo que pasó desde la última vez que conté algo, pues nno acabamos nunca. Baste saber que nos acusaron de dos crímenes que no cometimos, nos salvó un mapache egocéntrico, aparecimos en una isla llena de dinosaurios, un roc nos rompió todos los huesos, tardamos tres meses en parcharnos, me quedé muda, salimos a navegar sin que nadie tuviera profesión de marino, nos tragó una tortuga.dragón, navegamos en su caparazón (vacío), casi perdemos al gnomo por ser muy tigre (guiño, guiño), y terminamos en la isla de los Elfos enterándonos que el fin del mundo ha llegado. Y ese es el mejor resumen que puedo hacerles. 
Ahora, estamos en la tumba de un herrero elfo vagando por sus recuerdos de glorias y aventuras pasadas. Y nada mejor que meterse en el recuerdo en que se enfrentó a un Lord Vampiro en su castillo. O sea, brincos doy, las mejores vacaciones. Y como estamos ahí, dando vueltas, vaporizando a los demás muertos vivientes que rondan ese antro de mala muerte-en-vida, se nos ocurrió que podíamos destrozar también algunas de las decoraciones y utilería del castillo. Así que procedimos a romper puertas, descerrejar cerraduras,quemar cuadros y, como no, romper jarrones.
Pero no era cualqueir jarrón, jóvenes saltamontes, oh no. Era un jarrón muerto-viviente, o más bien, un jarrón contenedor de una parte de un muerto-viviente. Este terrible ser (o parte del ser) habla sin boca y tiene increíbles poderes psiónicos.
He aquí nuestro temible enemigo.

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