sábado, 13 de marzo de 2010

Y los aullidos continúan

Tuve un día de lo más loco, por lo que no es raro que esté cansada y adolorida como...como cada vez que alguien inventa un juego sádico en el Club. Lo chistoso fue que esta vez yo fui la sádica del jueguito: definitivamente, responder preguntas y saltar la cuerda no es una buena mezcla (pronto, imágenes exclusivas de los resultados de mi mente malvada).
El caso es que se supone que, al ser la organizadora del instrumendo de tortura, no debía tocarme saltar (sabía todas las respuestas, verdad?). Pero no conté con la "astucia" de mis queridos amigotes y amigotas: no se les ocurrió nada mejor que hacerme saltar a mí también mientras hacían preguntas capciosas del tipo: ¿Cuál es el acertijo de la esfinge en el Laberinto? o Recita la canción que Ginny dedica a Harry en su segundo año. De saber las respuestas, las sabía, pero se me acaba el aire y así no se puede hablar, no, precioso.
Y, lógicamente, si te falta aire y tus pulmones parecen estar colapsando y sales a todo correr hacia tu ensayo de coro, en el que por cierto cantarás en alemán y unos notitas mucho muy altas (como dijo la señora Judith: Beethoven o tenía un muy alto concepto de las sopranos o las odiaba con toda su alma), entonces se puede augurar con un 90% de seguridad que dicho ensayo será lo más cercano a un desastre auditivo. Sí, señores, mi "canto" ha sido degradado de chillidos a aullidos. Sospecho que no soy la única que tiene problemas con esas notas, pero ¿a quién le importan los demás? Con preocuparme por mi propio registro tengo bastante.

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