Un final...mmm...

Terminé Starcraft II. Mentiría si dije que lo hice totalmente sola porque en mi gloriosa victoria intervinieron dos factores importantes. Sí, llegué yo sola hasta la final, pero hubo momentos en que parecía que me estancaría (en especial en la visión final de Zeratul...estúpidos híbridos). Puede que fuera el cansancio de jugar varias misiones seguidas a altas horas de la madrugada (al mejor estilo vampiro), pero de todas formas, no hubiera logrado pasar sin ciertos consejitos de mi sobrinito César (gracias por el dato hacia la misión secreta!).
Más importante todavía es hacer una aclaración: Sí, llegué a la final yo solita (con consejos inteligentes, pero por mi propia mano), pero jamás dije que ganara la última misión. Fracasé estrepitosamente en 3 ocasiones y decidí retirarme momentáneamente para repensar mejor mi estrategia, dado que encerrarse a lo machote en la base no estaba resultando tan bien.
Mi sufrido novio (Dios guarde sus nervios de acero en la peor de las invasiones) logró hacer en 30 minutos y pico lo que yo no pude en 2 horas de juego...mi autoestima ha recibido un terrible golpe, parcialmente amortiguado por el hecho de que fue mi idea la estrategia de sacar tropas de banshees (unos avioncitos muy monos) para cargarse a los gusanos nydus y que acabó en el mejor método suicida de parar a Kerrigan antes que ella se cargara las defensas. En fin, que mi campaña está ganada, pero no por mi mano.
Y, aquí va el motivo central de esta entrada: el final fue...fue...bueno, el final. Me esperaba más, francamente. No que esté mal, no más se me quedó con sabor a poco. Supongo que lo que en realidad me molesta es que la historia no terminara, porque el siguiente juego o la expansión tendremos que esperarlo otros 12 años o algo así.
Es un buen juego, para qué le digo que no, pero si el final les decepciona, no digan que nos les avisé, eh? Ah, por cierto, todavía no confío en Kerrigan.