martes, 31 de agosto de 2010

Te odio...dinero!

Desde que salí de la Universidad y me vi ante la imperiosa necesidad (que aún sigo esquivando parcialmente) de conseguir trabajo para tener dinero para hacer las cosas que, realmente, quiero hacer, me di cuenta de lo mucho que lo odio. Al dinero, no al trabajo o a lo que quiero (porque eso sería esencialmente contradictorio). Éstos últimos días se nos ha presentado (a mi sufrido novio y a mí) una situación imprevista y por demás molestosa.
Se puede (espero) solucionarla, pero no a largo plazo, no sabemos cuándo pueda volver a arruinarse y nos quedemos dando vueltas en lo mismo. Lastimosamente, la solución, no permanente, pero más duradera sí, exige dinero...que no tenemos. Hemos estado analizando la situación y probablemente mi sufrido novio tenga que pedir un préstamo al banco, a lo que me opongo rotundamente, desde que tengo uso de razón, las deudas, y en especial con el banco, me parecen muy cercanas a los pactos con el demonio.
Podemos hacer recortes aquí y hallá, el principal es una disminución drástica de nuestros gastos de transporte (adiós taxi, bienvenido transporte público incómodo conocido como micro). Son algunos sacrificios que hay que hacer, pequeños y grandes, pero valdrán la pena si de esa manera impedimos pedir plata al banco. Hay opciones, sé que las hay y sólo por eso no me he quejado (mucho) ni me he dejado llevar por uno de mis ataques de fatalismo (con llantina incluida).
La realidad es una porquería, no hay de otra, aunque de cierta forma, me alegra que esta situación se presentara ahora. Trato de verla como una oportunidad de crecer juntos, ver hasta qué punto podemos batirnos con "la adversidad" (así entre comillas, porque sé que la cosa no es tan trágica). Más que las continuos sermones de mis padres, las indirectas (nada discretas) de mis hermanas, las intervenciones molestosas de parientes, ésto me ha dado ánimo para hacer algo real para conseguir dinero (sí, mi amor, te voy a ayudar con ésto quieras o no, no te he preguntado) que no sea vender mi riñón, claro. Puedo hacerlo, no soy ninguna tonta, incluso con las cosas de la U medio borradas de mi cabeza, tengo talentos útiles (creo).
De todas formas, sigo odiando al dinero, lo odio!

No hay comentarios: