lunes, 27 de diciembre de 2010

Navidad, la Ciudad de los Monos y cuentos varios

Dado que desde hace unos cuantos días que no escribo, y considerando que en esos días muchas cosas pasaron, es mi sagrado deber ponerlos al día sobre mis increíblemente apasionantes y interesantes aventuras. Antes que nada, espero que todos los que caigan en este blog hayan tenido una feliz Navidad, muchos regalos (si nos vamos por el lado superficial), un lindo día en familia y todas las cosas bonitas con las que festejen.
¿Por dónde comenzar mi relato? ¿Por el monumental cansancio que sentía llegando a casa a las 10:00 p.m. del 24? ¿Por las carreras de ese mismo día más temprano por tratar de completar los regalos que nos faltaban? Lo ventajoso de hacer una "sociedad navideña" para comprar los regalos con mi sufrido novio es que pensamos en todas las personas de mi familia un sola vez y no dos como haríamos si compráramos por separado, pero sigamos. Tal vez debería comentar la peregrinación para conseguir ropa adecuada para el Niño de mi sufrido novio (en mi vida había visto un niño tan complicado), o las carreras para hacer chocolates, envolver regalos y demás que tuve que hacer mientras luchaba por seguir parada y no caer sentada para no moverme más.
Los regalos de este año fueron buenos, aunque algunos francamente irónicos. Para empezar, nadie me regaló ni libros ni música este año (¿creen, acaso, que ya no leo?). Mi sufrido novio, que siempre me da algo de Harry Potter (no es que me queje, por cierto), se lució este año regalándome el sable láser de DART VADER!! Uno de esos que apretas un botoncito y de veras sale el "láser"!! Es genial! Definitivamente, el Mejor Regalo del año. Y como resulta que a mi sobrino le dieron el segundo sable de Obi-Wan Kenobi, nos pasamos una buena tarde del día de Navidad haciendo "peleítas" con los sables.
El resto del botín de este año incluye chocolates (siempre bien recibidos), una blusa nueva (ya no de sexy, me muero de ganas de estrenarla), zapatitos nuevos, un juego extraño de "El Señor de los Anillos" y el siempre bien venido dinero de parte de mi abuelita. El Premio a Regalo Extraño del año se lo lleva sin lugar a dudas, el anillo que me regaló la mamá de mi sufrido novio (¿indirecta o casualidad?), aunque quedan muy cercas las tazas a juego que nos dio su hermana (si a eso le suman las indirecteadas nada indirectas de su familia, tenemos una situación muy...sospechosa...).
El día de Navidad se pasó en comer, cocinar, estar con la familia (mía y de mi sufrido novio), y jugar juegos de mesa, incluyendo el siempre famoso Monopoly, más conocido en estos medio como Ciudad de Monos (de Mono=mono y Poly=Ciudad). Francamente, no es un juego que disfrute porque saca lo peor de toda mi familia, incluyendo caras largas, trampas descaradas, y competición poco deportiva (otro motivo para llamarlo Ciudad de Monos), así que aproveché la primera oportunidad que tuve para declararme en quiebra y hacerme a las giles mientras veía como se mataban los demás.
Y hoy tuvimos una nueva celebración algo más pagana: el Día de la Pizza. Invitamos al Club a una reunión de juegos en mi casa, aunque sólo vinieron algunos (estoy sospechando seriamente del servivio de sms de la compañía de celulares que usamos). Tragamos (porque eso ya no era comer) pizza, papas fritas, pipocas, galletas y mucha gaseosa, y terminamos hablando de la Fuerza. Somos pocos y nos conocemos mucho.

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