domingo, 19 de febrero de 2012

Fiestas paganas

Como todos saben, o al menos, asumo que saben, el Carnaval ya llegó. En La Paz hay la tradición de enterrar al Carnaval (como a una persona) en cuanto se acaban las fiestas, solamente para desenterrarlo el siguiente año en las semanas previas al alboroto. Siempre me ha molestado esa facilidad que tiene el desgraciado para escaparse de la tumba.

Pero si bien este Carnaval ya es distinto de los de otros años (ya verán por qué), no quería hablar sólo de eso, así que no se dejen guiar sólo por el título de la entrada (no se me ocurrí nada más). El caso es que llevo desde el míercoles queriendo escribir sobre varias cosas que se fueron dando sobre la marcha. En unas horas probablemente esté correteando tras mi hermana haciendo una parrillada con chorizos y pollo, así que aprovecho mirato libre (o lo que quede de él) para hacer esta entrada.

Resulta el miércoles de noche (o el jueves de madrugada, ségún lo prefieran) sucumbí a un ataque "artístico" que llevaba incubando (sí, como si ufera virus) desde hacía varios días. El caso es que me senté a dibujar (sí, a eso de la 1 de la mañana), y dado que al parecer, toda noción que pudiera tener acerca de las proporciones de la figura humana se me había borrado al salir de mi última clase de Artes Plásticas en el colegio, resultó que tuve que buscar un libro de dibujo y tratar de haer algo mínimamente proporcionado. La idea era hacer un dibujo de mi personaje de rol, no sé, darle algo más de "existencia". ¿El resultado?
Cada quién juzgue por sí mismo, pero definitivamente mis dotes artísticas no son ni muy dotadas ni muy artísticas.

Jueves y viernes fueron completamente diferentes. Jueves porque era nuestro aniversario (de mi sufrido novio y mío), y lo festejamos, como siempre, de una manera sumamente original: buscando los libros de texto de mi hermanita, comiendo pizza dulce (sí, dulce, con un montón de frutitas y queso dulce...ni siquiera sabía que eso existía) en Bricks y buscando un par de zapatos deportivos para mi sufrido novio. Lo primero fue fácil, y eso que los "nombres" de los libros ha cambiado con esa hueva de que cambiaron los ciclos del colegio y huevadas. Lo segundo es donde debemos extendernos, digo, encontrar zapatos de talla 45 no es algo precisamente fácil.

A eso agréguenle que no es precisamente reconfortante caminar dos días sin encontrar nada que valga la pena comprar (si es que se encuentra algo en esa talla, por supuesto). El caso es que entre el frío que ha estado haciendo, el dolor de huesos que eso provoca, caminar horas y horas sin encontrar nada, mis tardes de jueves y viernes no fueron precisamente animadas. Sí, me encanta estar con mi sufrido novio, pero al final del viernes estaba a punto de ponerme a chillar de cansancio. Estúpidos importadores de zapatos que no piensan en tallas grandes.

Y eso nos lleva al sábado, el tradicional día del Club, las reuniones con los amigos, y el ensayo de coro (al que me falté con total descaro). Habíamos quedado de reunirnos, hacer una parrillada con hamburguesas y jugar con agua. Nos encontramos con que las hamburguesas preparadas estaban escandolosamente caras, y sólo comprando eso nuestro presupuesto podía irse por un tubo.

Al final, con o sin hamburguesas, la reunión estuvo divertida. Nos fuimos a comer churrasco a una churrasquería, volvimos y nos agarramos a manguerazos de agua y, acá mi "gran novedad", me mojaron hasta el alma. Adiós mi record de ya no sé cuantos años invicta.

Seguramente me resfriaré, y es una suerte que no me duelan los oídos porque una gran cantidad de agua fría fue a parar ahí precisamente, pero aún así fue divertido. Claro, si se considera divertido luchar por el control de la manguera, pasar horas sin zapatos porque mis tenis estaban mojados, y temblar de frío mientras rogaba por que saliera aunque sea un miserable rayito de sol.

Feliz Carnaval...

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