domingo, 28 de agosto de 2011

Más mal

Ni siquiera puedo ser enteramente feliz los fines de semana, porque básicamente no puedo tener un fin de semana. Sí, tengo el club los sábados en la tarde, pero los sábados en la mañana sigo clavada en la oficina. El anterior fin de semana me tocó limpiar, o sea, limpiar el baño, lavar las tazas, ponerle cera a los muebles y aspirar la alfombra. Mi alegre compañera de trabajo contribuyó sentándose en su escritorio con un montón de papeles. Yupi.
El anterior sábado salí brincando de alegría porque al fin era hora de irme, no crean, y mi sufrido novio estaba afuera esprándome con su mamá y salteñitas. Ayer, sábado, salí arrastrando los pies porque jamás en la vida tres horas me parecieron tan largas y miserables. Cada día me despierto de peor humor y me amargo más a medida que pasa el día. Ni el domingo puedo tener paz porque todo me recuerda que al día siguiente tendré que volver al trabajo. Y, en mi opinión, levantarse cada día rogando por alguna catástrofe o contratiempo de cualquier tipo para no tener que ir a un trabajo por demás frustrante, se puede considerar como indicio de profunda desesperación.
Empiezo a sospechar que estoy volviendo a caer en la manía de deprimirme, pero esta vez es más serio que de costumbre. Sólo recuerdo haber estado deprimida una vez en mi vida, pero en esa ocasión era como 7 años más joven que ahora, más inocente y en esa época tenía algo que me gustaba hacer para salir de esa: estaba estudiando y me dije a mí misma, con toda la severidad que podía reunir, que no iba a ir lloriqueando por ahí cuando tenía cosas más importantes que hacer, como aprobar mis materias con las mejores notas. Sí, andaba triste y como un zombie, y pasé varias noches llorando, pero estudiar era importate para mí, lo hacía todos los días y estaba sobrecargada de trabajo para pasar más tiempo sintiendo autocompasión.
Lastimosamente, ahora no tengo algo así para aferrarme a eso y no dejarme hundir. El trabajo es agotador, monótono y frustrante, vivo nerviosa y pensando en la huida, así que no es lo ideal para "distraerme", más si se considera que soy miserable justo por ese trabajo. Podría decir que tengo el coro o el Club, pero ni canto toda la semana, ni veo a los chicos más que una tarde, y esperar a que lleguen esos días, no hace más que ponerme de peor humor porque me recuerdan qué tan lejos están.
A veces, pienso que debería tratar de ser más fuerte, pero, realmente, no está en mí aguantar muchas huevadas sin reaccionar, y menos si siento que van en contra de lo que soy (o de lo que creo que soy): vestirme de daminta y usar tacones, hacer un trabajo para lo que no se requiere nada de imaginación y no poder corregir la cantidad de cosas mal escritas que me toca transcribir...sólo para empezar, esa no soy yo, ni de lejos.

2 comentarios:

MarceDhampir dijo...

creo que es por trabajos asi ... que la gente comienza a beber ... o fumar ...

hey ... aun puede haber esperanza de que algo bueno pase! ... no pierda esa esperanza

la vida sigue y no hay que dejarse vencer mi señorita :)

Meli dijo...

Creo que es un gran momento para empezar a beber. De fumar no me ocupo, mi Jefa fuma por las dos (y probablemente nos mate a las dos).