lunes, 27 de septiembre de 2010

Volvieron

Y, definitivamente, no estoy muy feliz de verlos (bueno, tal vez sí a mi hermanita). Sigue todo igual, sin el más leve cambio. Y, por si no fuera suficiente, la tarada de mi hermana me vendió por menos de un charke, claro, como ella quedaba santa no se hizo lío en dejarme como al perro a mí...una vez más. La siguiente no las tapo, digo: ¿por qué ser buena gente con ellas si así me tratan?
Sí, sí, ya sé que las buenas acciones no esperan recompensa ("buenas acciones"), pero esa situación no se aplica entre hermanas. Acá nos regimos por ese dicho tan sabio que dice: tú rascas mi espalda y yo rasco la tuya. Pero, al parecer, esa lección de las Leyes de la Tanquedad se la perdieron.
¿Paciencia? Lo siento, pero se me está agotando, y a un ritmo muy acelerado desde el anterior martes.

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