miércoles, 24 de agosto de 2011

Parentescos locos

Tengo una hermana que no es mi hermana. Solía tener un hermano, pero ya se murió de puro viejito y nuestra madre, mía y de mi hermana, lloró mucho por el pequeño Rinti. Mi hijito, Rulito, se parece mucho a su tío Rinti, pero esa es otra historia. Mi hermana, Marce C., llegó para una corta visita, así que nos reunimos a tomar uno juguito, comer pasteles y quejarnos de la vida en general.
Hablamos de muchas cosas, ninguna que pueda repetir pero todas, como la gran mayoría de nuestras charlas, únicas y memorables. Entendí, una vez más, como es que siendo tan distintas, nos llevamos bien desde el principio y, a pesar de las muchas cosas feas que pasaron a nuestro alrededor, pudimos mantener nuestra amistad y mutuo cariño: hay cosas más importantes que nos unen y las que nos podrían separar nunca pesaron lo suficiente para lograrlo (no, ni siquiera un chico pudo lograrlo).
Debe ser una de las pocas Géminis (sin contar la señora madre de mi sufrido novio) con las que me llevo bien y no tienen rasgos de locura con tendencia bipolar o hipócrita. Extrañaba a mi hermana, y mucho. Verla me alegró un día por demás desesperante.

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