lunes, 6 de septiembre de 2010

Instrumentos de peligro

Hoy (o ayer, insisto en que mi día termina cuando yo me duermo, no cuando el reloj me lo dice) fue el Día del Peatón acá en Cochabamba. Un día para que todos salgan en bicicletas, patines, patinetas y demás transportes sin nada de combustible, a hacer algo de ejercicio. Lógicamente, aquellos que disfrutan del ejercicio (o fingen hacerlo) adoran este día y se pierden por ahí en sus bicicletas hasta la hora en que los autos vuelven a circular (o un poco más). Aquellos que somos normales y disfrutamos nuestro bien ganado y poco saudable sedentarismo, nos quedamos en casa cómodamente sentados.
Mi sufrido novio es de los que disfrutan la bicicleta, así que se fue todo el día en su valiente montura a sacar fotos. Hubiera sido un día pacífico y sin nada interesante que contar si no fuera porque, cuando llegó, se me ocurrió abrir la boca y decir en broma (y recalco que era broma, BROMA) que me enseñara a manejar bicicleta. Vamos, queridos míos, no pongan esas caras, seguro que ya sabían que no sé manejar ese instrumento del demonio, y si no se los dije antes, se los digo ahora: carezco completamente de equilibrio, la gravedad funciona mejor conmigo que con otras personas, lo que sea, pero siempre que me he subido a una bicicleta no pasaban 5 segundos y ya estaba en el suelo.
Así que mi tranquila tarde terminó conmigo, en pleno ataque de nervios, subida al transporte del diablo cuando se le acaba la gasolina, y rogando para que mi novio (porque la sufrida era yo, no él) no se le ocurriera soltar el asiento de la bici.
Yupi yú...

2 comentarios:

Buscando la hora 25 dijo...

Mucha exageración para hablar de algo tan lindo como la bicicleta!!! sigue intentan y verás que no es tan complicado como crees...

Una que otra caída no hacen daño!!!

Meli dijo...

sí hace daño!! los raspones duelen y sale sangrecita! :(
No gustar, no, no!